Cultura Por: J.C. Maraddón24 de noviembre de 2023

De la vanguardia a lo popular

La muerte de Horacio Malvicino a los 94 años, llevó a que se destacara su aporte al jazz en la Argentina y en especial su destacado rol junto a Astor Piazzolla en la etapa fundacional del nuevo tango, pero es inconmensurable la tarea quedesplegó al producir canciones conocidas por todos.

J.C. Maraddón


Al despuntar los años sesenta, era habitual que los músicos de pop y rock que aspiraban a inscribir su nombre entre los de los artistas de éxito, recibieran por parte de los sellos grabadores un tratamiento que modelara sus impulsos originales hasta dotarlos de una prolijidad que los hiciese accesibles al gran público. Hasta los Beatles tuvieron que atravesar ese proceso, aunque para ellos el asunto fue sencillo porque les tocó como productor musical George Martin, un alma sensible de formación clásica que vio un filón en esos muchachos de Liverpool y supo cómo encauzarlos en la dirección más provechosa para todos.

Ese ejemplo de lo que sucedía en el hemisferio Norte se trasladó a la Argentina de la llamada nueva ola, donde chicas y muchachos que muchas veces tenían una escasa formación musical, eran reclutados para ingresar al mundo de la fama y requerían de los servicios de alguien que pusiera los sonidos en su lugar para el lucimiento de los futuros ídolos juveniles. Como muchas discográficas asentadas en esta región eran subsidiarias de compañías multinacionales, copiaron la fórmula que daba resultado en los países centrales y contrataron a artistas de aquilatados conocimientos para que tomaran las riendas creativas del negocio.

La cantera de la que salieron esos talentos era el circuito de las orquestas de jazz que amenizaban la movida nocturna de Buenos Aires en los años cincuenta, integradas por instrumentistas que se habían enamorado del bebop  y procuraban abordarlo desde estas australes latitudes. Ese ambiente jazzero se emparentaba además con el tango de vanguardia que comenzaba a hacerse escuchar y cuyo abanderado era Astor Piazzolla, muy hábil en su estrategia de sumar a los mejores a sus grupos orquestales, que iban variando en los nombres de sus miembros, pero no en la calidad de sus aptitudes interpretativas.

Horacio Malvicino, un guitarrista notable que pasó por las filas del octeto y el sexteto de Piazzolla y que en su momento  fue reconocido por el genial bandoneonista como uno de sus más fieles discípulos, recibió la propuesta del sello RCA de traducir en términos comerciales  las ansias de cantar de algunas jóvenes promesas. Y dio sobradas muestras de su eficacia cuando se esforzó en pulir las condiciones naturales del tucumano Palito Ortega, quien a poco de andar ya había sabido ganarse las simpatías del público, gracias a esas ingenuas canciones que entonaba en el programa “El club del clan”.

Su habilidad hizo que Malvicino pasara a desempeñarse como director musical de RCA, desde donde se dedicó a fabricar hits en serie, ya fuera para otros nombres famosos o para su propia orquesta, además del suceso que alcanzó con sus versiones de tango a la europea que firmaba bajo el seudónimo de Alain Debray. Se puede hallar su huella detrás de la banda sonora de los ciclos de humor de los hermanos Sofovich, de “Titanes en el ring” y de películas como “El extraño del pelo largo”, lo que da cuenta de su versatilidad en la tarea de musicalizar productos para el consumo masivo.

La muerte de Horacio Malvicino a los 94 años, llevó a que el martes pasado se destacara su aporte al jazz en la Argentina y en especial su destacado rol junto a Astor Piazzolla en la etapa fundacional del nuevo tango. Pero para quienes no han tenido acceso a ese trayecto de su carrera, tal vez se deba recordar toda esa tarea que desarrolló a la par de figuras muy conocidas por la gente, que gracias a sus composiciones, a sus arreglos y a su experticia en la producción, calaron hondo en la cultura popular y se tornaron inmortales.

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