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En un paso significativo hacia la cooperación internacional
En la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner, el presidente Fernández se dirigió directamente al General Perón, que el año que viene cumple medio siglo de muerto.
Nacional10 de julio de 2023Javier BoherPor Javier Boher
Hay una fascinación del peronismo por hablar con sus muertos. No es exclusivo de dicho movimiento, por supuesto, pero sí es un rasgo central de toda su cosmovisión. Es algo casi religioso, una obligación de mantener viva la memoria de los fundadores.
Hay una película de Disney, muy linda, que se llama Coco. Ambientada en México, tiene que ver con la tradición del Día de Muertos, cuando se pone la foto de los seres queridos que ya no están y se les hace una ofrenda para que se lleven al mundo de los muertos tras su paso de visita el día del festejo.
Acá se parece a algo como eso. Hay que poner las fotos de los difuntos -Perón, Evita, Néstor Kirchner- cuando se celebran las elecciones y hay que honrarles tributo con choripán y voto acarreado.
Ayer fue la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Otra vez honrar a los muertos, poniéndole el nombre de un tipo que allá por 2005 se hizo sacar una foto rayando un mapa de Sudamérica junto a Hugo Chávez para hacer el anuncio de que iban a hacer una gasoducto desde Venezuela hasta Argentina. El anuncio está por llegar a la mayoría de edad, nunca se puso ni un metro de caño y tanto un país como el otro tienen crisis energéticas recurrentes.
En el discurso el presidente Fernández dijo: “Si gobernar es generar trabajo, como decía el General, entonces, General, he cumplido”. Hace poco más de una semana se cumplieron 49 años del fallecimiento de Perón. Han pasado más o menos tres generaciones como para que eso sea actual y le llegue a alguien que no sea el típico militante instruido que se dice popular, pero lo mismo el presidente elige dirigirse en esos términos al occiso.
Esa pasión por hablarle al líder difunto me hace acordar a la historia de una compañera de la facultad que de chiquita creía que Perón era su abuelo, porque en su casa tenían un gran retrato del General presidiendo el living, sobre el hogar. O como esa vecina que, cuando era un día soleado y peronista, sacaba el retrato de Perón al balcón para que lo acaricien los rayos del astro rey y lo puedan apreciar los vecinos. No hay mucha diferencia con los que van de procesión con la virgen, rezando por el altavoz de la camioneta.
Alberto dirigiéndose al General es parte de esa tradición peronista de traer a los muertos todo el tiempo de vuelta. Son los que gobiernan consultando al pasado con una Ouija, la tabla que se usa para contactar a los espíritus, viendo si las decisiones que quieren tomar se adaptan a los cánones que marcan las sagradas escrituras del justicialismo.
Los retratos de los muertos, las apelaciones a sus frases, los ritos vinculados a sus vidas o toda la liturgia de los actos ponen a los difuntos en el centro de la escena permanentemente. Eso, sin embargo, corresponde pura y exclusivamente a los que conocieron y creen.
En la mencionada película de Disney se deja bien en claro que es importante que se pase la memoria de generación en generación para que no se los olvide. Si eso ocurre, finalmente desaparecen en el éter.
Hoy los libros de historia retratan a Mitre, Sarmiento, Roca, Pellegrini, Yrigoyen, Justo y tantos otros que pasado el tiempo dejaron de despertar amor y odio. Consultados o no por sus seguidores, el grueso de la gente los terminó olvidando. No importa cuánto use la ouija Alberto: poco a poco, el recuerdo de esos muertos que se pretende invocar se va diluyendo en la cabeza de la gente.
En un paso significativo hacia la cooperación internacional
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