Documentos de identidad
Como parte de esa retromanía rockera tan vigente en estos días, el libro “Los Piojos, una biografía documentada”, del historiador Jorge Núñez, publicado por editorial Planeta, será presentado el próximo jueves a las 19 en El Espejo, en un evento que contará con la presencia del autor.
J.C. Maraddón
Hacia finales de los años ochenta, una generación de rockeros se preparaba para tomar la posta de ese boom que se había gestado tras la Guerra de Malvinas y del que habían participado pioneros como Charly García, Spinetta o Miguel Abuelo, y representantes de la nueva camada como Soda Stéreo, Fito Páez o Virus. Esos (y muchos otros) habían sido los nombres que pilotearon el ingreso a la popularidad de un género que había crecido en las catacumbas del underground y que, con el advenimiento de la democracia, había aflorado a través de los medios masivos y había alcanzado la ansiada consagración.
Bandas como Los Fabulosos Cadillacs, Los Ratones Paranoicos o Don Cornelio y La Zona se aprestaban a suceder a aquellos en el trono de los favoritos, a partir de su mejor sintonía con una época en la que las esperanzas desatadas por el retorno del respeto a las instituciones comenzaban a resquebrajarse. Pero ese traspaso de mando en la jerarquía rockera se vio alterado por el estallido hiperinflacionario y las asonadas militares, que enrarecieron el ambiente y desataron una crisis de graves consecuencias para la industria discográfica local: se espaciaron los lanzamientos y ya no hubo lugar para que las jóvenes promesas debutaran en el mercado.
Por cierto, esto dio pie a que proliferasen sellos independientes y para que lo alternativo cobrase mayor vigor, en vistas de que los grandes sellos y las productoras más importantes abandonaban un barco que empezaba a hacer agua. Así fue como el quiebre entre los años ochenta y los noventa en el rock argentino resultó al final bastante abrupto, porque mientras figuras como Andrés Calamaro optaban por reiniciar su carrera en España, de las grietas de la debacle aparecían bandas con propuestas de hondo contenido disruptivo, como Attaque 77, Peligrosos Gorriones o Los Brujos.
En esa melange de lo que a grandes rasgos fue unificado bajo el pomposo rótulo de Nuevo Rock Argentino, convivían artistas que sólo tenían en común la necesidad de barajar y dar de nuevo, ante el cambio de circunstancias que se había producido en el país desde lo político, lo social y lo económico. Muchos de los intérpretes que se dieron a conocer dentro de ese movimiento colectivo, también compartían un origen barrial que les otorgaba un certificado de autenticidad, como si provenir de lugares postergados como ciertas zonas del conurbano, los apartase de cualquier sospecha acerca de sus objetivos musicales.
Desde El Palomar, al Oeste de la General Paz, saltaron a la consideración del público Los Piojos, un grupo nacido en el marasmo ochentoso que, en la última década del siglo, estaba destinado a seducir multitudes y a encarnar como pocos el espíritu de ese rock nacional que conquistó la gloria con canciones emblemas. Con un apego evidente a la cultura rioplatense, el grupo liderado por Andrés Ciro Martínez se plegó a esa tendencia rolinga que parecía avasallante, pero deformó los clichés hasta tornarlos irreconocibles, detrás de ritmos de murga y candombe, y letras que remedaban con altura la melancolía tanguera.
Tras dos décadas de trajín, Los Piojos se separaron en 2009, y quince años después han resuelto reunirse (con lógicas ausencias) para una serie de shows que tendrán como colofón su presencia en el próximo Cosquín Rock. Y para redondear esa retromanía vigente, se suma el libro “Los Piojos, una biografía documentada”, del historiador Jorge Núñez, publicado por editorial Planeta. Con la presencia del autor, el volumen será presentado el jueves a las 19 en El Espejo, en un oportuno evento que invita a mirar hacia atrás y observar en perspectiva el camino recorrido por estos músicos que hoy vuelven al ruedo, juntos otra vez.
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