Más allá de las intenciones ocultas
“Nuestro mundo plateado”, la colección de relatos breves de Emiliano Salto que publicó este año la editorial Antipop, explora el devenir de una sustancia extraña que, en permanente expansión, recubre personas y paisajes, a la vez que atraviesa los ocho episodios de esta saga.
J.C. Maraddón
Disconformes con este en el que vivimos, siempre hubo artistas que imaginaron mundos distintos y los volcaron en obras que no necesariamente caen dentro del espectro de la ciencia ficción o la fantasía. Se trata muchas veces de ejercicios reflexivos que apuntan a un cambio de perspectiva y que disparan preguntas acerca de cómo serían las cosas si no fuesen como son. O también se interrogan sobre qué pasaría si esto que hoy es apenas un síntoma, se profundizara hasta devenir en un fenómeno imposible de detener, que ponga a la humanidad ante un futuro apocalíptico cuyo desenlace está a la vuelta de la esquina.
En no pocas ocasiones, la crítica fue impiadosa con este tipo de producciones, a las que se acusaba de apelar a recursos morbosos que alimentaban nuestra natural curiosidad por la consecuencias de una catástrofe. Y así se alojó a estos títulos en la celda de los best sellers que consiguen lectores con facilidad, pero que no acreditan méritos suficientes para ingresar en el limbo de la alta literatura. Sin embargo, la incursión de firmas notables en este mismo terreno llevó a que se legitimaran esas obras y que aquellos autores bastardeados tuvieran una segunda oportunidad.
Porque más allá de las historias atractivas y los episodios trágicos, en estas narraciones subyace una invitación a repensar nuestra existencia que no suele abundar en los textos pasatistas, más bien preocupados por entretener de manera liviana y continua. De hecho, ha habido filósofos que, en busca de hacerse entender de mejor modo entre la gente común, han desplegado sus teorías a través de libros de ficción que deslizan razonamientos de indudable profundidad detrás del argumento que exponen en la superficie, como si su obra estuviese compuesta por capas a las que hay que ir quitando para llegar al núcleo.
Clásicos de la literatura universal se afilian a esta clase de abordajes, para lo cual apelan a un sentido metafórico en el que los elementos que aparecen página tras páginas remiten en realidad a otras ideas, que se prestan así a una segunda lectura que sirva para interpretar el sentido que el escritor quería darle. Certera o no esta revelación de las intenciones (no tan) ocultas, su sola aparición da cuenta de la riqueza significativa de esos cuentos y novelas a las que a simple vista se ninguneó alguna vez como productos comerciales dirigidos a un mercado muy específico.
“Nuestro mundo plateado”, la colección de relatos breves de Emiliano Salto que publicó este año la editorial Antipop, explora en esa dirección a partir una sustancia que, en permanente expansión, recubre personas y paisajes, a la vez que atraviesa los ocho episodios de esta saga. Esa especie de lava plateada que se esfuerza por devorar todo lo que el propio autor nos viene narrando, dota a estas historias de una urgencia tan angustiante como irreversible, y reviste al libro de un encanto particular, que tal vez se vea exacerbado por amoldarse a la perfección a un clima de época análogo.
Quizás lo que se nos cuenta en “Nuestro mundo plateado” nos habla de algo más que, para no ser por demás evidente, se oculta detrás de ese discurso que adscribe de lleno a los parámetros establecidos por el canon de la ciencia ficción. Pero si así no fuera, en su transcurrir esta cadena de sucesos que enumera Salto bastan para provocar sensaciones escalofriantes y disfrutables a la vez. Si, además, este volumen nos dice cosas graves sobre esta circunstancia que atraviesa nuestra especie, se trata en todo caso de un plus al que no es imprescindible asomarse para entregarse al deleite literario.
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