Nueva ola, viejos prejuicios
Cachorro López, bajista de Los Abuelos de la Nada que siempre ha insistido en rescatar el repertorio de esa banda, está por lanzar una recopilación de grandes éxitos del grupo según nuevos abordajes, como el conocido a través de un videoclip en el que Lali Espósito entona “Mil horas”.
Si bien el disco “Los Abuelos de la Nada en el Ópera” resalta como uno de los más vendidos en la historia del rock argentino, esa segunda etapa del proyecto grupal que Miguel Abuelo había iniciado en los sesenta representaba una apuesta sonora demasiado audaz para lo que era el panorama local a comienzos de los ochenta. Subsumidos por la dictadura en la marginalidad y el aislamiento, nuestros rockeros seguían apegados a tendencias que ya habían pasado de moda en el hemisferio norte, en tanto que renegaban de la nueva ola que por ese entonces tenía entusiasmada a la juventud de aquellas latitudes.
Al regresar de su exilio en Europa, Miguel Abuelo traía en sus valijas la experiencia recolectada por allá, más su habitual desenfado que le ponía una cuota de imprevisibilidad a cualquiera de sus emprendimientos artísticos. Instalado otra vez en Buenos Aires, se rodeó de los músicos adecuados para llevar a la práctica lo que tenía en mente y publicó el primer disco con esa formación en octubre de 1982, bajo la producción de Charly García. La crítica fue benévola con el disco, que tuvo una performance comercial razonable, pero cuando esos temas sonaban en vivo la reacción del público solía ser poco feliz.
Entre las canciones que allí figuraban, la que tuvo mayor presencia en las radios fue “Sin gamulán”, compuesta por el tecladista del grupo, Andrés Calamaro, que también aportaba su voz a la interpretación. Hasta ese momento, su antecedente más notorio era haber formado parte de Raíces, la banda del uruguayo Beto Satragni que tuvo un paso esplendoroso por el primer festival de La Falda. Con ese acierto como autor, su nombre empezó a trascender más allá de Los Abuelos de la Nada, aunque las cosas seguían siendo difíciles para aquellos que buscaban escapar de los clichés del rock.
Fue en el segundo disco de Los Abuelos, “Vasos y besos”, lanzado en diciembre de 1983, que descolló como tema 2 del lado B la canción “Mil horas”, que también fue editada como single y que se constituyó en una de las más cantadas en aquella primavera democrática que se vivió tras la asunción de Raúl Alfonsín. Compuesta y vocalizada por Andrés Calamaro, la pieza ha dado lugar a variadas lecturas de su letra, la mayoría de ellas desmentidas por su autor, y además ha quedado inmersa en una polémica sobre su origen, porque también Marcelo Scornik aduce haber participado en su elaboración.
Tan redonda fue la concepción de esa obra y tan contundente su realización, que ha atravesado sin perder encanto estos cuarenta años, hasta el punto de admitir permanentes reversiones que no hacen sino rejuvenecerla. Cachorro López, bajista de Los Abuelos de la Nada que siempre ha insistido en el rescate de aquel repertorio, está a punto de lanzar una recopilación de grandes éxitos del grupo según nuevos abordajes, y no ha tenido mejor idea que adelantar ese contenido a través de un videoclip en el que Lali Espósito entona un remozado “Mil horas” a bordo de un Taunus Ghia.
Por supuesto, al igual que sucedía con el mismo grupo de Miguel Abuelo, la propuesta de Cachorro López ha sido objeto de cuestionamientos por parte de aquellos puristas que no simpatizan con la idea de conectar a Lali con la estirpe rockera. Idénticos prejuicios animaban a los que en pleno boom ochentoso aborrecían la factura de “Mil horas”, por considerarla ajena a los parámetros del rocanrol, mientras le gritaban “puto” a Calamaro porque subía al escenario enfundado en pantalones de cuero muy ajustados y le proferían idéntico calificativo a cualquiera que militase en la “new wave”.
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