Provincial Por: Gabriel Silva 22 de febrero de 2024

Meter el perro

En la Unicameral, la oposición fracasó en su intento de quórum y le faltó pericia para contar con el número para el debate. El accidente del radical Grich quedó en la mira de todos y la tensión en la Legislatura se confirma como una constante.

Por Gabriel Silva

Los que conocen desde hace un buen tiempo al gobernador Martín Llaryora les gusta sostener que el dueño del despacho principal del Panal es un tipo con suerte. Que siempre, de alguna manera muchas veces inesperada, se conjugan algunos factores que le dejan el escenario a su favor. Y ayer, con la sesión caída en la Unicameral después del entusiasmo que se habían generado Juntos por el Cambio, para conseguir el quórum con aliados y exponer en varias cuestiones al Gobierno provincial, pareció ser uno de esos momentos.

De aquellos en los que la fortuna toca la puerta del oriundo de San Francisco y le devuelve un poco de tranquilidad en la turbulenta relación que el oficialismo tiene con la oposición en la Legislatura provincial. Porque la suerte quiso que un perro –fortuna con la que no contó el malogrado can- se cruzara en el camino del legislador radical Ariel Grich originando un accidente que dejó el auto del exintendente de Monte de los Gauchos en malas condiciones para llegar a Córdoba.

El hecho de que se haya caído uno de los 19 legisladores radicales empezó a desactivar de a poco la vehemencia con la que esperaba la oposición ingresar al recinto cerca de las 14.30. Y a pesar de los esfuerzos de las principales espadas parlamentarias que tiene Juntos por el Cambio para intentar retroceder al origen de la fricción por el accionar de Hacemos, la bolilla del papelón cayó en la mayor porción opositora que tiene el recinto.

Los aliados de los monobloques, fundamentalmente el peronista de Creo, Federico Alesandri, y el libertario Agustín Spaccesi cumplieron con su palabra de acudir al recinto. En un gesto que muchos valoraron desde la coherencia para dar la discusión adentro, de la misma manera que había ocurrido en diciembre cuando al portazo lo pegó Juntos.

La coalición, en tanto, quedó envuelta en miradas de reojo. En primer lugar, porque ayer fuentes del radicalismo reconocieron a Alfil que se le ofreció otro auto a Grich para que se trasladara a Córdoba y que no pudo hacerlo por una cuestión de salud. Y, en segundo término, porque ayer un parlamentario con experiencia y picardía reconoció a este diario que “el perro estaba dando vueltas desde el martes y antes pasó por otros dos pueblos”.

Más allá de ello, hay voces en el PJ que ratifican el final de las sesiones semanales y reiteran la comparativa con otros legislativos. Aunque admiten que tratarán de contar con los propios siempre (esta semana hicieron retornar a un legislador que estaba en Buenos Aires) y seguirán hablando con los monobloques. “Como también hacen ellos”, dicen por Juntos.

Incluso con dirigentes por fuera de la Unicameral que creen en el oficialismo, y muchas veces de manera errónea, que funcionan como terminales de los legisladores de banca unipersonal. Algo que ayer evidentemente no resultó.  

Por último, la tensión será una constante, la fricción será permanente. Hacemos y Juntos se medirán el poder y el quórum todas las semanas, y será fundamental en ambos extremos de la grieta cordobesa que ninguno se deje meter el perro.