Cultura Por: J.C. Maraddón23 de junio de 2025

El viaje de lo tradicional a lo urbano

Mañana se cumplirán 25 años del deceso del cantante Rodrigo Bueno y, a medida que su leyenda se ha ido agigantando, también la música de cuarteto fue sufriendo mutaciones que no dejan de ser naturales en un género que se ha mantenido vivo a lo largo de más de ocho décadas.

Por J. C. Maraddón

Entre los años ochenta y noventa, la música de cuarteto había experimentado una evolución que la transformó en un producto exportable hacia otras provincias e incluso hacia el exterior. Aunque en aquella mezcla insólita de pasodoble, tarantela y polka se avistase algún lejano componente afro, el ritmo cordobés se había mantenido fiel a esa herencia europea que habían traído los inmigrantes con arraigo en la llamada pampa gringa. Sin embargo, los sones caribeños iban a empezar una lenta pero constante intromisión, que en un principio fue introducida por Chébere, pero que después sería adoptada por muchas de las formaciones más importantes.

El arribo de músicos de origen afroamericano, que se hizo más pronunciado a comienzos de los noventa, dotó al género de una novedosa estética, en la que cobraba mayor importancia la percusión, que se sumaba a los vientos para destronar aquella integración elemental resumida en cuatro instrumentos y una voz cantante. Las orquestas pasaron a estar conformadas por numerosas personas y su sonido viró hacia infinitas combinaciones del merengue, un estilo oriundo de la República Dominicana que había llegado para quedarse entre nosotros, imponiendo mayor velocidad a la contagiosa pero no tan acelerada rítmica que marcaba desde sus orígenes el tunga tunga.

Hasta La Mona Jiménez, el artista que mayor apego había mostrado a las raíces del cuarteto, se había plegado a esa tendencia y, cuando firmó para un sello multinacional y creyó que era la oportunidad de convertirse en un producto exportable, experimentó un cambio de rumbo a tono con lo que estaban haciendo varios de sus colegas. Parecía que las cosas ya nunca volverían a ser lo que eran y que piano-bajo-violín-acordeón ya no bastaban para hacer bailar a un público nuevo, cuyas preferencias también incluían a esos intérpretes que protagonizaban el boom de la música latina.

Sin embargo, en pleno apogeo de la bailanta porteña, que en general estaba dominada por la cumbia, llegó hasta allí un cantante cordobés al que entre nosotros no le había ido demasiado bien y que tampoco había descollado en su carácter de baladista. Rodrigo Bueno probó entonces con regresar a la fórmula fundacional, para distinguirse de todos los que por esos años animaban los bailes de los suburbios de la gran ciudad, y su apuesta fue coronada por el éxito. Aunque su grupo no dejaba afuera elementos percusivos ni eléctricos, reivindicó el acervo del cuarteto tradicional y conquistó un mercado ávido de autenticidad.

Mañana se cumplirán 25 años del deceso del Potro, acontecido en un accidente en la autopista Buenos Aires-La Plata en circunstancias nunca del todo aclaradas. A medida que su leyenda se ha ido agigantando, también el cuarteto fue sufriendo mutaciones que no dejan de ser naturales en un género que se ha mantenido vivo a lo largo de más de ocho décadas. La fecha del 24 de junio de 2000 sirve así como referencia para evaluar qué pasó desde ese momento en el ritmo cordobés más popular y hacia dónde han salido disparados sus referentes en todo este tiempo.

Sin duda, después de Rodrigo ha sido menos arduo el arribo de los cuarteteros al mercado nacional, donde al día de hoy son muchos los nombres locales que encabezan fenómenos de ventas y llenan estadios, con una convocatoria que recuerda las 13 funciones que brindó el Potro en el Luna Park con localidades agotadas. Pero esas figuras que ahora portan la bandera del cuarteto ya no se plantean volver a las fuentes, sino más bien incorporar al tunga tunga en esa corriente de géneros urbanos que monopolizan la escena y que habitan un espectro tan variopinto como flexible.

Te puede interesar

No se consigue así nomás

A regañadientes, los detractores del cuarteto han debido aceptar el actual estatus del género, pero no se privan de hacer escuchar sus quejas cuando se les presenta la oportunidad, como ha ocurrido en estos días con su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO.

Tan populares como indefendibles

Para traducir aquellos personajes a los tiempos que corren, mucho deberán trabajar los responsables de llevar a una producción audiovisual de ficción las aventuras de Alberto Olmedo y Jorge Porcel, un proyecto que trascendió en redes sociales y del que todavía no se sabe si será una película o una serie.

Intimidades de una diva nacional

Más allá del material de archivo que rescata sus proezas infantiles en el inicio del camino hacia la consagración, lo que vemos en el documental “LALI: La que le gana al tiempo”, estrenado la semana pasada por Netflix, es la evolución del “Disciplina Tour”, desde las dos funciones en el Luna Park hasta llenar el estadio de Vélez.

Llaryora y Passerini celebran: el Cuarteto declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO

El Gobernador e Intendente manifestaron en sus redes alegría ante la distinción de la organización internacional. Se trata de un reconocimiento institucional que subraya su relevancia cultural y fue anunciado y celebrado por autoridades provinciales.

Hacia dónde sopla el viento

La información que trascendió el viernes sobre la compra de la actual Warner Bros. Discovery por parte de Netflix, no deja de ser una consecuencia natural de esa evolución que pone a las viejas estructuras societarias del siglo veinte en manos de aquellos que supieron leer con mayor eficiencia las señales del futuro.

Llamadas tribales a vivir el viernes

Es uno de esos viernes de fin de año, donde las carteleras se superponen, el movimiento se duplica, la oferta se diversifica. Hay en la ciudad una vida artística y cultural contagiosa que expresa y convoca a las tribus.