De cómo el PJ recicló a Daniele
En vísperas de las próximas elecciones, el sindicato sigue profundizando el conflicto, mientras Daniele confiesa lo obvio: irá por un nuevo (treceavo) mandato. La oposición descuenta que hay un pacto entre el secretario general y el oficialismo, cristalizado en la pasividad del Suoem durante la campaña.
Por Felipe Osman
Si algo le sobra al cacique de los municipales, eso es experiencia. Tras 36 años al frente del Suoem (39, ininterrumpidos, si contamos la regencia de Beatriz Biolatto), nadie conoce el tablero como Rubén Daniele, tanto hacia adentro de esa “federación de reparticiones” que es el gremio, como a las sucesivas gestiones que ha visto pasar. Muchas de ellas, sin pena ni gloria. Otras, estrelladas. Y muy pocas, con saldo positivo.
Ahora, el secretario general del Suoem acaba de confesar lo obvio. En una entrevista con Voz y Voto, blanqueó que irá por un nuevo mandato al frente del gremio en los primeros meses de 2025. Lo sorprendente es que nadie duda de que Daniele prevalecerá en esos comicios, a pesar de que él mismo admite que el Suoem ha perdido sin pausa durante las negociaciones que sucesivamente han tenido lugar los últimos cincos años, desde la llegada del peronismo a la Intendencia.
En la misma entrevista, Daniele confesó algo más: la conducción que él lidera hizo una importantísima concesión al oficialismo al concederle paz durante la triple campaña municipal, provincial y nacional del año pasado. Una paz que resultó vital para el oficialismo. Y la pregunta obligada es ¿por qué?, o mejor aún, ¿a cambio de qué?
Durante su gestión municipal, Martín Llaryora lideró una durísima (y necesaria) carga contra el Suoem, para reducir la dedicación presupuestaria al pago de salarios (equilibrándola alrededor del 50 por ciento), devolver aire a las arcas municipales, y volcar recursos al sostenimiento de los servicios públicos y el desarrollo de obras que los vecinos reclamaban.
Ese loable propósito fue alcanzado, y luego recompensado en las urnas, con un apoyo que determinó la llegada de Llaryora a la Provincia. Sin embargo, desde la perspectiva del gremio fue una dura seguidilla de derrotas en las que los municipales vieron reducida su jornada de 7 a 6 horas, limitadas las extensiones de jornada, y reemplazadas las horas extra por “horas módulo”, peor pagas y “en negro”.
La respuesta que todos esperaban era que, apelando a su manual de antaño, Daniele intentara recuperar lo perdido yendo al conflicto durante la campaña electoral, el momento de mayor debilidad relativa del oficialismo. Sin embargo, eso no sucedió. Daniele le concedió una inexplicable paz a Hacemos Unidos, en desmedro de los intereses de su sindicato. Y la especulación que desde entonces atraviesa a los municipales es que hay un pacto de fondo entre el sindicalista y el peronismo, por el cual las ofensivas se miden y, más aún, se ubican allí donde no generen demasiado daño al otro, aún sirviendo a cada cual para validarse respecto del propio electorado.
Y hoy, ya traspuestas las elecciones municipales, provinciales y nacionales, el calendario apremia a Daniele sin importunar al PJ.
Dentro del gremio hay muchos disgustados -aunque no sorprendidos- por la intención del histórico sindicalista de ir por su 13er mandato. Y hay, también, agrupaciones internas de la lista Verde que reclaman a sus líderes encabezar un armado diferente. Pero las chances de que una lista opositora capaz de amenazar al oficialismo gremial se consolide son muy bajas. De hecho, los potenciales retadores descuentan que, de intentar un armado de esas características, chocarían con la resistencia del propio Ejecutivo, al que le sobran herramientas para disuadir a delegados díscolos.
El PJ tampoco prosiguió, en la Justicia, con la vía recursiva iniciada por Ramón Mestre para jubilar al “agente Daniele”. Fiel cultor de la economía circular, lo recicló. Paradójicamente, Daniele es hoy un elemento útil para el oficialismo, capaz de bloquear una renovación que, indefectiblemente, desordenaría al Suoem y lo haría más difícil de controlar.
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