Nacional Por: Javier Boher30 de mayo de 2024

Falta gas y sobra paciencia

El anuncio de los cortes en las ventas de GNC pone a prueba el temple de una ciudadanía que eligió la salida por el lado del ajuste duro

Por Javier Boher
rjboher@gmail.com
La cosa ya había tenido una previa la semana pasada, cuando en algunas estaciones de servicio de las sierras chicas no se vendía gas. "Decisión del Enargas", me dijo el playero. El diálogo también incluyó el enojo de la gente y la preocupación de los playeros suspendidos.
Anteayer se anunció que se deja de vender GNC en las estaciones de toda la provincia por un supuesto problema en unas plantas presurizadoras. Incluso si fuese verdad, el malestar que provoca en los usuarios comunes y el perjuicio que provoca para los transportistas tuerce rápidamente el humor de la gente. Si a eso se le agrega el próximo aumento de la nafta, la indignación es el siguiente paso en la secuencia lógica.
Como pasa cada vez que ocurre algo de esto, también se salió a culpar al clima, esta vez por un otoño que ha sido excepcionalmente frío, el peor en más de 40 años. 
Desde la oposición señalan a las suspensión de la obra pública como la principal razón para este problema, por la falta de obras complementarias al Gasoducto Néstor Kirchner que permitirían un mejor uso del recurso. Desde el gobierno dicen que no es así y que se puso todo en marcha, incluso cubriendo deudas de la gestión anterior. Hay datos para cada versión, así que la discusión termina en el plano de la fe, como casi todo en estos tiempos de posverdad.
La falta de obras durante el kirchnerato es un dato irrefutable. El país pasó del autoabastecimiento y el superávit energético a importar cantidades cada vez mayores de gas para cubrir su demanda invernal. Los cortes a las industrias no son cosa de ahora, sino que llevan años entre nosotros. Lo que sí llama la atención es la magnitud de este corte, que afecta de manera directa a mucha gente que de otra manera no se enteraría de lo que pasa. Por eso en tiempo del kirchnerismo se cortaba antes a las industrias que a las estaciones: si falta, que no se note.
Tal vez por esos antecedentes del kirchnerismo es que la gente sigue aceptando mansamente lo que propone este gobierno. Si en noviembre hubo caos por la falta de nafta en todos lados, que se repita un cuadro parecido a seis meses del cambio de gobierno le sigue dando algo de changüí a la nueva gestión.
Como desde el primer día, entonces, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cuándo va a empezar a ser el gobierno de Milei? Es decir, ¿en qué momento la gente empezará a hacerlo cargo de sus decisiones de gestión?
Ayer se llenó de caras conocidas pidiendo explicaciones a los funcionarios nacionales o haciendo sus propios desarrollos sobre porqué no hay gas en varios lugares del país. Es risible que los mismos que mataron el sistema energético del país vengan a bajar línea sobre qué hay que hacer para resolver un problema que ellos mismos generaron. Tal vez allí radica el punto fuerte de la paciencia que está demostrando la ciudadanía, que sigue sintiendo rechazo por un espacio político y un conjunto de ideas o prácticas a las que considera responsable de no poder llenarle el tubo al Duna. Mientras la evaluación social del kirchnerismo siga siendo tan mala la cosa no va a variar sustancialmente. 
Alberto Fernández tiene casi 90% de imagen negativa, Cristina y Massa más del 50% de desaprobación y casi no hay ningún dirigente kirchnerista con diferencial positivo (salvo los ignotos como Leandro Santoro, con alrededor de 10% de desconocimiento). Mientras eso se mantenga así, puede faltar gas, nafta, agua, luz o lo que sea que Milei no va a perder popularidad. Va un 65% de inflación acumulada desde enero y la gente sigue viviendo, casi sin pérdida de apoyo para el presidente. Es un cambio de ciclo, un quiebre lo suficientemente profundo como para que no queden ni siquiera nostálgicos de una realidad solo existente en las memorias de los privilegiados. Tal vez de acá a un tiempo estas cosas empiecen a golpear de otra manera a los ciudadanos. Hasta ese entonces, la gente se seguirá resignando a vivir con alegría y un poco mas de abrigo.
 

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