Caras y caretas cordobesas
Unas fotos del semanario porteño de actualidades publicadas el 24 de diciembre de 1910, reenvían a la presencia cordobesa en la grandiosa celebración del Centenario en Buenos Aires.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
La Exposición Industrial de 1910
La Argentina guarda tempranos recuerdos de lo que significaba asistir a una Exposición Internacional. De hecho, concurrió en 1851 a aquella inolvidable Exposición del Crystal Palace, montada en el Hyde Park de Londres; y en 1855 a la Exposition Universelle parisina de 1855. En 1867, sus productos por lo general de origen animal o vegetal, como lana, cueros y sebo, o bien minerales enviados a la Exposición de París en 1867, le acreditaron al país 19 medallas.
Siguiendo el orden, el genio visionario de Sarmiento designó a Córdoba como centro urbano para instalar la Exposición de Artes y Productos Nacionales en 1871, la primera de esta clase en el país, que atrajo a más de treinta mil visitantes. El Manual de las Repúblicas del Plata, de 1876, por los periodistas británicos M. G. y E. T. Mulhall, presta mucha atención a los premios entregados en ocasión de la Exposición de Córdoba y, registra una cosecha de medallas para la provincia anfitriona, de “13 medallas de oro, 13 de plata y 12 de bronce, tomando el puesto de honor inmediatamente después de Buenos Aires”. En los rubros premiados por la Exposición se palpa la amplitud de las categorías en que circularon los productos en la gran muestra, incluidas fotografías, cuadros, bordados, muebles, textiles, caballos y toros, vinos, ponchos, arados, y un largo etc.
Esos antecedentes se pusieron sobre la mesa cuando la Argentina tuvo que empezar a diseñar su Centenario de 1910. Y resonaban, en no menor medida, logros que en los últimos veinte años habían dejado una vara muy alta en el mundo: la Exposición Internacional de París de 1887 en el centenario de la Revolución Francesa; o la Exposición Colombina de 1893 en Chicago, Estados Unidos, a los cuatrocientos años de la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. La Argentina había tomado la delantera, imponiéndose al Brasil en sus fastuosas puestas para asistir a los mega eventos del primer mundo. Indica el autor Jens Andermann en su investigación comparativa entre Argentina y Brasil en “la era de las exposiciones” que el presupuesto argentino para la exhibición de París de 1889 fue de 3.500.000 francos, casi el triple de lo asignado por los Estados Unidos para el mismo evento. Con ese espíritu se encaró el montaje de los festejos del Centenario de 1910, a finales de la presidencia de Figueroa Alcorta y con Sáenz Peña como presidente electo. La maquinaria se puso en movimiento para colocarle una corona a Buenos Aires, la ciudad más populosa del continente latino, y centro portuario agroexportador donde se concentraban las mayores riquezas del país. El evento cumbre de los festejos sería la Exposición Internacional del Centenario, también citada como Exposición Industrial, que permaneció abierta a visitantes por varios meses de 1911.
Argentina ostentaba su fama de próspera república del cono sudamericano, ocultando, en lo posible, sus miserias sociales. La Exposición debía reflejar esa opulencia y deslumbrar a las naciones invitadas al copioso banquete del capital.
La Exposición Internacional del Centenario ubicó sus pabellones a lo largo de la actual Avenida del Libertador, en la capital del país. Se levantaron cinco grandes pabellones dedicados a la agricultura y ganadería, al transporte terrestre, a las bellas artes, a la higiene y la salud, y a la industria. Los pabellones dieron lucimiento a la arquitectura nacional, con mucho de inspiración europea, financiados por las propias provincias argentinas, por grandes marcas de productos industriales y por países invitados como España, Italia, Inglaterra, Suiza, Austria y Paraguay. Se levantaron 35 nuevos edificios especialmente diseñados para esta fiesta. Son datos provistos por Guillermo Vega Fischer en su texto Tras las huellas de la Exposición Internacional del Centenario, publicado en Hilario, 2022.
Entretanto, ¿cómo se preparaba Córdoba para el Centenario? La historiadora Cristina Boixadós aportó interesante información sobre la asignación de recursos para dejar bien parada a Córdoba en la Exposición del Centenario. Dice la autora que “en Córdoba, la ley del 12 de abril de 1910 sancionaba los gastos para los festejos del centenario. (...) Todo parece indicar que la preocupación máxima estuvo dirigida a participar en la Exposición Industrial con sede en la Capital, levantando y organizado el Pabellón de Córdoba.” La ciudad misma “no presentó proyectos de reformas urbanísticas ni remodelaciones trascendentes”. Así resume Boixadós los proyectos presupuestados por una comisión de veinte personas para engalanar la ciudad: llamado a concurso de proyectos para levantar un monumento simbólico en el centro de la Plaza San Martín; inauguración de la iluminación de la Av. General Paz y Vélez Sársfield, colocación de la piedra fundamental del puente hoy llamado Centenario, y del futuro palacio municipal; e iluminación en el frontispicio del Teatro Rivera Indarte, el antiguo Cabildo, la Casa de Gobierno, la Legislatura de la Provincia, el Monte de Piedad, las escuelas Olmos y Alberdi.
En cuanto al Pabellón de Córdoba en la Exposición porteña, indica Boixadós que “por decreto de 3 de mayo de 1910 se autorizaba ‘al Sr. Luis Baibiene, presidente del Comité Ejecutivo, para contratar con constructores de reconocida responsabilidad la ejecución del pabellón desarmable que se erija en dicha exposición, de acuerdo con los planos preparados por el Sr. E. Franche’.”
La revista Caras y Caretas, en su edición del 24 de diciembre de 1910, día de Navidad, incluía un despliegue de media página a la inauguración del Pabellón de Córdoba, realizada un par de semanas atrás. Allí se retrata a los asistentes en el palco central, al gobernador Garzón leyendo el discurso de apertura, e incluye una vista del pabellón inaugurado. Así fue la cobertura dedicada por el semanario a la presencia cordobesa en un evento donde ocurrían a la vez cientos de hechos que competían por la noticia, evento que de a poco se iría difuminando en la memoria social.
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