Cultura Por: J.C. Maraddón 23 de abril de 2024

La mirada ya no es la misma

Cuarenta días después de la ceremonia de los Oscar en la que “Oppenheimer” arrasó en las categorías más importantes, la plataforma Max selló el aterrizaje de ese filme en su grilla, como parte de la estrategia para incrementar los abonados a ese servicio de streaming.

Por J.C. Maraddón

La Academia de Hollywood inclinó su balanza este año abiertamente a favor de “Oppenheimer”, el extenso largometraje del británico Christopher Nolan que se llevó las estatuillas más preciadas, tal como lo anticipaban todos los pronósticos antes de la ceremonia realizada en marzo. La historia del genio detrás de la creación de la bomba atómica estadounidense lanzada en 1945 sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, fue revisada con minuciosidad en ese filme donde, además, se vislumbran los coletazos de ese experimento, que en el comienzo de la Guerra Fría desataron la persecución macartista de la que fue víctima el propio Robert Oppenheimer.

Tanto en el momento del estreno de la película el año pasado, como en su carrera triunfal hacia el Oscar, se apreciaba en ella la necesidad de recordar cómo había sido que semejante arma pudo ser proyectada, fabricada y sobre todo arrojada sobre la población civil, bajo la excusa de que con ese acto se acotaba el número de bajas que podía ocasionar el conflicto. Y también se explicitaba en esas tres horas de narración, de qué manera a Oppenheimer se le había planteado a posteriori un conflicto moral con respecto al uso de la energía nuclear con fines bélicos.

A esa mirada retrospectiva se le podía adosar un anexo, reconstruyendo lo sucedido en los años posteriores, cuando la disputa territorial e ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética tenía como marco el incremento de las armas atómicas por parte de ambas potencias, en un equilibrio inestable que mantenía a la humanidad al borde del colapso. Mediante ese plus, “Oppenheimer” ofrecía la chance de retrotraernos al punto de partida de esa carrera armamentista que sembró el pánico en la segunda mitad del siglo veinte, hasta que en los noventa el imperio soviético sucumbió de modo abrupto.

La actualización obvia a la que daba pie esta cinta mientras era proyectada en salas, se vinculaba con la guerra que se desarrolla en Ucrania, donde Rusia vuelve a ser vista por Occidente como una fuerza militar enemiga que no acepta la autoridad autoimpuesta por Estados Unidos, como supuesto garante de la paz internacional. El ataque a objetivos no militares y las imágenes desoladoras tomadas después de los bombardeos, se verificaban entonces en simultáneo con las funciones de una película que mostraba con crudeza cómo el gobierno estadounidense había promovido un ataque impiadoso que masacró a miles de personas.

Cuarenta días después de aquella ceremonia en la que “Oppenheimer” arrasó en las categorías más importantes, la plataforma Max despliega una campaña publicitaria sobre el aterrizaje de ese filme en su grilla, como estrategia para estimular el incremento de abonados a ese servicio de streaming que hasta no hace tanto se llamaba HBO. Para quienes no pudieron todavía echarle un vistazo a ese título, se trata de una excelente oportunidad para hacerlo, con la comodidad de que, si les resulta demasiado largo, disponen de la tecla de pausa para tomarse un descanso o, directamente, continuar con el disfrute al día siguiente.

Pero la escalada del conflicto en Medio Oriente, con las ofensivas y contraofensivas entre Israel e Irán, obligan a que la perspectiva sobre la obra de Christopher Nolan cambie de ángulo. De erigirse en un testimonio histórico y en una referencia para entender cómo llegamos hasta las circunstancias actuales, ha pasado a ser un material de consulta para quienes escuchan hablar de una probable Tercera Guerra Mundial y buscan precisiones sobre qué se engloba tras ese concepto, que de tan repetido corre el riesgo de vaciarse de contenido, si no se lo llena con la significación apocalíptica de una hecatombe nuclear.