Llaryora, entre Milei y Alfonsín: ajuste político, gestión con privados y Estado presente
El flamante gobernador anunció recorte de salarios para ministros, funcionarios del Ejecutivo y para él mismo y pidió a los otros poderes un gesto de austeridad. Enviará nueva ley de seguridad que incluirá al sector privado en la lucha contra el delito. Defendió la obra pública como “motor de progreso” donde no llega la empresa.
Por Bettina Marengo
Martín Llaryora se alineó con el discurso del ajuste al sector público que instaló el presidente Javier Milei, en una gestualidad “anti casta” que dejó a salvo el rol de Estado en materia de obra pública, educación, salud, y obviamente seguridad. Sin ubicar a Córdoba como especialmente afectada por la crisis económica nacional, el sanfrancisqueño adoptó el pronóstico de “estanflación” del nuevo jefe de estado nacional, y dijo que tomará las “decisiones necesarias” para amortiguar el mal contexto en la provincia.
“Austeridad y ajustar la política”, afirmó en su primer mensaje como gobernador de Córdoba tras jurar ante la Asamblea Legislativa, en una presentación donde reafirmó la idea del “partido cordobés” con que el oficialismo busca reinventarse luego de 24 años en el poder, que significa sumar a dirigentes y espacios antes opositores al PJ. La vicegobernadora radical, Mirian Prunotto, que también juró ayer, es un exponente de esa búsqueda. En el caso particular del sanfrancisqueño, el “partido cordobés” es también una necesidad surgida de su triunfo electoral ajustado y el mapa territorial con media Córdoba en oposición.
En esa línea se inscribe la reivindicación (con video y todo) que hizo al primer presidente de la democracia, Raul Alfonsin, a los gobernadores radicales Eduardo Angeloz y Ramón Mestre, y al peronista José Manuel de la Sota, aunque lo que sobresalió fue el agradecimiento y las menciones a su antecesor y socio político, Juan Schiaretti.
Llaryora hizo pocos anuncios en su discurso ante los legisladores, tribunos de cuentas, miembros del TSJ, legisladores nacionales, representantes de las fuerzas de seguridad, iglesias, empresarios, representantes de las universidades y un largo etcétera. Uno fue la nueva ley de Seguridad que promoverá la articulación del estado con el sector privado, una modalidad que el gobierno entrante va a utilizar en varios ámbitos, como por ejemplo en salud. El proyecto habilitará la creación de políticas municipales con armas no letales, algo que oficializó el ya asumido intendente de la Capital, Daniel Passerini. La preocupación por la seguridad y la incorporación del sector privado al combate del delito es una respuesta a los votantes de Hacemos Unidos por Córdoba y otro guiño a Milei. El libertario arrasó electoralmente en Córdoba y en el PJ provincial aseguran que creció 15 puntos en imagen positiva desde que ganó el ballotage con el 56% a nivel nacional a Sergio Massa. Un dato que guiará seguramente gran parte de los pasos políticos futuros del entrante mandatario.
En el “nuevo paradigma” que Llaryora anunció en seguridad, un despiece fuerte fue el tema narcotráfico, con narcotest de consumo de funcionarios incluido. Llaryora incluyó el tópico en su agenda provincial pero le mandó un mensaje a Milei por las obligaciones nacionales de “cuidar las fronteras, radarizar, aplicar ley de derribo y usar fuerzas federales” en el combate del problema.
La otra señal al contexto político nacional fue el recorte en los salarios del gobernador, ministros y funcionarios, de un 25, 15 y 10% respectivamente, y el pedido al resto de los poderes para que haga lo propio. Esto se suma al achique de la estructura ministerial, de dos docenas a 14 ministerios, más las agencias. Los supremos que asistieron a la ceremonia en la Legislatura no esbozaron muecas sobre el reclamo de Llaryora. En cambio, fuentes legislativas seguras indicaron que el cuerpo tendrá que debatir sobre el pedido del Ejecutivo y que ese tema, junto a la ley orgánica ministerial del nuevo gobierno, y la reforma de la ley de seguridad 9235, ocuparán la agenda de la Unicameral hasta el final de las sesiones ordinarias.
