Otra vuelta de rosca a la fusión
La prensa especializada internacional ha registrado el surgimiento del dúo venezolano Mito y Comadre, que insta a deleitarse a través de su mixtura de electrónica con elementos ancestrales de aquel país, una fórmula que ahora expande sus intenciones hacia el mercado anglosajón.
A comienzos de la década del dos mil, la electrónica ya había conseguido insertarse en todos los ámbitos musicales, desde el jazz hasta el rock, pasando por el pop, y sus intérpretes no se conformaban con hacerse escuchar en las pistas de baile, sino que ya le disputaban el mercado a la realeza rockera. Para alcanzar este objetivo, la avanzada electro utilizó procedimientos parecidos a los que había empleado el rocanrol, mixturándose con todo los que se le pusiera a tiro, incluyendo en sus hibridaciones a viejos éxitos remezclados y a las llamadas “músicas del mundo”, folklores de las distintas regiones del planeta.
Entre nosotros se perfiló en ese entonces una tendencia que combinaba deejays con bandoneones y violines, para imponer un estilo de raíz tanguera que a la vez podía sonar en las discotecas para regocijo de los bailarines. Bajofondo Tango Club y Gotan Project fueron los dos nombres mejor posicionados dentro de esta corriente que tuvo su apogeo hace algo más de veinte años y que asomaba como dominante, hasta que le tocó pasar de moda y hoy apenas perdura el recuerdo de ese fenómeno que supo convocar multitudes en las que se mezclaba público correspondiente a diversas generaciones.
Después tomó cuerpo una iniciativa parecida en el panorama de los sones nativos de la Argentina, que en este caso estuvo circunscripta a artistas de culto como Tremor o Tonolec, con mayor llegada entre los seguidores de la música experimental que en el segmento más popular. Estas propuestas fueron el eco local de un abanico de creadores que incursionaron en la misma senda y que fueron englobados en la categoría del electrofolk, con el ecuatoriano Nicola Cruz como uno de los principales referentes y un notable esfuerzo por modernizar lo antiguo, sin faltarle el respeto a las raíces culturales.
Unos 15 años atrás, desde Colombia sorprendió la aparición de un nutrido contingente de emprendimientos sonoros que pugnaban por actualizar los ritmos propios de la región, con un énfasis evidente en la intención de postular canciones que inviten al baile. Formaciones como Systema Solar o Bomba Estéreo marcaron toda una época y ocuparon un sitio estelar en las listas de temas que se danzaban en las fiestas por entonces de moda, donde los DJS pinchaban cumbia, reguetón, deep house y drum & bass en una misma noche, a sabiendas de que todos seguirían moviéndose como si hubiera un continuo en esa selección.
Pues bien, ahora la prensa especializada internacional ha registrado el surgimiento de la agrupación venezolana Mito y Comadre, que insta a deleitarse con su mixtura de synth-pop con elementos ancestrales de aquel país, que en un principio ha sido recibida con entusiasmo en el Caribe y que ahora expande sus intenciones hacia el mercado anglosajón al amparo de la escudería de ZZK Records, un sello que ha sabido profundizar esta veta y llevarla a una escala global. Shanna Hernández (voces) y Guillermo Lares (samplers, percusiones y secuencias) conforman este dúo de cuyos aciertos ya han tomado nota en Europa.
Para grabar y apoyar su disco debut, “Guajirando”, el año pasado la dupla se instaló en Colombia y se puso a las órdenes del productor Christian Castagno, quien en su momento desempeñó idéntica tarea junto a Bomba Estéreo y Systema Solar. Como es de esperar en cualquier banda actual, Mito y Comadre no le esquiva al estilo urbano, pero lo que subyace en su repertorio es su preferencia por una fusión donde la novedad y la tradición se enriquecen mutuamente, sin mezquindades, completando una obra que se obstina en encontrarle una vuelta de rosca más al panorama de la electrónica.
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