Morirse con Gena Rowlands

J.C. Maraddón

Habían pasado ya dos años desde el extraordinario impacto de “El amor después del amor” y todos sabían que Fito Páez estaba a punto de lanzar un nuevo álbum, al que algunos anticipaban como una obra conceptual que llevaría por título “Circo Beat”. En agosto de 1994, salió como adelanto de difusión el single “Mariposa Tecknicolor”, al que iba a seguir poco después el “Tema de Piluso”, lo que completaba el presagio de que tras cumplir tres décadas de vida al músico Rosarino le había pegado un sentimiento nostálgico por aquellos tiempos en que era pibe en su ciudad natal.

Hacia noviembre de aquel año, finalmente se dio a conocer el disco completo, que venía acompañado de una estética psicodélica, aunque no exento de ese tinte bizarro que había copado la cultura popular de aquellos noventa, subidos a la moda de la bailanta y de la música house. El sucesor de “El amor después del amor” no la tenía fácil en su necesidad de superar ese antecedente, pero de entrada se había ganado la alta rotación en las radios, que se disputaban el privilegio de pasar los temas de ese artista que ya excedía los estrechos límites del rock nacional.

Esa nueva obra de la discografía de Páez abría con el track que le daba título y que con el tiempo se iba a convertir en una de las canciones emblemáticas del repertorio de un cantautor al que no le faltan composiciones de gran raigambre entre el público masivo. En su lírica, “Circo Beat” dibuja una idea acerca del momento que atravesaba Fito como ídolo pop y, a la vez, se retrotrae a la experiencia circense que los niños de su generación habían frecuentado debajo de esas carpas de colores en las que humanos y animales se esforzaban por brindar entretenimiento a los infantes.

En esa instancia de su carrera artística, el músico había dado muestras de su afinidad con el cinematógrafo cuando, a comienzos de 1994, se estrenó su ópera prima “La balda de Donna Helena”, que a pesar de contar con un elenco descollante no obtuvo la repercusión esperada. Antes, había aparecido en películas de Pino solanas y María Luisa Bemberg, además de haberle dedicado un tema de “El amor después del amor”, “Dos días en la vida”, a los personajes del largometraje “Thelma  & Louise”, dirigido por Ridley Scott y protagonizado por Susan Sarandon y Geena Davis.

“No me gustar cantar, yo me muero con Gena Rowlands”, dice de modo explícito la letra de “Circo Beat”, como si su autor renegara de lo que había sido su vocación original para rendirse ante el hechizo de las artes cinematográficas, y como si en vez de venerar a estrellas de rock prefiriese declararse admirador de una actriz estadounidense que en ese entonces ya era un ícono de la factoría hollywoodense. Casada con el cineasta John Cassavetes, conformó con él una dupla imbatible que procreó verdaderas joyas de la pantalla grande y en su dilatada trayectoria intervino en medio centenar de películas.

La muerte de Gena Rowlands a los 94 años el pasado 14 de agosto despertó una honda tristeza en ámbitos del séptimo arte y en todos aquellos que siguieron su filmografía, en la que le tocó interpretar a personajes que requerían de un exigente desempeño actoral. “La amo tanto”, escribió Fito Páez en su Instagram, donde posteó una foto de Gena Rowlands tras la noticia del fallecimiento de la actriz. Mientras tanto, el cantante anuncia las fechas de su gira 4030, con la que se celebra los 40 años de “Del ‘63” y los 30 de “Circo Beat” y donde tiene reservada una cita en Córdoba para diciembre.