Caras y caretas cordobesas
Lugones era entrevistado en 1912 en la capital británica por un corresponsal del semanario, a quien refería el proyecto literario en el que se hallaba empeñado: el estudio del Martín Fierro, y también describía su rutina londinense. Al año siguiente, estaba de vuelta en el país.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
Construyendo a Leopoldo Lugones (Octava parte)
Completando parcialmente las respuestas de Lugones a su entrevistador, le daremos cierre a esa visita londinense, a nombre de Caras y Caretas. Expresaba el cordobés:
“Deseo ya volver. Con todo lo que usted quiera, mi tierra es mejor. Todos desean regresar a ella. Los de allá y los de acá cuando la han conocido...
— ¿Proyectos literarios?
— Ahora acabo de publicar una obra titulada «El libro fiel», sobre la cual nada le digo porque ya la anunciaron en La Nación. Trabajo activamente en otro titulado «El hijo de la Pampa». A esta obra le he dedicado todo mi cariño y la considero ya mi hija favorita.
Es un estudio de nuestro poema épico «Martín Fierro», y en él hago la historia del gaucho argentino durante los, siglos XVIII y XIX. Lo más importante es quizá lo que se refiere al lenguaje del gaucho, que considero la raíz del futuro idioma argentino. Es curioso ver como
a través del tiempo se conservan allá diferentes vocablos que pasaron de los árabes á los castellanos y de éstos a nosotros.”
El primer libro mencionado por Lugones a su huésped, El libro fiel era, como se sabe, una colección de poemas dedicados a su mujer, Juana González Luján, editado en París, el mismo año de la entrevista. El estudio consagrado al Martín Fierro sería la base de las conferencias que daría al año siguiente, de regreso a Buenos Aires, luego recogidas en El Payador.
Sobre este y otros temas expone Lugones sus estudios al reportero. Siempre atravesado por una ideología que era también la de la época, claro que en boca de un tribuno que la legitimaba, decía Lugones, por ejemplo, en el interviú:
“— Sí, es cierto; a América fue la hez de España; pero de eso no debemos lamentarnos, antes al contrario, pues eran los más robustos, los más sanos y no los corrompidos de la ciudad”.
En lugar de las preguntas del visitante, la transcripción ponía signos de pregunta que daban la impresión de los interrogantes, o del estupor, que se encendían en la cabeza del entrevistador. Van un par de respuestas a esas preguntas, podríamos decir, tácitas:
“– Yo soy ahora mi propio editor. He tenido muchos contratiempos con los editores, hasta que decidí publicarme yo mismo. Así no comprometo a nadie.”
En la siguiente tomaba distancia de su participación política, aprovechando la lejanía del país. Era el año del debut de la Ley Sáenz Peña:
“— Yo no soy político. No es mi profesión. Además, no hay derecho de opinar al respecto con el Océano por medio. Tampoco creo que esto interese por allá. Tienen demasiado que hacer, y después, anote usted esta coincidencia significativa: el gran desarrollo del país, en todo sentido, sin excluir la propia moralidad de los gobiernos, ha coincidido con la más absoluta indiferencia política. Reconcentrados, así, todos los esfuerzos en un propósito de grandeza material, sin duda, pues por esto es menester empezar, el resultado es un país de siete millones de habitantes, que representa en el mundo el esfuerzo de treinta. Las cosas no han andado, pues, tan mal, con aquella política simplificada de las elecciones oficiales.”
Por último, contaba Lugones su rutina en la capital británica:
“— Me levanto muy temprano y me pongo a trabajar hasta el mediodía. Las tardes las dedico a visitar museos, que aquí son tan importantes y bien tenidos. (…) Prefiero el British Museum. ¡Tiene una biblioteca tan extensa! Paso largo rato allí aprendiendo la infinidad de cosas que ignoro. (…) De noche no salgo. Cuando viene algún amigo, doy una vuelta por Piccadilly o voy al teatro, pero créame que hago la vida de uno de los 7.537.109 habitantes de Londres. No soy persona interesante.”
Tras esto, el cierre de la entrevista:
“Me despido del ilustre escritor. El reloj apunta las siete y media. Ya en la puerta, el señor Lugones me dice:
— Mis recuerdos a todos los de CARAS y CARETAS, aunque con los cambios que ha habido en ella, habrá muchos a quienes no conozco.”
Firmaba la entrevista “Ricardo F. de Alba”.
Esas últimas palabras de Lugones iban referidas al conflicto que atravesaba Caras y Caretas en gran parte de su staff: la revista Fray Mocho (su nombre era un homenaje a José S. Álvarez) se desprendía como nuevo magazine en el ámbito periodístico, y aparecían otros dos nuevos semanarios: Mundo Argentino y PBT. Fray Mocho, en su lanzamiento por parte del staff de Caras y Caretas, se llevaba consigo a unos cuarenta y seis redactores, dibujantes, reporteros y fotógrafos, disconformes con la línea editorial de la revista.
Lugones y familia pegarían la vuelta de Europa y el escritor cordobés aparecía mencionado en “Caras” el 8 de marzo de 1913, bajo el título “El regreso de Leopoldo Lugones”. Evidentemente, seguía teniendo amigos en el semanario. Se leía allí:
“Leopoldo Lugones se halla de regreso en Buenos Aires después de una larga estadía en Europa, especialmente en Inglaterra, durante la cual ha estudiado y ha trabajado, como tenía que ser, tratándose de un espíritu eminentemente estudioso y eminentemente trabajador que encuentra en la tarea el más excelso de los placeres.
Sólo dos meses permanecerá Lugones en tierra argentina. Ha venido, interrumpiendo estudios y trabajos, porque le llamaban atenciones familiares ineludibles é impostergables.
Para los que, como nosotros, queremos y admiramos á Lugones, nos parece poco el tiempo que va a permanecer aquí, porque dará pocas ocasiones para conversar con tan interesante causeur y para oírle sus eruditas improvisaciones tan extraordinarias a veces como las mejores páginas de su excelente producción.
Las varias obras que Lugones tiene en el telar no se imprimirán hasta que él regrese a Europa y esta es una de las razones —así nos lo ha dicho— de lo inmediato de su regreso.
Tardaremos, pues, algún tiempo todavía en saborear sus nuevas producciones.”
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