El Pacto de Mayo y el planteo de la “inserción en el mundo”
El décimo punto termina involucrando a todos los anteriores y es clave por la forma en la que se organiza una economía cuando está o no expuesta a la competencia global. En 1953, las exportaciones capturaban 1,34% del mercado mundial; hoy son 0,36%.
El presidente Javier Milei aseguró que el voto en contra en el Senado al DNU -se definirá su futuro en Diputados- “socava” el Pacto de Mayo al que convocó para el 25 de ese mes en Córdoba. Para algunos analistas hay una analogía entre esa propuesta y el acuerdo de la Moncloa en España en 1977. Ese pacto, cerrado en el post franquismo, buscó acceder a la Comunidad Económica Europea, con todas las reformas que eso implicaba.
Jorge Vasconcelos y Maximiliano Gutiérrez, economistas del Ieral de la Fundación Mediterránea, elaboraron una suerte de “guía” respecto de qué camino siguieron los países que se lograron acercar a la categoría de “desarrollados”, viniendo de “emergentes”. Tuvieron una característica en común, que fue la de haber logrado un cambio cualitativo en su inserción en el mercado mundial.
Aclaran que eso no tiene que ver con el concepto de la “restricción externa”. Es la diferencia en la forma en la que se organiza una economía cuando está o no expuesta a la competencia global. Los casos de nuevos desarrollados incluyen países como Corea e Israel, pasando por Nueva Zelanda, Irlanda, España y Noruega, entre otros
El PIB por habitante de la Argentina comparado con el de los Estados Unidos se achicó de dos tercios a un tercio en los últimos setenta años. Mientras en 1953 se registraba un PIB per cápita equivalente al 63,3 % del de los Estados Unidos, para 2023 era 33%. El país experimentó una pérdida de inserción en el mercado mundial. En 1953, las exportaciones capturaban 1,34% del mercado mundial; hoy son 0,36%.
Si la agenda del Pacto de Mayo se lograra ordenar en función de una exitosa reinserción de la Argentina en la economía mundial (el punto 10 de la convocatoria oficial), no perdería sentido ninguno de los nueve ítems restantes -aseguran los economistas-, pero sí habría que reconfigurar objetivos e instrumentos, pasando a tener en cuenta su impacto en términos de competitividad
Los prerequisitos para desembocar en “competencia de monedas” son tan exigentes como los que debieron cumplirse cuando se ingresó en la convertibilidad. “No pueden faltar” la gobernabilidad, haber prescindido del impuesto inflacionario, haber resuelto el problema de la “inflación inercial” y entrar al nuevo régimen con precios relativos “corregidos”, junto con la eliminación de trabas y cepos al funcionamiento del comercio exterior y del mercado cambiario. Asimismo, la reforma monetaria debería apuntar a “inflación internacional” desde el primer día.
En el reporte se indica que, luego de la baja de tasas de interés dispuesta el lunes pasado por el Banco Central, la emisión generada por el pago de los intereses de los pasivos remunerados de la entidad pasaría a 1,97 billones de pesos/mes, equivalente a 5% de la base monetaria amplia actual. Aun cuando se ha reducido, sigue siendo demasiado elevada como emisión endógena, y constituye una “mochila” demasiado pesada para una moneda que se proponga competir de igual a igual con las divisas.
A diferencia de la dolarización, que demandaría contar con unos 35.000 millones de dólares para rescatar todos los pesos, entrar en competencia de monedas requeriría reservas por una fracción de aquella suma. De allí que las autoridades reconocen estar gestionando una cifra del orden de los 15.000 millones. Aunque más acotada, esa masa crítica de divisas no es tan sencilla de lograr, pero es imprescindible para poder ofrecer en el arranque de la “competencia” la libre elección de monedas a los tenedores de pesos. En esa fase de la reforma el mercado habrá de determinar tanto el tipo de cambio como las tasas de interés (en pesos) en las que oferta y demanda se equilibran.
Entienden que la baja de tasas de interés también puede responder al temor del gobierno a una recesión más profunda y prolongada que la prevista inicialmente. Al respecto, los indicadores de febrero sobre el nivel de actividad no cuentan una historia muy diferente de enero. Del lado de la demanda, los salarios de los trabajadores registrados cayeron un 22% interanual en términos reales en enero y acumulan una merma del 18% en el bimestre diciembre y enero, para ubicarse en valores similares a los de mayo de 2006
Aquellos sectores que cuentan con una mayor apertura exportadora están logrando “surfear” la recesión de un modo mucho menos apremiante, particularmente cuando se compara con aquellos rubros con menor inserción externa y baja competitividad. La caída de producción no se observa en sectores como hidrocarburos y procesamiento de carne vacuna, justamente por tener capacidad de derivar producción al mercado externo y/o profundizar la sustitución de importaciones.
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