Caras y caretas cordobesas
Gran variedad de referencias a localidades cordobesas, hablan por sí solas de la adopción del picnic como una costumbre muy generalizada en las dos primeras décadas del siglo veinte.
Por Víctor Ramés
cordobers@gmail.com
Compartir almuerzos en la campiña (Segunda parte)
Puestos a dar vueltas alrededor del picnic que era, como palabra, un neologismo, como ocasión social una moda en propagación; y en la vida cotidiana, esta práctica relacionada al ocio y a la gratificación, actividad familiar y de camaradería en grupos diversos, era una costumbre que ayudaba a cortar la rutina. Lo hacía combinando paseos, descanso, alegría y comida, en el orden que se prefiera. En general el entorno campestre solía prestar su marco al picnic. El campo representaba la prueba de lo saludable, de lo que restituye a los individuos de la vida apurada de la ciudad. Era propio de la ocasión brindar un marco apto para reír, para cantar, para charlar, para poner a prueba los propios valores, y la capacidad de comportarse en la forma apropiada en un ambiente hecho de pertenencias. Sociabilidad en estado casi puro.
La lectura más arriba de una nota del semanario Caras y Caretas pintaba diversas formas de transcurrir un picnic principalmente en Buenos Aires, y cerraba con el picnic propio al que habían concurrido precisamente miembros de la redacción y las otras secciones de la revista. El picnic transcurrió en el Parque de Palermo y acabó -cuenta el cronista- en buena forma: “Allá a la tarde, muchachas joviales de otros pic nics vecinos concurrieron a favorecer nuestro bullicioso campamento, el baile sobre el césped al compás de las amorosas guitarras o a los vibrantes sones de la animosa banda”.
Se trate del picnic o de cualquier otra temática, nos resulta claramente más atractiva cuando las cosas tienen sede en Córdoba. Caras y Caretas, nuestra fuente sesgada, publicaba al paso de las primeras dos décadas del siglo referencias a picnics ambientados en la ciudad o en la provincia de Córdoba, a la vez que daba cuenta de la propagación de esta costumbre en cuanta localidad del país apareciese mencionada. Las referencias solían presentar una fotografía del evento y un epígrafe señalando el lugar y a los y a las protagonistas del picnic. Otras veces podía tratarse de dos o tres fotos y un texto un poco más informativo, o bien de un despliegue donde el picnic era parte de una serie de actividades. A continuación, nos proponemos señalar ejemplos.
Hacia fines de febrero de 1902 se habla de “Los últimos veraneantes” en las Sierras de Córdoba, y de un picnic “organizado por el señor Luis Pomes, bajo el árbol tradicional de la casa Olmos”, entre paseos en burro y excursiones al río. Hay varios otros ejemplos a lo largo de esa década, y destacamos una reunión de categoría que “Caras” publicaba en 1909, un picnic ofrecido por el reconocido Félix T. Garzón, que había sido vicegobernador, luego ministro y al año siguiente, 1910, gobernador de Córdoba. Garzón y señora dieron “en su residencia del kilómetro 14, un picnic en honor de varias familias y caballeros de la sociedad cordobesa, asistiendo también el interventor nacional doctor Eliseo Cantón.” La larga mesa del almuerzo y las galas hablan de un banquete campestre, más que de un picnic. Es un apunte sobre la amplitud del término.
El 24 de febrero de 1912 la revista destacaba varias fotografías de un picnic en Alta Gracia “ofrecido por el señor Publio Massini al doctor Figueroa Alcorta y familia en El Árbol”. José Figueroa Alcorta había sido presidente de la nación hasta dos años antes. En una foto de conjunto, dos muchachas sostienen sendas guitarras y otra joven tiene un violín en posición de tocar.
Prosiguiendo la segunda década de publicaciones en Caras y Caretas, aparecía el 27 de diciembre de 1913, en Bell Ville, un “Picnic de la juventud de la localidad, en una de las quintas que rodean la población”. Y en Río Cuarto, el 4 de abril de 1914, partidarios del intendente le ofrecían un picnic festejando el triunfo electoral. Sin cambiar de localidad, el 2 de mayo, los empleados de tráfico del Central Argentino también se reunían en un picnic. Ese mismo año, en Villa Dolores, el 15 de agosto, un grupo de vecinos se trasladaba “a las sierras locales” para realizar un picnic. Al año siguiente, el 27 de marzo en Córdoba, “Personal y alumnos del Curso de Comercio, celebraron el fin de curso con un picnic”
Se multiplican las menciones de picnics cordobeses entre los años 1919 y 1921. Va un ejemplo que permite palpar un evento popular, a todas luces, publicado el 29 de enero de 1919, con la foto de un concurridísimo picnic en Río Cuarto en cuyo texto al pie se lee: “Picnic que realizó la Sociedad Cosmopolita de Resistencia de Albañiles y anexos en la orilla del río, celebrando la entrada de año nuevo e inauguración de la biblioteca social.”
Nuestro puñado de ejemplos continúa el 1° de mayo de 1920, con dos fotografías que retratan en un marco campestre a “concurrentes al picnic que fue ofrecido por el Centro Aragonés a varias familias de la colonia española”. Y el 29 de enero de 1921 se ve en una foto a “concurrentes al picnic que el diario «La Voz del Interior» ofreció a su personal en la quinta del señor Pedro Lousteau al que concurrió todo el cuerpo de redactores y de la administración.”
La adopción generalizada del nombre picnic en diversas clases sociales y para eventos diferentes mantiene, sin embargo, constantes que le brindan continuidad, en su carácter festivo, en sus escenarios naturales, en la sociabilidad de cada clase, y en el imaginario social que los ejemplos bocetan. Ya fuera en una estancia, en una granja, en una quinta o en un parque, la arboleda era un elemento veraniego infaltable.
Los picnics se ofrecían en honor del gobernador o el intendente, eran celebrados por vecinos y comerciantes, por jefes y oficiales, por señoritas egresadas, por periodistas, por alumnos, por turistas; eran convocados por una sociedad recreativa o de artesanos, por una unión de dependientes, o por vecinos destacados, jefes comunales, familias prominentes. La lista y las variantes podría seguir, pero invitamos a lectores y lectoras a detenernos aquí.
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