Caras y caretas cordobesas
Con una gran manifestación popular, en 1902 los cordobeses apoyaban el proyecto de concretar el “Canal Huergo”, una obra de ingeniería que habría convertido a Córdoba en un importante puerto del interior argentino.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
El “karma” del tan mentado Canal Huergo
El frustrado proyecto de construir un canal navegable desde Córdoba al Paraná acompañó por más de treinta años la historia de la provincia mediterránea. El estudio de posibilidad de ese proyecto le fue encargado en julio de 1889 al Ingeniero Luis A. Huergo, el primer profesional en egresar con dicho título de la Universidad de Buenos Aires. Huergo desarrolló una trayectoria profesional impecable y actuó en los ámbitos más diversos de la obra pública y la explotación de recursos, con probada honradez y convicción. Sin embargo, sufrió un constante “karma”, el mismo que impidió muchos progresos en el país: la desgraciada ruleta de los intereses del poder político en la Argentina.
El ingeniero Huergo, en agosto de 1889 (lo relata la Geografía de la Provincia de Córdoba, de los ingenieros Manuel E. Río y Luis Achával, publicada en 1904) “arregló una pequeña lancha a vapor para remontar el Río Tercero desde el molino del señor Thomas en el Carcarañá hasta Ballesteros. Después de 10 km. de navegación encontróse con dos rápidos impasables, cuya longitud, en conjunto, era como de 300 m. Siendo imposible la subida por los rápidos y por el calado de la embarcación, resolvió bajar desde Bell-Ville en una canoa de 0,20 de calado en la cual efectuó el viaje de reconocimiento y estudio del Tercero, cuyas conclusiones hemos dejado consignadas. Actualmente la idea de navegar este río ha sido abandonada…”.
Luis A. Huergo había presentado un completo informe donde se veía con claridad que el proyecto “con un gasto exiguo en relación de los beneficios inmediatos y venideros que reportaría la obra, Córdoba se convertiría en un importante puerto interior en comunicación fluvial directa con todas las provincias litorales y aun con la república del Paraguay”, historiaba en 1927 la revista Mundo Argentino, sobre las idas y vueltas del proyecto, ante el último intento de llevarlo a cabo ese año, impulsado por el gobernador Ramón J. Cárcano. Por su parte, el ingeniero Huergo había fallecido en 1913.
La primera de las trabas que echó abajo la realización del proyecto original fue la caída de los Juárez en la nación y en la provincia, en 1890 y -según opinaba en la nota de Mundo Argentino el hijo de Luis A. Huergo, también llamado Luis e ingeniero como su padre- una de las causas fue la prisión indigna de Cassaffousth y Bialet Massé, “acusados por el gobierno de Córdoba de haber, con fines de lucro, construido un dique inservible, ya rajado de arriba abajo y que ponía en peligro inminente la vida de todos los habitantes de la ciudad. Esta era la idea que inspiró el proceso criminal, apoyado en la rutina, la malevolencia y la estupidez de las murmuraciones públicas.” Y citaba a su padre, quien había afirmado, incluso por escrito, que “el gobernador de Córdoba, don Manuel Dídimo Pizarro, ‘le había hecho el honor de incluirle entre los responsables del crimen’. Sí, el dique San Roque aparecía como un verdadero crimen, y el decreto del gobernador mandaba instruir sumario, también, le repito términos textuales, ‘a las personas que resultaran cómplices del hecho punible de que se trata, dictándose a su tiempo la correspondiente orden de prisión contra todos ellos’. El crimen de Huergo había sido aplaudir y apoyar la construcción del dique.
La revista Caras y Caretas publicó, por su parte, el 14 de junio de 1902 noticias de Córdoba referidas a un “meeting” multitudinario realizado el 30 de mayo, en apoyo a una nueva iniciativa de retomar la construcción del Canal Huergo. Era gobernador de la provincia José Manuel Álvarez. Transcribimos el texto:
“Es la grande preocupación de la ciudad mediterránea la obra de este canal Huergo, cuya realización con su análoga del puerto del Rosario, transformará, a no dudarlo, la fisonomía industrial y comercial de todo el interior. Actualmente, después del gran meeting celebrado el 30 de mayo para significar a las autoridades nacionales y provinciales el interés, el justísimo anhelo de esas poblaciones por que la obra se plantee cuanto antes, no se habla de otra cosa; y Córdoba, por intermedio de su prensa y de sus hombres representativos, deja vislumbrar sus legítimas ambiciones para el día en que los productos de sus Campañas salgan hacia el Paraná y al exterior directamente, sin las insuficiencias actuales del Ferrocarril.
El día de la colosal manifestación no quedó Nadie, puede decirse, en la ciudad, que no acudiera a la plaza General Paz para figurar en la columna, ya entre los centros sociales, institutos, comisiones, delegaciones de los departamentos, ya confundido en las filas del pueblo, escuchando primero el conceptuoso discurso del ingeniero Manuel E. Río, y siguiendo luego entre vivas entusiastas y aclamaciones, por las calles Colón, San Martín, Constitución, etc., hasta el Cabildo, donde esperaban a los manifestantes el gobernador, sus ministros, diputados, senadores y altos funcionarios.
Allí el secretario de la comisión, don Agustín Caeiro leyó el telegrama de 6.000 firmas dirigido al doctor Civit y al general Roca, y hablaron después, el doctor Juan Carlos Pitt, en nombre del pueblo de la provincia, el señor Francisco Rodríguez del Busto, y el gobernador doctor Álvarez, quien contestó a todos prometiendo prestar su apoyo de magistrado y de hijo de Córdoba, a esta gran iniciativa de la economía nacional”.
Una vez más, la iniciativa quedó estancada, y el proyecto no volvió a salir del cajón donde había quedado archivado, hasta que Ramón J. Cárcano reflotó la idea en 1927 y logró interesar al gobernador de Santa Fe, Ricardo Aldao. Ingenieros de ambas provincias revisaron el proyecto y lo hallaron viable, con algunas correcciones al original de Luis A. Huergo. Pero el “karma” no había cesado: la obra fue truncada por el golpe de estado de 1930.
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