Una redefinición imprescindible
Una start up inglesa, llamada Audoo, desarrolló un software capaz de funcionar en cualquier ámbito donde se haga escuchar música (grabada o en vivo), para determinar con precisión qué está sonando y notificarlo a las asociaciones destinadas a recaudar regalías y derechos de autor.
J.C. Maraddón
La persistencia en la utilización del antiquísimo sistema de derechos de autor y regalías para que autores, compositores e intérpretes reciban una paga por la difusión pública de sus obras, ha significado una contrariedad para esos artistas, ya que nunca se han superado del todo las dificultades para hacer efectivo el control y para distribuir con justicia esos dividendos. Sólo aquellos que están respaldados por el éxito y por una estructura comercial apropiada, consiguen que se les retribuya lo que corresponde, en tanto la gran mayoría debe conformarse con migajas, sin tener manera de comprobar que se le está pagando mal.
Sociedades de autores y compositores de todo el mundo, que en la mayoría de los casos están regenteadas por músicos, suelen imponer exigencias burocráticas que en definitiva terminan beneficiando a las figuras de mayor suceso, al tiempo que dejan a la intemperie al resto. Para obtener el resguardo de la autoría de una canción y más aún, para cobrar por ella, el interesado debe sumergirse en un laberinto de trámites que distan mucho de ser gratuitos y que casi nunca se realizan porque resultan extenuantes e incomprensibles para quienes se dedican a la creación artística y no a la gestión de emprendimientos.
Pero, además, siempre quedó librado a oscuras maniobras el relevamiento de los temas que son difundidos en las radios, que son tocados en vivo o que, ahora, son reproducidos online. Intermediarios que se encargan de recolectar esos datos han tenido la posibilidad de manipularlos a discreción, mientras esa información era anotada a mano en planillas que podían o no reflejar lo que realmente había sonado. Aprovecharse de esas prerrogativas era tan sencillo que se convirtió en una práctica habitual y hasta consentida por todos, porque eran casi nulas las chances de que el “error” fuese detectado.
Con el avance de las nuevas tecnologías, que también se aplicaron al campo de la producción, distribución y consumo de música, podía suponerse que aquellos vicios propios de otra época iban a desaparecer. Sin embargo, quizás por las presiones de aquellos que obtienen enormes ingresos gracias a esos vacíos metodológicos, el progreso en este sentido ha sido lento y engorroso. Y a esto hay que agregarle el monopolio que ejercen las plataformas de streaming sobre el mercado, una posición dominante que deriva en la arbitrariedad absoluta con que se manejan a la hora de repartir ganancias entre los proveedores de la “materia prima”.
No debería sorprender entonces que haya una start up inglesa, llamada Audoo, que ha desarrollado un software capaz de funcionar como un factor de equilibrio en ese circuito donde muchos pierden y pocos se lo llevan todo. Instalada en cualquier ámbito donde se haga escuchar música (grabada o en vivo), esta aplicación estaría en condiciones de determinar con precisión qué está sonando y de notificarlo a una central, donde se procesarían nombres y cifras. Parece tan simple, que es evidente de dónde provinieron los obstáculos para que un método así de eficiente no se haya instrumentado con anterioridad.
Como principal respaldo de la iniciativa se halla el icónico estudio de grabación Abbey Road, además de estrellas como Paul McCartney, Elton John y Björn Ulvaeus, de ABBA. Es valorable el apoyo que le han brindado a Audoo estas celebridades, porque los principales favorecidos por la implementación de esta herramienta deberían ser los creadores emergentes, es decir, aquellos que no disponen de una empresa que los represente. Habrá que ver ahora a partir de cuándo y de qué manera se legaliza este recurso y, lo que es más grave, cuánto demora en llegar a ser utilizado en Argentina, donde redefiniría la manera en que se vienen haciendo las cosas.
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