Maduro no suelta al gendarme
La mala relación diplomática entre Argentina y Venezuela suma un nuevo capítulo, todo para buscar apoyos
Por Javier Boher
rjboher@gmail.com
La dictadura venezolana no tuvo la suerte de la cubana: las nuevas tecnologías nos dejaron ver en tiempo real la decadencia del régimen. A las persecuciones, secuestros, desapariciones y censura las siguió un derrumbe patético de mediocridad galopante, sin nada de brillo revolucionario para venderle a jóvenes incautos. Todo lo que hace el gobierno de Venezuela es de bajísima calidad, incluso para los estándares latinoamericanos.
La situación es mala y sería preferible que el gobierno de Maduro caiga para dar lugar a la democracia. Lamentablemente eso no es posible, porque maneja los resortes del Estado que le permitieron desconocer los resultados electorales y sostenerse en el poder. Un poco de eso se tratan los regímenes autoritarios, siempre buscando a los enemigos que “conspiran” contra los deseos del gobierno. En la supuesta defensa de los intereses del pueblo está el corazón de todo lo que hace a estas dictaduras.
Desde que inició el mandato Javier milei Venezuela y Argentina han entrado en una espiral de conflictos. Los dos gobiernos -de tendencia ideológica opuesta- se valen de la rivalidad para sostener su propia retórica. Aunque uno es una dictadura y el otro una democracia, los dos necesitan de ese espejo para explicar lo que ellos no son y contra lo que pelean.
El enfrentamiento lleva meses, con el asedio a la embajada argentina como el punto más alto. Después de un tiempo de aparente calma el clima se fue enrareciendo y la presión aumentando. Las personas que allí residen están sin luz ni agua, producto del esfuerzo del gobierno bolivariano por conseguir que el gobierno argentino entregue a las personas que están allí asiladas.
Esta última semana fue tomando cuerpo un problema bastante grave, donde las acusaciones son más complejas. El régimen de Nicolás Maduro detuvo a un gendarme argentino que había ido a visitar a su mujer y a su hijo bajo denuncias de espionaje. Desde la detención se sabe poco sobre el hombre secuestrado, que está detenido en una base militar conocida por los abusos que allí se cometen.
Es poco creíble que Argentina esté pretendiendo desestabilizar al gobierno venezolano con incursiones militares de ese tipo. Primero, porque no tiene sentido que se largue a entrar por un paso fronterizo formal cuando el resto del país es un colador. Segundo, porque nuestro país carece de capacidad operativa como para largarse a hacer algo que no le redundaría en ningún beneficio.
En cualquier caso, todo parece más una maniobra del acorralado gobierno de Maduro para jugar la carta del país perseguido y hostigado por el “imperialismo y sus lacayos”. No faltará el que crea que esto es una maniobra del gobierno para polarizar con el gobierno venezolano, lo que resulta incluso más improbable, porque quien más necesita de la épica de la víctima es el régimen bolivariano, cada vez más ilegítimo.
Es increíble que estos temas de Estado se manejen de manera tan burda y sin nada de repercusión en los medios: es más fácil que la tele levante el caso de algún zonzo accidentado en México que necesita plata para pagarse una operación antes que este caso de gravedad diplomática. Probablemente no pase nada más que algún intercambio de epítetos entre los gobiernos, pero la angustia de la familia es absolutamente real. Qué bananeros que se pueden poner los gobiernos cuando ven que se les escurre el poder de las manos.
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