El problema de las picadas

La muerte de un joven que corría carreras cerca del aeropuerto expone con crudeza una realidad que algunos no quieren ver

21 de febrero de 2025Javier BoherJavier Boher
picadas
Por Javier Boher 
El martes estaba escuchando la radio mientras manejaba cuando decidieron entrevistar a un funcionario municipal (no recuerdo quién) para hablar sobre el gran trabajo de prevención que realiza su gobierno en el tema tránsito. De acuerdo a los registros, la cantidad de actas labradas por infracciones se redujo a la mitad en el periodo que va de 2019 a 2024. Según el funcionario esto se debió al esfuerzo denodado con el que la gestión encaró la tarea.
Uno de los periodistas que estaba a la mesa comentó lo que resulta lógico desde el punto de vista de quién circula diariamente por las calles de Córdoba: no se ve que la gente maneje mejor y probablemente la reducción de multas se deba a un relajamiento de los controles. Puede ser el resultado de creer que las cámaras que elogió el funcionario van a hacer todo.
Ayer la ciudad amaneció conmocionada por un accidente en la avenida La Voz del Interior, la ruta que lleva de la ciudad hacia las sierras chicas. En el mismo falleció un joven que estaba en el lugar porque decenas de personas se congregaron a correr picadas. Quizás sea incorrecto llamar accidente a lo que ocurrió como resultado del accionar ilegal y temerario de un grupo de individuos que decidió usar el espacio público en beneficio propio y en perjuicio de todo el resto de la gente.
Toda la mañana, en distintos programas de radio, se cubrió el hecho. Lo pude seguir bien de cerca porque vivo en Sierras Chicas y me llevó una hora y media recorrer lo que habitualmente hago en 40 minutos, producto del corte de ruta que hubo que hacer para resguardar la escena del hecho. Lo más importante que pude sacar en claro es que la gente llamó a todos los programas para decir dónde y cuándo se corren picadas en toda la ciudad. Fue algo realmente impresionante.
Yo mismo he visto de todo en esa ruta. Aunque soy más de hábitos diurnos alguna vez me tocó volver cuando se reúne la gente para correr carreras. Pude ver de todo. Una vez me pasaron corriendo al lado. Otra vez los pude ver yéndose raudamente por un operativo policial, situación insólita en la que me vi envuelto porque los policías no habían cortado el tránsito. Otra vez pude ver unos quince patrulleros y motos esperando en la rotonda del ACV, quizás agrupándose para dirigirse hacia el lugar. Si un simple ciudadano que pasa ocasionalmente por el lugar tuvo contacto con eso, los empleados del peaje o del aeropuerto deben saber hasta cuál es el auto favorito al que deben apostar cada vez que corren.
Uno de los periodistas de otra mesa hablaba de que cómo podía ser que no pudieran frenar a 10 o 15 autos. No tiene idea de lo que estamos hablando: cada vez que se juntan ocupan un carril y la banquina de un lado (desde la vieja estación del mirador hasta el puente del aeropuerto) y buena parte de la banquina de la mano de enfrente. Quizás estemos hablando de la misma cantidad de vehículos que puede haber en una playa de estacionamiento de un boliche. Así de grande es el problema.
Los funcionarios pueden elegir quedarse encerrados en sus oficinas haciendo onanismo estadístico con cifras que pueden no estar diciendo nada o pueden prestar atención a lo que pasa en la ciudad a su cargo. El problema de las picadas es una realidad que solo por suerte no produce más muertos al año y sin voluntad de control y sin penas ejemplares estas cosas van a seguir pasando. A algunos quizás la adrenalina de la velocidad los hace sentir vivos y a otros quizás no les parece tan grave lo que hacen, hasta que termina ocurriendo una tragedia perfectamente evitable como la de ayer. Todos nos reímos alguna vez viendo Los Autos Locos, esas carreras disparatadas en las que cada accidente venía asociado a alguna situación divertida. Lo que pasa con las picadas en Córdoba no se parece en nada a eso.
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