Provincia africana de Annobon e Islas del Atlántico Norte

Es muy loco imaginar que Argentina podría llegar a tener una nueva provincia al otro lado del Atlántico

Nacional29 de mayo de 2025Javier BoherJavier Boher
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Por Javier Boher 
Ah, los delirios de internet… cada día que pasa nos encontramos con cosas que se repiten permanentemente, pero ocasionalmente aparece alguna noticia que nos saca una sonrisa. Puede ser una media verdad, una mala interpretación de algo o directamente una noticia falsa, pero sirve para que al menos por un rato nos relajemos respecto a las otras cosas que pasan en el país.
Cuando este país aún no existía, sino que nos gobernaban los españoles, el virreinato del Río de la Plata tenía la forma que más o menos hemos visto siempre en los mapas. Sin embargo, la mayoría de las veces nos falta agregar una posesión de la corona española que pertenecía al espacio administrativo de Buenos Aires a pesar de estar al otro lado del océano Atlántico: la isla Annobon, hoy perteneciente a Guinea Ecuatorial.
Este país africano lleva décadas gobernado por Teodoro Obiang, un dictador que Cristina Kirchner supo recibir con honores en aquellos años en lo que cualquier dictador africano con algún paso por el bloque de los no alineados le hacía tiritar las rodillas. La represión, la falta de libertades y el aislamiento de la isla de Annobon la llevaron a declarar su independencia de Guinea Ecuatorial, en un acto político con muy pocas chances de prosperar. En su búsqueda por reconocimiento la isla mandó emisarios a distintos lugares del mundo, entre ellos Argentina. A partir de este encuentro se lanzó como cierta una suposición que hizo vaya uno a saber quién: los africanos quieren integrarse a nuestro país a partir de aquel viejo vínculo jurídico de los años del virreinato del Río de la Plata. Insólito.
La gente empezó a imaginarse cómo sería esto de tener un país asentado en tres continentes y que además podría pasar a cumplir con la cuota woke que exige una determinada cantidad de gente de color. La algarabía inundó las redes solo con pensar en una ampliación territorial que nos permitiría extender nuestros dominios a través del Atlántico. Esa sensación no duró mucho, ya que basta con pensar en el aislamiento de gente que vive en islas que se encuentran en cauces de ríos dentro del país como para desmotivarse.
Pese a todo, y ya que estamos con el delirio, por qué no conjeturar sobre cómo podríamos incorporar esa isla a nuestras estructuras de gobierno.
Primero, la isla nunca podría dar vuelta una elección presidencial. Con sus 5.200 habitantes no llega ni siquiera al estatus de ciudad. Sería apenas un dato anecdótico, una mesa de Necochea para algún Rodríguez Saá, pero no mucho más que eso.
Lo interesante sería al tratar de ver a qué provincia se podría integrar. Imaginemos que por la cuestión de la distancia y la cultura se decidiera que Annobon debe ser una nueva provincia, Annobon e Islas del Atlántico Norte, un nombre de fantasía que separe claramente los dominios marítimos del país en dos franjas, la fueguina y la africana.
Así, de golpe y por las leyes actuales, tendrían que entrar al congreso de la nación tres senadores y cinco diputados, arrebatándole el trono de la más sobrerepresentada a su hermana austral. 5.000 africanos pondrían 8 legisladores sobre un total de 329, el 2,43% de la representación para el 0,01% de la población del país. 
Ya siento cómo se ponen en marcha los motores de las lanchas del peronismo para ir a ganarse esas bancas. El lugar les sentaría bárbaro, casi como si estuvieran en casa: no hay luz, no hay agua potable y la moralidad infantil es elevada. Alcanzan el estándar Conurbano bonaerense o provincia del noreste argentino.
Pese a todas las conjeturas la mejor respuesta estaría en la ley 1532 de 1884, que no está vigente pero que serviría como marco: la ley de territorios nacionales del gran Julio Argentino Roca. Un territorio con un gobernador designado por el gobierno nacional y sin representación parlamentaria. No se altera el balance de poder y cada uno tiene lo que fue a buscar. Eso sí, hay que convencer a Cristina de que vaya a convencer a Obiang para que esto prospere sin tener que tirar un tiro.
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