Cuidado con el perro

La ineficiencia del Estado se multiplica cada vez que un nivel intenta hacer algo que no le corresponde y que, al final del día, va a terminar pagando el ciudadano

Nacional 13 de marzo de 2024 Javier Boher Javier Boher
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Por Javier Boher
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Anteayer escuchaba la radio en mi ida al trabajo. Estaban discutiendo sobre la Guardia Urbana municipal, su impacto real en la seguridad y el aumento del gasto público. Los oyentes compartían sus apreciaciones, que más o menos señalaban lo mismo: no va a cambiar nada, van a ser todos ñoquis y van a encarecer el gasto público. 
Más allá de esas observaciones -que comparto, al menos en la enunciación- me disparó la reflexión sobre por qué la ciudad no podría tener una policía, algo así como pasa con la ciudad de Buenos Aires o con las grandes ciudades de Estados Unidos. Por las dudas lo voy a aclarar de antemano: me parece una mala idea, especialmente cuando vemos el poder del Suoem y su rol en los actos de corrupción que se ven en la capital. Sin embargo, sirve para pensar en otras cosas.
La capital cordobesa tiene aproximadamente 1,5 millones de habitantes, menos de la mitad de los que tiene CABA, repartidos en una superficie que la duplica en tamaño. No son comparables desde su estatus jurídico, ya que una es una capital provincial y la otra tiene la misma autonomía que una provincia, pero en esos otros aspectos no parece haber mucha diferencia entre una y otra.
Repasando qué funciones desempeña actualmente la municipalidad, solamente le faltaría tener una policía para hacerse cargo de las mismas funciones esenciales que desempeñan las provincias. 
Como sigo con la idea fija, decidí buscar los datos sobre presupuesto para Chubut y para La Docta, ya que los primeros andan preocupados porque no les alcanza la plata. Resulta que la capital cordobesa tiene 2,3 veces la población de la provincia patagónica, pero la mitad de presupuesto. Así, por cada chubutense se gasta más o menos cinco veces lo que se gasta en un cordobés. ¿Qué obligaciones puede tener Chubut que no tenga Córdoba? La capital cordobesa tiene más de 100 centros de salud, desde dispensarios hasta hospitales. Aunque las escuelas municipales no son tantas, si supusiéramos que la mitad del gasto presupuestado por la provincia podría destinarse a que la municipalidad se haga cargo de la educación, tampoco llegaría a cubrir el presupuesto de Chubut. 
Esto no pretende alentar la creación de una policía municipal ni mucho menos, pero sí debería servir para generar un debate sobre las disparidades que hay en este país, que se alimentan de problemas de coordinación entre niveles de gobierno y una rígida distribución de tareas que algunas veces dificulta el logro de objetivos.
Esto, aunque no parezca, encaja perfectamente bien con el anuncio que hizo el gobierno nacional de su decisión de liberar las importaciones de alimentos. La medida, que bien puede ser celebrada por los consumidores, fue rápidamente objetada por los productores. Aseguran que debe bajar el costo impositivo local para estar en igualdad de condiciones y ser competitivos a nivel global.
La afirmación es parcialmente cierta, ya que el Estado es el gran socio que tienen las empresas a la hora de definir costos y utilidades, pero también es cierto que durante mucho tiempo produjeron con subsidios que empobrecieron a los trabajadores. Ni hablar del precio deprimido a causa de las retenciones, lo que en algún momento motivó una queja de Brasil por lo que consideraban dumping (los productores argentinos pagaban trigo menos retenciones, mientras que los brasileños pagaban precio internacional).
La situación, que parece tan alejada, refleja para qué ha servido el Estado en este país a lo largo de los años. Lejos de tratar de coordinar tareas, roles, intereses o funciones, replicó algunas funciones en los distintos niveles e incluso las duplicó o triplicó en el mismo nivel; se puso a competir consigo mismo o con otros niveles, creando tributos o imponiendo tasas que siguen dificultando la tarea de los productores.
Si se agarran las boletas de los servicios se puede ver de qué manera se pagan cargos absurdos que demanda el Estado; con las tasas municipales pasa exactamente lo mismo, con contribuciones obligatorias que van a pagar algún fondo especial para infraestructura que después se nota que no existe cuando llueve y hace falta.
El Estado, en sus distintos niveles, se ha extralimitado tanto que los ciudadanos, consumidores y productores salen siempre perdiendo, porque pagan más por menos bienes o servicios, o por bienes y servicios de mala calidad. El rol del Estado es fundamental en los cálculos de costos que hacen las empresas, pero juega también un importante papel en la productividad y eficiencia de las mismas. Si una fábrica o taller termina un trabajo y le roban lo producido, eso es un costo por esa pérdida, pero también por la demora en el tiempo de reposición y por la necesidad de aumentar las medidas de seguridad para evitar que se repita.
La falta de coordinación entre niveles y la superposición de tasas y tributos dificultan enormemente la producción. No se trata de hacer crecer al Estado, sino de buscarle la forma para que le simplifique la vida a los ciudadanos, trabajadores y productores. No importa si existe la Guardia Urbana, si hay patrullaje policial o si mandan gendarmería. El problema es que todos tenemos que pagar por los tres, para lo mismo terminar dependiendo de las rejas, la alarma y el cartel de Cuidado con el Perro que sale del presupuesto privado y que se carga en el precio que paga el consumidor. Mientras tanto, con uniformes, luces y buenas intenciones, terminamos pagando más impuestos porque los políticos nos siguen metiendo el perro.

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