El flamante gobernador pivoteó entre Alfonsín y Milei, tal vez sus convicciones y su circunstancias. Socialdemocracia de Willy Brandt con achique de ministerios.
Destacó los 40 años de democracia ininterrumpida, habló de un nuevo modelo de hacer política y volvió al concepto de una “nueva generación” en el poder. Dijo que “no es tiempo de grietas y peleas” sino de puentes, y se puso a disposición del nuevo presidente de la Nación. “Vamos a acompañar al gobierno de Milei que hoy (por ayer) asume el gobierno nacional; no es tiempo de palos en las ruedas”, resaltó. Luego de eso, hizo el planteo cordobesista. “Espero que cumpla las promesas que hizo”, y mencionó tres temas que preocupaban a Schiaretti y ahora a Llaryora: baja de retenciones al sector agroexportador, equidad en los subsidios nacionales y fondos para sostener la Caja de Jubilaciones de Córdoba. El libertario, en su primer discurso luego de ser ungido jefe de Estado, no hizo mención a las provincias.
En el marco del ajuste, Llaryora prometió defender la obra pública en Córdoba, uno de los signos distintivos de la gestión Schiaretti, mejorar la salud pública y mantener la educación estatal como “estandarte” de Córdoba. Destacó el rol del Estado allí donde al privado no le interesa llegar, y prometió que la conectividad será para su gobierno lo que los gasoductos fueron para la gestión Schiaretti, aunque en 2019 su predecesor ya había prometido internet en toda la provincia. “Llevar las obras a la gente y no la gente a las obras”, señaló.
En este tema de la obra pública como “motor de progreso”, introdujo la novedad del Ministerio de Cooperativas y Mutuales como vector federal de la economía solidaria que da respuestas donde no las da el mercado, y también como necesidad política frente a un interior que, en gran parte, todavía tiene que incorporar al nuevo gobernador.
Los atributos del mando, en San Francisco: discurso al interior
La jornada de Martin Llaryora comenzó con la jura como nuevo gobernador y el discurso ante la Asamblea Legislativa, viajó a Buenos Aires junto a los cinco diputados nacionales por Cordoba para presenciar la asunción de Javier Milei en el Congreso de la Nación y volvió a su pago chico, San Francisco, para recibir los atributos del mando de manos del saliente mandatario, Juan Schiaretti. Con la banda y el bastón de mando en su poder, despidió al ahora ex gobernador. “Vas a ser siempre un amigo”, le dijo.
Ya había presenciado el mensaje de Milei, tras lo cual admitió que “esperaba no solo un diagnóstico, sino medidas concretas. Escuchamos un estado de situación que todos sabemos”. Más temprano, en la Unicameral, se habia mostrado cercano al nuevo presidente, a quien le dijo que contara con el apoyo de Córdoba.
Allí, en el Superdomo local, tomó juramento a los ministros que conformarán su gabinete provincial y dio un discurso, más emotivo y menos institucional que a la mañana.
En San Francisco, Llaryora recordó que es hijo de la escuela pública y que sin educación no hay progreso. “No voy a parar de invertir en salud y educación pública en nuestra provincia”, afirmó. “No sería yo si dejara mis convicciones en mi casa”, sostuvo, parafraseando al Néstor Kirchner del 2003.
Tras destacar que tendrá que anunciar “medidas difíciles” por el contexto economico en que asume, resaltó que es “el primer gobernador de Córdoba que proviene del interior provincial”. Un dato que seguramente Llaryora mostrará de acá en más en la construcción de su perfil federal, no solo para su asentamiento político en la provincia sino en su proyección para jugar, según den los tiempos y los escenarios, en el plano nacional.
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