Cultura Por: J.C. Maraddón13 de febrero de 2025

Piruetas del dueño del circo

Poco más de 15 años después de aquella irrupción triunfal de Ricardo Fort en la TV abierta, como una cruel paradoja del destino, es el mismísimo Marcelo Tinelli quien encaró el proyecto de protagonizar un reality show, como un manotazo de ahogado para no caer en el olvido.

J.C. Maraddón

El año 2009 fue fundamental para las ambiciones artísticas de Ricardo Fort, quien ansiaba salir del papel de empresario al que lo había llevado la vida, para convertirse en una estrella del mundo del espectáculo. Hasta ese momento había tenido algunas incursiones esporádicas en la pantalla chica, pero el 19 de octubre de ese año se estrenó por América TV “Reality Fort”, un ciclo inspirado en “Keeping Up with the Kardashians” que mostraba en su intimidad los actos cotidianos de un millonario excéntrico con veleidades de pop star, en las interacciones con sus amigos, con su novia Claudia Ciardone y con su familia.

Marcelo Tinelli, que por aquel entonces conservaba intacto su olfato para detectar aquello que podía generar picos de rating, encontró en Fort un filón al cual sacarle rédito mientras durase su encanto, tal como lo había hecho ya con otros personajes, y como lo seguiría haciendo en años subsiguientes. Sólo que en el caso del heredero de la marca Felfort, el fenómeno se desmadró y el invitado de Showmatch adquirió un vuelo propio que llevó a millones de personas a estar pendientes de las aventuras de este mediático que se exponía al ridículo sin ningún temor.

Como una especie de mago que hacía aparecer conejos de la galera, Tinelli aprovechó todo lo que pudo esa carismática figura que había consolidado su popularidad en el certamen que él mismo conducía. Siempre desde el lugar del titiritero que maneja los hilos de sus muñecos sin hacerse cargo de lo que ellos transmiten, el animador dejó que las cosas fluyeran en tanto eso incrementara la audiencia de su programa, más allá del cariz bizarro que empezaron a tomar los acontecimientos, característica esta que formaba parte de la esencia de ese individuo que había conseguido su propósito de ser famoso.

Apenas cuatro años le duró la notoriedad al “comandante”, hasta que en 2013 su muerte fue el corolario de una sucesión alocada de romances dudosos, presencia arrolladora en los medios, desenfreno propio de las grandes celebridades e intervenciones quirúrgicas permanentes. Tinelli siguió con lo suyo, abrió el juego a nuevas criaturas llamativas y se mantuvo a flote hasta que su fórmula cayó en desuso y, por más que la remó, no logró actualizar ese formato que desde comienzos de la década del noventa le había rendido enormes beneficios y lo había transformado en un zar de la televisión.

Poco más de 15 años después de aquella irrupción triunfal de Ricardo Fort en la TV abierta, como una cruel paradoja del destino, fue el mismísimo Marcelo Tinelli quien encaró el proyecto de protagonizar un reality show, como un manotazo de ahogado para no caer en el olvido. Y al igual que su protegido tiempo atrás, puso en escena allí las situaciones que comparte con su entorno más cercano, representando un rol que antes delegaba en otros y que ahora ha debido asumir él, ante el naufragio de esas propuestas que alguna vez copaban el prime time y que en las temporadas más recientes resultaron un fracaso.

Sin embargo, esa riesgosa jugada que ha emprendido desde mediados de enero con “Los Tinelli” a través de la plataforma Prime Video, no levantó demasiado vuelo y, por el contrario, recibió más comentarios negativos que positivos en las redes sociales, termómetro que mide por estos días la repercusión de una propuesta de este tipo. Quizás lo que valoraba la gente en “Reality Fort” (e incluso en las Kardashian) era la delirante autenticidad con que se desenvolvían las personas involucradas, algo que tal vez no se vislumbre en esta producción donde el dueño del circo se ha posicionado en el lugar que antes ocupaban los clowns.

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