Cultura Por: J.C. Maraddón03 de octubre de 2025

Ver en las redes los premios a la TV

El lunes pasado, los estudios de Telefé se vistieron de gala para recibir a las figuras de la televisión vernácula, que llegaban con las esperanzas a cuestas de llevarse un Martín Fierro, esa distinción que entregan los periodistas nucleados en APTRA y que solía ser una vidriera en la que todos querían estar expuestos.

J.C. Maraddón


La ceremonia de entrega de los premios Oscar, donde se reúne lo más granado de la colonia artística internacional, es tomada como modelo para cualquier clase de premiaciones, a pesar de que resulta imposible emular el fasto y la galería de notables de esa convención anual de celebridades. La alfombra roja por la que desfilan los invitados, la chispa del animador, los anuncios de las ternas y la artística de la televisación, son copiados en cada una de esas réplicas que pueden ambientarse tanto en un festival cinematográfico europeo como en  los galardones otorgados en alguna provincia a los programas de cable.

Pero la Academia de Hollywood no se ha aferrado a ese diagrama de una vez y para siempre, sino que lo ha tenido que adaptar a los usos y costumbres de cada época, y también ha debido adecuar su perspectiva a los sucesivos cambios que ha ido experimentando la propia industria fílmica. Nuevas categorías, nuevos soportes y nuevos formatos han ido incorporándose año tras año, como un síntoma de que el séptimo arte se encuentra en permanente evolución y que de ninguna manera hay que permanecer impávido ante ese vertiginoso devenir tan propio de estos tiempos en los que nada parece durar demasiado.

La rápida expansión del streaming como vía para la distribución y el consumo de producciones audiovisuales, provocó un sacudón sin precedentes en el quehacer cinematográfico, que como era de esperar respondió primero con un enérgico rechazo a los productos que no eran estrenados en las salas sino en las plataformas online. No hace tanto que se verificó ese tironeo hasta zanjar las discrepancias obligando a que haya un paso de las cintas (aunque sea breve) por la pantalla grande, para ser consideradas por el jurado como dignas de aspirar a esa estatuilla tan codiciada por la comunidad hollywoodense.

Esa solución salomónica implica que de ambas partes debieron ceder un poco para llegar al acuerdo, porque lo que nadie puede negar es que las cosas se han modificado y por ende la entrega del Oscar no puede seguir rigiéndose por pautas que tienen un siglo de antigüedad. Sin embargo, muchas veces aquellos que se espejan en esas distinciones estadounidenses para organizar sus eventos, no tienen en cuenta esta necesidad constante de innovación y pretenden que todo siga igual que antes, como si se pudiera disimular que eso mismo a lo que antes se veneraba por su brillo, hoy es un oropel que ha menguado su valor.

El lunes pasado, los estudios de Telefé se vistieron de gala para recibir a las figuras de la televisión vernácula, que llegaban con las esperanzas a cuestas de llevarse un Martín Fierro, esa distinción que entregan los periodistas nucleados en APTRA y que solía ser una vidriera en la que todos querían estar expuestos. Como siempre, hubo bloopers y discursos encendidos, hubo homenajes a divas como Mirtha Legrand y Susana Giménez y hubo una consagración definitiva, que esta vez fue para Santiago del Moro, quien no sólo fue el conductor de la velada sino que además se alzó con el Oro.

Pero no deja de oler a naftalina la repetición de idénticas escenas que ya fueron vistas en tantas ocasiones, aunque vayan variando algunos de los protagonistas. Con un pico de rating de 18 puntos, altísimo en la actualidad pero muy alejado de los 30 a los que supo trepar alguna vez, la celebración de la TV nacional no puede desacoplarse de los cimbronazos que ese medio de comunicación atraviesa. Urge que los organizadores recalculen el rumbo, porque al final son las redes la mayor caja de resonancia de lo que allí ha sucedido.

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