Chandler not dead
Cuánta confusión arrastra el fallecimiento del actor Matthew Perry para aquellos que ven en él a ese amigo incondicional que integraba el inolvidable elenco protagónico de la serie “Friends”, y que al conocer la noticia percibieron que quien había muerto era su personaje.
J.C. Maraddón
Tanto para quienes siguieron en tiempo real las sucesivas temporadas de la serie “Friends” como para las generaciones que accedieron a ellas en DVD o por streaming, el personaje de Chandler Bing suele ser el favorito, lo que lleva a pensar que puede haber sido ese el objetivo de los guionistas. Las tres chicas y los tres muchachos que la protagonizan cuentan con peculiaridades que los hacen a la vez queribles y detestables, pero la mayoría de los fans de “Friends” coinciden en elegir a la interpretación de Matthew Perry como la que mayor simpatía ha podido despertarles.
En un libreto que a lo largo de diez temporadas funcionó como un mecanismo de relojería, cabe suponer que nada quedó librado al azar y que esa predilección por Chandler fue direccionada por los autores y no producto de la casualidad. Lo que, sin embargo, aparece como descollante es que tal preferencia se haya sostenido a lo largo de 30 años, con todos los cambios que ha experimentado la sociedad en este tiempo, en especial con respecto al papel que debe cumplir hoy la figura masculina en esa caída del régimen patriarcal que pregona el feminismo entre sus principales consignas.
Y es que ese ha sido uno de los aciertos fundamentales de “Friends”: supo reflejar la cotidianidad y los anhelos de esos jóvenes estadounidenses de clase media de fines del siglo pasado, mediante trazos que amplificaron sus retratos y los hicieron extensivos a quienes no compartían esa condición. No sólo el programa cosechó una audiencia universal en aquel entonces, sino que además prolongó su vigencia hasta límites insospechados, quizás a caballo de esa inclinación por lo vintage que viene siendo tendencia en este tercer milenio y que pone su atención en los noventa con ánimo de encontrar allí el origen de la actualidad.
Pero mientras Rachel y Monica se enfrascan en sus propias manías, Phoebe se asume como la despistada crónica que genera complicidad en el público y que le abre al relato infinitas vetas para practicar el humor. Por su parte, en tanto Joey se atiene a los clichés del macho cabrío con onda y Ross encarna a un prototipo del hombre conflictuado, es Chandler el que nutre a la historia de un tinte más sensato y empático, aunque por lógica también tenga sus rayes. Se trata de alguien que tiene algún parecido con cierta persona de nuestro propio entorno.
Quizás allí y no en otra parte se deba buscar el motivo por el cual el fallecimiento de Matthew Perry, ocurrido la semana pasada a los 54 años en circunstancias todavía no muy claras, ha despertado un sentimiento trágico en quienes siguieron “Friends” capítulo por capítulo y también en quienes sólo se asomaron a algunos episodios al azar. Incluso cuando al mismo Perry le tocó atravesar situaciones aciagas a raíz de sus adicciones, sus desventuras suscitaron un sentimiento solidario de una intensidad no tan frecuente entre las celebridades, a las que muchas veces se condena al olvido por culpa de esa clase de excesos.
El mensaje que comunicó el resto de los actores de la serie, a propósito de lo sucedido, lleva a reflexionar acerca de cómo esos intérpretes han quedado atrapados en esos caracteres de ficción que empezaron a dibujar hace ya tres décadas. Y cuánta confusión arrastra este deceso de Matthew Perry para aquellos que ven en él a un amigo incondicional, y que al conocer la noticia percibieron que quien había muerto era Chandler Bing, ese tipo común que compartía su departamento y su vida con millones de televidentes. La pena para esos que lo vieron de tal modo, es infinita.
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