Cultura Por: J.C. Maraddón03 de julio de 2025

Coquetear con la disolución

La formación cuartetera La Barra, que el año pasado celebró tres décadas en actividad, sorprendió en los últimos días con el persistente rumor de una separación, debida a problemas internos que se manifestaron en la suspensión de algunas fechas programadas y en la lógica inquietud de sus seguidores.

J.C. Maraddón


Dos de las agrupaciones cuarteteras que marcaron la evolución del género a lo largo de los años ochenta, fueron Chébere y Tru-la-lá, aunque sus antecedentes se remontan al menos a la década anterior. Trula fue fundada en 1984 por Manolo Cánovas, quien venía trabajando desde mucho tiempo atrás en diversas formaciones, en tanto que Chébere comenzó su carrera en 1974. Pero ambos coincidieron en despegar en el ámbito masivo en esa primavera democrática en la que el tunga-tunga pudo por fin volver a la superficie, luego de haber sufrido la discriminación durante la dictadura por el origen social de sus fanáticos.

Lo curioso es cómo en los dos casos se convirtieron en bandas “madres”, de las cuales fueron derivando numerosos solistas de fama y también otros grupos que se formaron a partir de la salida de algunos de sus integrantes. De Chébere, por ejemplo, salieron vocalistas como Sebastián, el Turco Julio, Pelusa, Fernando Bladys, el Toro Quevedo y Rubinho, que en algún momento consideraron oportuno emprender un camino en solitario. Además, uno de sus miembros fundadores, el Negro Videla, también atravesó largas etapas en las que actuaba por su cuenta, aunque después volvía a incorporarse junto a sus viejos compañeros.

Tru-la-lá, por su parte, también cuenta con un largo historial de nombres que se alistaron en sus filas y que más tarde, al separarse, tuvieron una repercusión que los transformó en ídolos de multitudes. Uno de los que primero se atrevió a dar ese salto fue Gary, quien en 1990, después de cinco años de cantar en Trula, fichó como solista en el sello BMG e inició un trayecto de increíble suceso, que lo llevó a encabezar las listas de ventas en todo el país con sus grabaciones. Su muerte en 2001 lo convirtió en leyenda y en objeto de veneración por sus seguidores.

Pero también de la factoría de Manolo Cánovas surgieron, entre muchos otros, Jean Carlos, Cristian Amato, y Ale Ceberio (quien tuvo un brevísimo paso por Chébere), sin contar todos los que cantaron en la banda tras el fallecimiento del líder en junio del año 2000. Pero tal vez la ruptura más importante de Tru-la-lá haya sido la que se produjo a comienzos de los noventa, cuando cuatro de sus músicos se apartaron para armar un nuevo proyecto conjunto, al que denominaron La Barra. Lo insólito no es solo que Trula haya sobrevivido al cisma, sino que además esa escisión se reveló por demás exitosa.

El cantante Javier La pepa Brizuela, el bajista Carlos De Piano, el percusionista Adrián Moyano y el compositor y arreglador Víctor Miranda debutaron con su nuevo proyecto en septiembre de 1994 y de inmediato se instalaron en la elite de los referentes cuarteteros, sitial que con mayor o menor intensidad han seguido conservando por más de 30 años. En ese camino, La Barra funcionó también como nave nodriza de la que se desprendió Víctor Miranda para comandar La Muchachada y Banda Express, en tanto Marcelo Settembrini, Tuta García y Tito de Piano se desvincularon en 2001 para conformar Sabroso, y Dani Guardia se abrió en solitario.

Aunque veteranos y lejos de la cresta de la ola, Chébere y Tru-la-lá siguen animando el circuito de los bailes y manteniendo su historia vigente, a pesar de que han transcurrido varias generaciones desde que comenzaron a hacerse conocidos. La Barra, que el año pasado celebró tres décadas en actividad, sorprendió en los últimos días con el persistente rumor de una disolución, debida a problemas internos que se manifestaron en la suspensión de algunas fechas programadas. Mientras el cuarteto exhibe hoy figuras que insinúan un recambio, uno de los grupos que escribieron las mejores páginas del género coquetea con dejarse ir.

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