Cultura Por: Víctor Ramés26 de mayo de 2025

Caras y caretas cordobesas

Vueltas en torno al Observatorio Astronómico de Córdoba, vigía estelar desde hace más de un siglo y medio en los altos de la ciudad, con paradas en nuestro semanario de Buenos Aires.

Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com

 

Cielo límpido, contar estrellas a simple vista (Primera parte)

“El cielo de Córdoba es purísimo, el invierno seco y tónico, el verano ardiente y tormentoso”, escribía el joven Sarmiento en Facundo. La pureza nada tenía que ver con lo espiritual, y el cielo mentado era el que aún está sobre nuestras cabezas, no el de ultratumba. A su propia afirmación, el viejo Sarmiento se citaba y agregaba una nota al pie: “A esta aserción sobre la pureza del cielo en Córdoba debe el Observatorio colocado en los altos, y la ciencia de la Uranometría Argentina, o la recuenta de las estrellas, empezada por Hiparco. (Sarmiento: Obras T. XLVIII, editadas por el estado en 1900 - La Escuela ultra pampeana). En la misma obra, expresaba el ex presidente sobre el mismo tema: “La sociedad astronómica de Francia ha discernido la medalla de oro, a la Uranometría del doctor Gould, director del Observatorio de Córdoba; y como quiera que el premio se adjudique al autor del trabajo, siendo este la expresión del valor e importancia de Observatorio que tiene a su disposición, pues todos los observatorios están en plena actividad, el de Córdoba se lleva esta vez la palma por el mayor progreso que hace hacer a las ciencias”. Y agregaba, sobre la obra premiada de Gould: “La Uranometría argentina contiene (…) una recuenta más completa que la última del astrónomo Agelander de las estrellas visibles al ojo”.

Siguiendo esta aproximación al Observatorio Astronómico de Córdoba, fundado por voluntad del presidente Sarmiento en 1871, echamos mano a una obra cinco años posterior a la fundación del Observatorio, el Manual de las Repúblicas de Plata que publicaban los hermanos Mulhall en Buenos Aires. Allí se incluye una buena reseña del flamante instituto científico situado en la ciudad de Córdoba, seguramente redactado durante la época de la Exposición de Artes y Productos Nacionales inaugurada en las inmediaciones del hoy Paseo Sobremonte, el 15 de octubre de 1871 -también organizada por Sarmiento-.

“El Observatorio Nacional, dirijido por el muy renombrado Dr. Gould, está sobre la barranca que domina el parque de la exposición. Fue fundado en 1872 por el Sr. Sarmiento, quien invitó a este conocido astrónomo de Massachusetts a tomar a su cargo su fundación y dirección. Todas las sociedades científicas de Inglaterra, Alemania y Norte-América estaban tan contentas al ver establecerse un observatorio por primera vez en la República Argentina que se apresuraron a ofrecer al Dr. Gould los instrumentos y libros necesarios.
Desde entonces se ha adelantado los estudios astronómicos de tal manera que se está publicando un mapa del cielo argentino, o más bien un volumen de 1700 mapas, bajo el nombre de Uranometría Argentina: cada mapa tiene 50 estrellas, y el todo comprende 85,000, incluyendo casi 30,000 que han sido hasta ahora desconocidas del mundo científico.
El Dr. Gould era conocido antes por algunos libros de astronomía que publicó en los Estados Unidos, pero la Uranometría Argentina es una obra monumental, que perpetuará el nombre del autor y dará a Córdoba un rango entre las ciudades científicas del siglo actual. El cielo de Córdoba es sumamente despejado, y el Dr, Gould cuenta 7,200 estrellas que son visibles a la vista natural, mientras que en Europa o Norte-América el número no pasa de 6,000. Además del Observatorio hay una oficina Metereológica al cargo del Dr. Gould, quien tiene corresponsales en todos los puntos de la República.”

Con buena vista se podía contar un gran número de estrellas en el límpido cielo cordobés, una tarea ímproba para enamorados que miran la noche y un cálculo que, cuando niños, nos aseguraban que daba “cincuenta estrellas”, bromeando con la expresión “sin cuenta”. 

Pero si las sociedades científicas del mundo más avanzado brindaban por la nueva estación de observación estelar de esta desconocida ciudad sudamericana, en la propia Córdoba la mirada de algunos periodistas era mucho menos traslúcida que el cielo local, y su miopía no les dejaba interesarse por estrellas. Ahí se tiene el caso de quienes consideraba un hecho “inútil” el fundar esa azotea a los astros, como si se tratase de un esfuerzo por no querer mirar las olas de la historia que golpeaban (y todavía golpean) a la puerta día tras día. 

El periódico cordobés La Carcajada representaba la mentalidad de muchos, a días de inaugurada la institución. Decía el doctor Armengol Tecera: “El Observatorio lo necesitábamos para, desde los altos en que se encuentra colocado, divisar no las estrellas del firmamento, sino los cuadros de miseria que están diseminados por toda la República, como las simientes en los pedazos de tierra feraz. Para qué precisamos de telescopios de observación hacia el firmamento? (…) El mundo científico aplaudirá ese taller! El mundo sensato condenará la locura o calaverada de los que desatienden las necesidades primordiales, por ostentar un lujo que no está en aptitud de mantener sin sacrificios. (…) Entrar en trato con los sabios, con los grandes, hacerse amigo de los potentados: esa es la ciencia de gobernar en este país. Ese es el significado del Observatorio astronómico. Id a las fronteras y veréis millares de soldados hambrientos y desnudos, a millares de ancianos, jóvenes y niños sumidos en la miseria, sin pan, sin techo, sin fortuna alguna; veréis al salvaje enseñorearse sobre esas indefensas poblaciones a quienes ha arrancado toda su riqueza y tranquilidad y ahora acecha la vida: ¿qué importa? (…) Qué importa que se cierna la miseria sobre quinientos mil habitantes? ¡¡Para eso asistimos a la solemne inauguración del Observatorio astronómico!!” 

La discusión abierta no estaba del todo fuera de lugar, como en las mejores familias: lo inadmisible era oponer el mundo científico al “mundo sensato”, de miras más cortas. 

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