La cultura subyacente
Para quienes hemos permanecido ajenos a algunos fenómenos musicales que se desplegaban en nuestras narices, mañana habrá una oportunidad de reivindicación con el estreno en Córdoba del documental “La danza de Los Mirlos”, de Álvaro Luque, que será proyectado a las 23 en el Cineclub Municipal.
J.C. Maraddón
Se sabe muy bien que entre los ancestros del cuarteto cordobés se debe citar a estilos europeos como el pasodoble, la tarantela y la polka, arribados a la pampa gringa de nuestra provincia con los colonos que se radicaron por aquí a comienzos del siglo veinte. Entre las orquestas que animaban las fiestas en esos pueblos del interior del territorio provincial, el Cuarteto Leo tuvo el acierto de inventar una variante propia, que se basaba en la rítmica que le imprimía a su instrumento la pianista Leonor Marzano, en cuyo honor su padre Miguel Gelfo había adoptado la denominación del grupo.
Si bien en estos ochenta años de vigencia, el tunga tunga ha ido adaptándose a nuevas sonoridades, como la que se impuso en los años noventa a través de la fusión con el merengue dominicano, parece mentira que el género característico de esta tierra se haya originado como derivación de influencias de Italia, España y otros países del Viejo Continente. Si tenemos en consideración que en la Córdoba colonial era numerosa la población de esclavos africanos que vivía en estas tierras, hubiera sido natural que desde esa herencia se hubiese desparramado alguna corriente bailable centrada mucho más en lo percusivo.
Tal vez sea el conservadurismo tan propio esta ciudad el que prefirió apelar a raíces europeizantes, a las que se asociaba con la pureza y la decencia, en vez de apropiarse del legado de las culturas afroamericanas, algo que sí ocurrió por ejemplo en el Río de la Plata con el candombe y la milonga. No sólo la gestación del cuarteto tuvo esa impronta, sino que iban a transcurrir largos años hasta que el desembarco de músicos caribeños desencadenó consecuencias notorias en ese ritmo local, que a partir de entonces se volvió mucho más abierto a las fusiones.
Fue el percusionista peruano Bam Bam Miranda quien, a través de su incorporación en la banda de La Mona Jiménez a comienzos de los noventa, produjo un terremoto en el ambiente cuartetero local, al introducir su acervo afroperuano en el sonido del mayor ídolo de la música cordobesa. Sin embargo, en el detrás de escena, la ciudad alojaba a una nutrida comunidad de vecinos llegados desde Perú, que respetaban sus costumbres tradicionales en la gastronomía y también en estilos musicales como la cumbia amazónica, oriunda de la región nororiental de aquel país. Es muy raro que este circuito y el del tunga tunga no se hayan cruzado en ninguna ocasión.
Lo cierto es que en locales nocturnos ubicados en la zona de Alberdi y Providencia, donde muchos peruanos residentes en Córdoba han sentado sus reales, se han presentado desde hace tiempo incontables formaciones de aquel particular modo de entender la cumbia, sin que la mayoría de los ciudadanos de la capital provincial se hubiese enterado de nada. Entre otros, tocaron allí Los Mirlos, una legendaria agrupación que acredita más de cincuenta años de trayectoria y que ha sido una de las que llevó a la cumbia amazónica a su máximo esplendor, con reconocimiento internacional incluido.
Para quienes hemos permanecido ajenos a ese fenómeno que se desplegaba en nuestras propias narices, mañana habrá una oportunidad de reivindicación con el estreno del documental “La danza de Los Mirlos”, de Álvaro Luque, que será proyectado a las 23 en el Cineclub Municipal, en una función de la que participará Jorge Rodríguez, líder histórico del grupo. Si bien sigue sin tener una respuesta sencilla la pregunta sobre por qué determinadas expresiones artísticas se dieron de una manera y no de otra, la exhibición de esta película bien puede acercarnos indicios sobre los procesos culturales que subyacen entre nosotros, aunque no nos demos cuenta.
Te puede interesar
No se consigue así nomás
A regañadientes, los detractores del cuarteto han debido aceptar el actual estatus del género, pero no se privan de hacer escuchar sus quejas cuando se les presenta la oportunidad, como ha ocurrido en estos días con su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO.
Tan populares como indefendibles
Para traducir aquellos personajes a los tiempos que corren, mucho deberán trabajar los responsables de llevar a una producción audiovisual de ficción las aventuras de Alberto Olmedo y Jorge Porcel, un proyecto que trascendió en redes sociales y del que todavía no se sabe si será una película o una serie.
Intimidades de una diva nacional
Más allá del material de archivo que rescata sus proezas infantiles en el inicio del camino hacia la consagración, lo que vemos en el documental “LALI: La que le gana al tiempo”, estrenado la semana pasada por Netflix, es la evolución del “Disciplina Tour”, desde las dos funciones en el Luna Park hasta llenar el estadio de Vélez.
Llaryora y Passerini celebran: el Cuarteto declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO
El Gobernador e Intendente manifestaron en sus redes alegría ante la distinción de la organización internacional. Se trata de un reconocimiento institucional que subraya su relevancia cultural y fue anunciado y celebrado por autoridades provinciales.
Hacia dónde sopla el viento
La información que trascendió el viernes sobre la compra de la actual Warner Bros. Discovery por parte de Netflix, no deja de ser una consecuencia natural de esa evolución que pone a las viejas estructuras societarias del siglo veinte en manos de aquellos que supieron leer con mayor eficiencia las señales del futuro.
Llamadas tribales a vivir el viernes
Es uno de esos viernes de fin de año, donde las carteleras se superponen, el movimiento se duplica, la oferta se diversifica. Hay en la ciudad una vida artística y cultural contagiosa que expresa y convoca a las tribus.