Cultura Por: Gabriel Ábalos04 de septiembre de 2023

Nuevos recortes de los días de papel Córdoba, 1898

La búsqueda de los hilos de la trama cotidiana local alarga la visita al año 1898. Se recorren elementos periodísticos que reflejan las formas de la existencia social en hechos y en actitudes que la pintan.

Jinete al galope cruza la calle Universidad.

Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com

Un cuadro de la calle: jinetes desaprensivos que atraviesan a la carrera la ciudad. Una apreciación periodística:  señas del movimiento intelectual de la ciudad. Una crítica: el relego de los oficios manuales y artesanales, en una Córdoba burocrática, flácida, de aspiraciones burguesas. Tres círculos de la identidad cordobesa de la época, tres niveles de la existencia social. Tres instantáneas sobre costumbres, valores, ideologías.

Los “centauros” van sin frenos
El diario La Libertad prevenía al mundo lector sobre los peligros del comportamiento de quienes cabalgaban la ciudad en sus varias direcciones, amenazando a los peatones con su velocidad arrolladora. En el verano inaugural de 1898, mes de enero, la publicación se mantenía en su denuncia:
Los galopes por las calles - Nuevamente volvemos a insistir llamando la atención de la autoridad sobre las numerosas personas que andan a rienda suelta por las calles más centrales a riesgo de que suceda el día menos pensado algún accidente lamentable. Ayer, no más, a la noche, en la calle Representantes, una distinguida señora ha estado a punto de ser llevada por delante por un particular que recorría a escape la referida calle.
En ninguna parte sucede lo que en este pueblo; todo el que aquí quiere recorrer a media rienda lo hace sin miedo de ser molestado por nadie.
Entendemos que existe una antigua ordenanza policial que prohíbe terminantemente andar al galope por las calles, y no obstante de esto, los agentes de servicio no se preocupan de hacerla cumplir.”
Dos semanas después, La Libertad relataba una escena ocurrida en la arteria hoy llamada Obispo Trejo:
A galope - Anoche hubo de ser víctima de un accidente que pudo costar bien caro, un anciano, en calle Universidad, a consecuencia de desembocar en la esquina Caseros, mientras pasaba un jinete a rienda suelta.
El jinete alegaba haber sido derogada de hecho la ordenanza que prohíbe galopar por las calles: era un atorrante e iba un tanto ebrio.
Y dígase que los que galopan, sin excepción, son responsables de sus actos.”

Pruebas de sustancia intelectual
Un artículo del diario Los Principios hace una especie de repaso, en 1898, de las actividades y novedades que habían dado forma a la vida cultural cordobesa el año anterior, un índice vinculado desde antiguo a la universitaria capital. Estas son algunas las piezas para ese balance:
“En el Ateneo han tenido lugar varias importantísimas conferencias, habiendo quedado para 1898, varias otras que se anunciaron y que no pudieron realizarse a causa de la Exposición de Pintura. El Pbro. Dr. Pablo Cabrera presentó un trabajo sobre Los Primeros sacerdotes que pisaron el suelo de Tucumán; el R. P. Fray Zenón Bustos sobre La Providencia en la historia; el Dr. Jacobo Wolff sobre la tuberculosis y el clima de Córdoba, y el Sr. Ignacio Garzón sobre El 5° Gobernador de Córdoba. (…) El Dr. José Echenique habló en el teatro Rivera Indarte, en la velada que se dio en homenaje al Dr. Vélez Sarsfield y el Presidente, Dr. Moyano Gacitúa, pronunció otro discurso en la fiesta dada con motivo de la repartición de los premios del certamen de Pintura.”
Sobre la vida académica dice el artículo que la universidad “ha ido convirtiéndose, paulatinamente, en un foco al cual convergen actualmente todos los elementos productores en el orden científico y literario”. Y también echa una mirada a la producción editorial, mencionando publicaciones como: «Ocios periodísticos», colección de artículos de diarios y de costumbres, por José Menéndez Novella (Gil Guerra era el seudónimo con que firmaba en los periódicos); «Curso de Gramática Castellana» por Tobías Garzón; «Vélez Sarsfield – comentarios, discursos, pensamientos, rasgos biográficos, etc. etc.», edición dirigida por S. Dutari Rodríguez y Eleuterio Ríos.; y «Joyas Poéticas Americanas» de Carlos Romagosa, entre otras. Y al hablar de los periódicos, no oculta su entusiasmo por la publicación «La Semana», “simpática revista literaria, científica y social. La más popular y aristocrática de Córdoba y la única que ha conseguido sostenerse, lo que constituye por sí solo el mayor elogio que se le puede hacer. Su director y fundador es el joven Francisco M. César.”

La burguesía local bajo la lupa
El periódico semanal El Oráculo, en julio de 1898, trae a cuento una tendencia aspiracional de los cordobeses. Para el redactor de la época, el atraso del destino cordobés obedece a la tendencia de las personas (principalmente las masculinas) a desoír el llamado de la actividad laboral en que se funda la fuerza del desarrollo, aquella que exige poner el cuerpo, las manos, el sudor. Todo el mundo, señala el semanario, busca una vida fácil, laxa, sin esfuerzos. Al referirse a “las artes” debe entenderse las “artes y oficios”; por su parte, los “lomilleros” son los artesanos del cuero.
“Lo que hay es que aquí la gente es muy ociosa, muy cachacienta y muy sin arbitrios para buscarse la vida y para encontrar el secreto de la prosperidad.
¿En qué se ocupa la gente?
Unos, estudiando para doctores. Otros, para frailes. Aquellos, para embrollistas. Estos, para punguistas de levita.
Todos: para aprender a ganar la vida lo más holgazanamente que se pueda.
¿Quién se dedica a la industria? ¿Quién, a la agricultura? ¿Quién, a las artes?
¡Ninguno!!
El ser carpintero es un deshonor. Ser herrero, es propio de los negros. Ser zapatero, solo de mulatos. Hojalatero, solo los pobres de solemnidad. Lomilleros, los calaveras.
De manera que tiene Vd. que solo el comercio y la abogacía es el oficio digno y propio para los decentes, para los que se llaman nobles.”
Y remata con el siguiente cuadro de la burguesía, caricaturesco, por lo crítico y opinativo.
“Y todos esos muchachos sucios, cubiertos de harapos, mal criados, estúpidos y bárbaros que se les ve en las calles y en sus casas tendidos de barriga o produciendo obscenidades, son niños decentes, sobrinos del Padre tal, del Camarista cual o cuando menos ahijados del Gobernador o del Presidente del Senado.”

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