Nuevos recortes de los días de papel Córdoba, 1897
Contamos con noticias tomadas principalmente de Los Principios y La Libertad para reunir una variedad de temas e intentar un retrato de aquel año desde diversas perspectivas. Consumos, esparcimiento, cultura, y también algunos costados sombríos.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
La no tan alta cultura
Para el año 1897 se encuentran noticias culturales, tecnológicas, industriales, comerciales, así como cuadros tomados de los lugares de esparcimiento, paseos y plazas, y sobre los cafés y tabernas. No faltan referencias al auge de la prostitución, que incomodaba más que por su vieja data suburbana, por su traslado a zonas residenciales y más céntricas de la ciudad. Aspectos de la cultura y el arte de aquella Córdoba finisecular, traduce un párrafo breve de Los Principios: “Basta detenerse a examinar por un momento la labor fecunda del Ateneo, de la Universidad y de la prensa y las obras científicas y literarias que se han publicado, para darse exacta cuenta del movimiento intelectual, grandioso y bello movimiento que nos hace acreedores al honroso título de hijos de la docta, como en otrora se llamaba a los de Córdoba.” Ese año 1897 vio realizarse la segunda exposición de artes plásticas en El Ateneo, con amplia cobertura en el diario La Libertad, por un colaborador idóneo que firmaba como “Protógenes”. Este aportaba una evaluación crítica de las obras de expositores profesionales y estudiantes de academia, entre ellas varias mujeres, que podían ver los visitantes. “La 2ª exposición que nos ofrece el Ateneo abre el ánimo a esperanzas que no podrán ser defraudadas, si los maestros, los aficionados y el público hacen tesoro de la experiencia y cobran nuevo aliento para el futuro”, comentaba el cronista, luego de señalar que “la falta de pinacotecas o museos”, y “la dificultad de formar en un tiempo relativamente corto una academia nacional”, entre otras causas, “justifican la lentitud relativa con la cual procede entre nosotros el arte del dibujo y la pintura”.
Facetas del beber
Otra mirada que desemboca en el cotidiano cordobés de entonces, puede recaer en el consumo de cerveza, y en la mención a una llamada “Guerra de las cervezas” entre el novedoso Chopp Quilmes y la marca local: la cerveza Río Segundo. Tras una publicación en Los Principios referida a la marca Quilmes, el agente del producto que se elaboraba en la ciudad cordobesa de Río Segundo le escribía al diario aclarando que dicha cerveza “es la que en mayor cantidad se introduce en esta plaza” y en prueba de su aserción, invoca “la estadística de los ferrocarriles. Esta prueba es la mayor que se puede ofrecer para demostrar la protección que el público dispensa a la cerveza Río Segundo.”
Y a propósito de bebidas, sus consumos renovaban la vida social cotidiana de los cafés y las tabernas. Ocupar mesas en esos lugares no era compatible con la moral vigente. El diario católico Los Principios proyectaba solo males como fruto de esa costumbre: allí los hombres “van perdiendo poco a poco el amor a la familia y al trabajo; allí la echan de hombres despreocupados, renegando y blasfemando a cada paso cuando no saben decir otra cosa; allí murmuran de todo el mundo sin la menor consideración; allí conversan de asquerosísimas obscenidades, que es lo único que saben y entienden; allí disipan en humo de tabaco lo que era necesario para vestir a la familia, siempre andrajosa; allí gastan en cafés y copas lo que ha menester su mujer para la cena; allí se aficionan también al juego, y perdiendo el jornal de la semana, claro está que también desean, como remedio de sus males, el saqueo y el pillaje del reparto social”.
Avances de lo inmoral
Y en el orden de aun peores males, la actividad que hoy llamamos trabajo sexual desvelaba entonces el decoro del día a día. Del diario La Libertad: “A la municipalidad - Por centésima vez hacemos saber que son inenarrables los escándalos que diariamente se suceden en una casa situada en calle Santiago del Estero, entre Constitución y 25 de Mayo.” Y unas páginas más adelante: “Llamamos la atención de la Policía sobre una casa de desórdenes situada en la calle San Gerónimo frente a la plazoleta San Roque.” Y solo unos meses después, Los Principios se escandalizaba: “Jamás nos hubiéramos atrevido a afirmar, si no fuere que tantas personas nos lo aseguran, ni hubiéramos podido creer, que pudiese en una ciudad tan culta como Córdoba, ser permitido por la policía, que a dos cuadras de la plaza San Martín existan casas, no de sospechosa honradez, sino reconocida inmoralidad.” Por lo visto, gran parte del problema se trataba del avance de las “casas de desórdenes” cada vez más al centro, violando un territorio moral demarcado décadas atrás.
Surcar el lago urbano
En otros espacios encontraba solaz la vida pública. Ni que decir que el Paseo Sobremonte era un centro social de importancia. Varios atractivos podían asegurar la concurrencia a la vieja Alameda de la ciudad, donde por siglos existió un lago que entonces ocupaba el centro del Paseo. Hay noticias sobre pequeñas embarcaciones que surcaban el lago del Paseo Sobremonte, desde la década de 1850. Los “barquitos del Paseo” aparecen mencionados en el diario La Libertad: “El señor Luis Baldisona, concesionario del lago Gral. Belgrano, se dirigirá hoy o mañana a la intendencia pidiendo se le conceda establecer varios botes en el Paseo Sobremonte, para el ejercicio de la navegación sin salirse de la tarifa que rige en el Dique de Regatas.” Dicho dique embalsaba aguas del río Suquía, uno de sus muros se construyó a la altura de la calle Rivera Indarte, y era vecino al parque Las Heras. Volviendo al Paseo, en agosto escribía La Libertad: “Recordamos a los aficionados al ejercicio de la navegación, que mañana habrá numerosos botes y embarcaciones distintas, en el Paseo Sobremonte, pues como en la actualidad el río está seco y limpiándose, el concesionario señor Luis Baldisana ha conseguido de la intendencia el permiso correspondiente para ocupar el paseo, que promete estar concurrido.” Y en octubre daba cuenta: “Hemos notado que todos los días empieza a ser visitado el Paseo Sobremonte, por aficionados a la navegación”. Se contaba con “un buen número de embarcaciones que funcionan desde las 3 de la tarde en adelante”.
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