El compás del funk
En la apertura oficial de un nuevo club nocturno junto la rotonda de la Mujer Urbana, fue Só la banda encargada de subirse al escenario y celebrar el advenimiento de un flamante espacio para que exponga lo suyo el nutrido contingente de artistas locales que pugna por actuar en público.
J.C. Maraddón
Vaya a saber qué hubiese sido de las discotecas de no existir ese ritmo llamado funk, que tantas veces encendió las pistas de baile desde los años sesenta hasta la actualidad y que, por lo que se vislumbra, dista mucho todavía de haber dado todo lo que podía brindar. En cuanto al origen, pocas dudas caben de que James Brown fue el primero en preparar ese cóctel fatal que mezcla una línea de bajo potente, una percusión cadenciosa y una guitarra rítmica obsesiva, elementos que según la combinación deseada dan como resultado una música envolvente ante la cual es imposible quedarse quieto.
Después vinieron Sly Stone y George Clinton a desarrollar ese invento, hasta desembocar en la era de la disco music durante los años setenta, cuando ese género fue el mimado de los deejays que por ese entonces lo usaban para encender el fuego de los bailarines. Fue sobre algunas bases funky que las voces de los freestylers improvisaron rimas y dieron forma al rap, expresión sonora de la cultura hip hop que brotó en el Bronx neoyorquino hace medio siglo y que de a poco fue expandiéndose hasta transformarse en una manifestación global dispuesta a mixturarse con otras corrientes.
Ni siquiera cuando se produjo el cambio de guardia y la electrónica copó las cabinas de los DJs, el funk abandonó su lugar de privilegio en esos ámbitos y permeó todo lo que sonaba bajo las bolas de espejos con su rítmica marcada y su artillería erótica. Daft Punk, el dúo francés que se erigió en la referencia más citada del panorama electro, es un ejemplo concreto de esa supervivencia, al punto que en su disco “Random Access Memories” de 2013 estuvieron acompañados por el guitarrista Nile Rodgers, quien además de liderar el grupo Chic fue artífice de muchos de los hits de la música disco.
De la mano de Bruno Mars, Mark Ronson impuso en 2014 el hit “Uptown Funk”, que demostró la vigencia intacta que poseía esa fórmula imbatible obtenida en su momento por James Brown y engordada por los aportes de todos los que incursionaron por la misma senda. Y Córdoba no quedó exenta de esa furia, porque desde al menos comienzos de los ochenta han sido varias las bandas que se atrevieron a presentar una propuesta funky, los más recientes tal vez inspirados en el rescate que hicieron en la segunda mitad de los noventa los Illya Kuryaki and The Valderramas.
Siguiendo esa línea temporal, nos encontramos en 2024 con el grupo Só, que desde la pospandemia viene surcando los recintos cordobeses de música en vivo y que en el pasado mes de agosto tuvo su debut discográfico con el álbum titulado “La fundación”, nombre que bien podría remitir a la formación británica de soul The Foundations, pero que hace alusión a que reúne canciones “fundantes” del proyecto. Con preeminencia de temas instrumentales y un ajustado desenvolvimiento en escena, este cuarteto reúne a Martín Viale (batería), Facundo Sfaello (guitarra), Ernesto Gambarini (guitarra) y Lucas Rinke (bajo).
El sábado pasado, en la apertura oficial de la sala Resistencia, ubicada junto la rotonda de la Mujer Urbana, fue Só la banda encargada de subirse al escenario y celebrar el advenimiento de un flamante espacio para que exponga lo suyo el nutrido contingente de artistas locales que pugna por actuar en público. No pudo haber sido más acertada la elección del grupo para la bienvenida: los invitados cayeron bajo el embrujo de ese funk a la cordobesa que monta sobre el groove del bajo toda la infraestructura musical necesaria para que la gente tenga que moverse sin perder el compás.
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