Las sendas de la creatividad
El legado de Sergio Schmucler, un agente insustituible de la cultura cordobesa que falleció en 2019, está siendo objeto de análisis en el ciclo “Seguir la huella”, que se viene desarrollando en la Biblioteca Córdoba, con la organización de la sede Juan Filloy de la Biblioteca Nacional.
Por J.C. Maraddón
El proceso de gestación de un artista puede iniciarse cuando alguien percibe que posee un don creativo y entonces busca la manera más adecuada de expresar eso que bulle por dentro y que necesita corporizarse. O también puede ocurrir que alguien tenga cierta facilidad para abordar determinada técnica, como la escritura, la fotografía, la pintura o la actuación, y a partir de esas aptitudes desarrolla una carrera artística, canalizando en esa actividad que le es afín las ideas que brotan su capacidad imaginativa. En ambos casos, el perfeccionamiento de esos talentos naturales derivará en una mejora de las posibilidades de plasmar en obras esa vocación.
Pero no siempre esas personas con una inquietud o una habilidad innatas, encuentran una sola vía para manifestarse y se dedican con ahínco a ese único género hasta destacarse en él, sin pensar siquiera en abrirse a otras experiencias fuera de ese soporte. Grandes autores de novelas, directores de cine o dramaturgos han entregado su vida a su tarea específica, dejando de lado cualquier otra forma de materializar sus esfuerzos imaginativos. Y no por ello se ve menoscabado su prestigio ni se le reclama a su trabajo que explore otros caminos.
Se han dado casos en los que se abordan géneros mixtos, sobre todo en tiempos más recientes, cuando se empezó a desafiar los límites establecidos y a experimentar con modos diferentes de combinar herramientas expresivas. Las novelas gráficas, la danza teatro, las comedias musicales o las performances son algunas de esas disciplinas híbridas en las que también hay muchos que incursionan, mixturando elementos provenientes de diversas cajas de herramientas y apelando a esa libertad que se supone permite el arte para dar lugar a un objeto que el público disfrute más allá del rótulo que puede adjudicársele o no a esa propuesta que ha nacido para ser indefinible.
Por último, como excepción a cualquier regla, están los que no se conforman con ser expertos en algo, sino que llevan dentro una cuota de ingenio que los desborda y que debe ser administrada según lo requiera cada circunstancia. Esos son los artistas múltiples, capaces de coquetear con (casi) todos los formatos, que no por eso pecan de soberbia o reciben la crítica por una supuesta falta de coherencia en su evolución. Por el contrario, suelen mantenerse fieles a un estilo muy concreto y descreen de que haya tan sólo una variante para hacerlo explícito.
Dentro de esta categoría cabe inscribir a Sergio Schmucler, un agente insustituible de la cultura cordobesa que falleció hace poco menos de cinco años y cuyo legado está siendo objeto de análisis en el ciclo “Seguir la huella”, que se viene desarrollando en la Biblioteca Córdoba, con la organización de la sede Juan Filloy de la Biblioteca Nacional. Al abarcar el despliegue de Schmucler como escritor, guionista, periodista y cineasta, la iniciativa le hace honor a una personalidad que estaba en una constante búsqueda donde confluían el arte y la militancia, para que aflorasen proyectos en cuyo emprendimiento se comprometía.
Hace algunos días, en esta serie de encuentros se convocó a recordar un aporte de Sergio Schmucler que lo pinta de cuerpo entero. A propósito de cumplirse 25 años del Cordobazo, en 1994 redactó el guion de un radioteatro sobre ese acontecimiento histórico, que luego también se convirtió en una historieta publicada en el diario Página/12 Córdoba. Tres décadas después, el elenco que participó de aquella radionovela y el dibujante Chumbi, encargado de plasmar en el papel el libreto de Schmucler, dieron testimonio de cómo llevaron adelante su tarea y de cuánto se hacen extrañar hoy esos individuos que transitan con tanta determinación las sendas de la creatividad.
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