Presente y futuro de una antigua especialidad
Entre las celebraciones por los 12 años de Alfil, que destacan una muestra de tapas en el Museo Metropolitano de Arte Urbano de Plaza España, se desarrollará allí hoy desde las 18 un panel organizado por el diario y destinado a analizar el ahora y el después del periodismo cultural.
J.C. Maraddón
Como parte inseparable del mundo del espectáculo, la prensa encargada de relevar las actividades del ámbito de la cultura lleva demasiadas décadas de vigencia como para pensar que su reinado puede agotarse sin dejar rastros. Tanto las agendas que informan sobre la variada oferta de la que dispone el público, como las críticas que expresan su opinión acerca de los diversos productos que emergen de ese quehacer, constituyen objetos de consumo que movilizan mayorías y que por su intervención, que supo ser trascendente dentro del círculo artístico, se integran a ese universo en el que las grandes audiencias bucean hasta encontrar algo que satisfaga sus ansias de esparcimiento.
Desde publicaciones masivas como supieron ser en su momento las revistas “Radiolandia” y “Antena” hasta la prensa especializada que representaron “El Amante Cine” o “La Maga”, este amplio espectro mediático debe necesariamente incluir también programas y ciclos de radio y televisión que fueron señeros en su prédica. Algunos dedicados a la divulgación y otros más inclinados a la cobertura de eventos y sujetos que gozan de mayor popularidad, todos ingresan dentro de una categoría tan heterogénea como inasible, que en términos generales podría ser circunscripta al “periodismo cultural”, para llamarla de alguna manera.
Hasta comienzos de este siglo, quienes firmaban sus columnas en medios gráficos resaltando las virtudes o señalando los defectos de una película, un libro, un disco o una obra de teatro, solían detentar el respeto de un gran número de lectores que seguían sus consejos a pie firme. Y la manera de enterarse de las novedades en estas lides se concentraba en esas vías tradicionales que desde la centuria anterior se comportaban como los únicos canales a través de los cuales la gente podía proveerse de los datos necesarios para aplicarse al disfrute del goce artístico o al uso del tiempo libre.
Por supuesto, la expansión de internet, de las redes sociales y de las aplicaciones en los teléfonos inteligentes, que alteró nuestra vida como jamás hubiésemos imaginado, también modificó el modo en que se daban a conocer esas noticias y esos criterios calificados sobre el arte y el entretenimiento. El circuito se volvió más que nada interactivo, pero tal vez por eso mismo perdieron peso la erudición y los juicios de valor de los expertos, para cobrar mayor vuelo la voz de los consumidores, que ahora tenían la posibilidad de expresarse a la par de aquellos que hasta entonces se arrogaban la exclusividad en esa materia.
En la actualidad, mientras el viejo ecosistema de medios lucha por sobrevivir y las nuevas tecnologías se apropian de todos los espacios, ¿qué lugar le cabe al periodismo cultural, si es que le cabe alguno? ¿Debe adaptarse a las condiciones del presente y aceptar que ha perdido su capacidad de imponer determinados puntos de vista sobre cuestiones que antes le eran atinentes sin discusión? ¿O debe entrar en una batalla discursiva que le permita recuperar aquellos privilegios que le eran propios cuando la comunicación entre emisores y receptores tenía una dirección unívoca?
Entre las actividades que se realizan para festejar los 12 años del diario Alfil y que destacan una muestra de tapas en el Museo Metropolitano de Arte Urbano de Plaza España, se desarrollará allí hoy desde las 18 un panel del que participarán Jopi Heinz, Julieta Fantini, Eduardo De la Cruz, Jackie Bini y Dirty Ortiz, con el desempeño como moderador de Gabriel Abalos. Bajo la consigna de “Periodismo cultural, ahora y después”, se discutirá sobre la realidad y el futuro de esta especialidad que tan atada está al devenir de los medios en general, y a las necesidades de los públicos en particular.
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