Nacional Por: Javier Boher10 de septiembre de 2024

Todo a pesar de Tapia

La conferencia de prensa de Andrés Fassi desnudó el promiscuo cruce entre la política y el fútbol

Por Javier Boher 

rjboher@gmail.com 

En Argentina la política invade todos los ámbitos de la vida, filtrándose por cada resquicio donde pueda haber posibilidad de aumentar una cuota de poder. Sin embargo, hay algunos ámbitos más propensos a caer en esa dinámica, particularmente los que tienen que ver con los consumos y sentires populares. ¿Qué más popular que el fútbol?.

La polémica del fin de semana entre Talleres y Boca siguió escalando hasta donde corresponde, los problemas en la administración de la AFA. El patético cruce pugilístico entre el presidente de Talleres y el árbitro del encuentro derivó en acusaciones cruzadas y una conferencia de prensa del primero en la que cargó con fuerza contra el titular de la entidad futbolística nacional, Claudio “Chiqui” Tapia.

El fútbol y la política están absolutamente entremezclados en una simbiosis tóxica donde se copian los modales de la tribuna en los ámbitos de discusión pública y las prácticas oscuras en el manejo de los clubes. Cada entidad es un refugio político para dirigentes políticos y gremiales que ven la posibilidad de armar una base a partir de la cual construir o sostener sus carreras. Son usados para negocios personales sin haber tenido que poner ningún solo peso para hacerse con ellos.

Por eso la pelea involucra también a las SAD, las sociedades anónimas deportivas. Los defensores de los clubes como sociedades civiles lo hacen con el discurso de la inclusión, de los chicos y las oportunidades, pero en el fondo sus motivaciones son mucho más crudas: acumular poder, mover gente y administrar una buena cantidad de recursos económicos. La negativa al ingreso de capitales privados no es para mantener puro al fútbol -pervertido por el profesionalismo hace más de un siglo- sino para conservar la titularidad de las instituciones en manos de los que pueden mover aparatos político-electorales para definir elecciones.

Toda la organización del fútbol argentino está viciada de origen, a partir de su estructura orgánica que le da más peso en su asamblea a Barracas Central que a grandes del interior. Son pocos los dueños del fútbol en un país con millones de amantes de dicho deporte.

Fassi se metió en un terreno complicado, porque arremeter contra Tapia y su forma de organizar el fútbol seguramente le costará a Talleres el acoso por parte del poder, ese que llegó a mandar al descenso a River. La cosa es tan grave que ya naturalizamos que esas son las consecuencias lógicas de alzar la voz contra el manejo injusto de las cosas.

Mauricio Macri intentó meterse contra ese armado político-sindical durante su mandato presidencial, apostando por la intervención de la AFA y jugando con Armando Pérez para lograr su desembarco en la entidad. Fracasó con ruido en una patética asamblea que complicó las cosas e incluyó una amenaza de suspensión por parte de la FIFA.

El éxito de las SAD y de los países desarrollados a esta altura es indiscutible. En lo que va del siglo XXI se han jugado seis copas mundiales, con dos títulos sudamericanos y cuatro europeos. De doce finalistas, solo tres fueron sudamericanos (con mayoría de jugadores jugando en Europa). En los últimos años se ha sumado un componente extra, el de los jugadores nacidos y formados en Europa que representan a otros países, como pasaba en países africanos y ahora también nos pasa en Argentina. 

El fútbol argentino debe empezar a separarse de la política, si no para convertir a los clubes en empresas, al menos para devolverlos a su función original de formar personas con base en los valores del deporte. El fútbol argentino está demasiado teñido de los mismos problemas y prácticas que se ven en el resto de la sociedad, con corrupción y manipulación camuflada bajo el manto de la pasión y a merced de la influencia de las casas de apuestas que financian campañas electorales. 

Fassi es el representante de parte de la gente que está cansada de esos manejos, y aunque también pelea por un interés económico personal, es el único que se anima a salir a enfrentar a un poder establecido que perjudica sistemáticamente a aquellos que intentan trabajar en su contra. Es increíble lo indignos que pueden ser algunos clubes del interior cuando se acercan a acariciar una estrella que nunca les van a dejar bordar en sus escudos.

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