Horas clave para negociar cargos de UCR en Legislatura

Por Alejandro Moreno 

El martes, los futuros legisladores radicales tendrán una reunión en el local del Ente de Intendentes para comenzar a resolver la conducción del bloque propio y del interbloque de Juntos por el Cambio, definiciones que los pondrán a prueba. 

Algunas versiones periodísticas indicaron en los últimos días que Matías Gvozdenovich iría a la presidencia del bloque de la Unión Cívica Radical, y que Alejandra Ferrero sería la designada al frente del interbloque de Juntos por el Cambio. Los aliados en las elecciones de junio pasado ya establecieron que cada cual irá al recinto de la Legislatura con su propia bancada, por lo que deberán convivir las de UCR, Frente Cívico, PRO y Coalición Cívica-ARI. 

Sin embargo, fuentes radicales aseguraron ayer que no hay nada firmado con sangre, todavía, y que la reunión de mañana y otras que les sucederán con la urgencia tradicional en estos casos, terminarán por pintar el cuadro final. 

En algunos sectores de la UCR, e incluso entre los aliados, causó molestia que según esa información los dos cargos más importantes quedarían en el territorio deloredista, porque tanto Gvozdenovich como Ferrero responden al diputado nacional. Pero desde el entorno de De Loredo afirmaron ayer que no hay nada decidido, y que otros nombres están en danza por los mismos cargos, al que debe agregarse la vicepresidencia de la Cámara. Además de Gvozdenovich y Ferrero, en la grilla de aspirantes aparecen Gustavo Bottasso, Dante Rossi, Oscar Saliba y Brenda Austin. “Está todo abierto”, aseguró uno de los que abonan la posición de que falta que los correligionarios charlen mucho entre ellos. 

Una de las primeras cuestiones concluidas, hace ya varias semanas, fue que no habría un solo bloque de Juntos por el Cambio, sino cuatro interbloques. Aunque eso representó un disgusto para la UCR, que pretendía una bancada de treinta y tres legisladores (número al que ya no creen llegar porque algún caso de transfuguismo habrá), la compensación es que el radicalismo, por ser el núcleo más numeroso, ocupará la silla de la presidencia del interbloque. 

La facultad de nombrar al presidente le toca, entonces, a la UCR, pero naturalmente los socios querrán opinar, al menos. Y lo hacen, rogando al mismo tiempo que la interna radical no afecte al conjunto de la alianza provincial. 

Presidir el interbloque será una empresa difícil porque a las tensiones naturales entre legisladores de distintos partidos debe agregarse la crisis de la alianza a nivel nacional, tan profunda que para muchos ya ni siquiera puede afirmarse la existencia de la sociedad tal como era conocida hasta las elecciones de octubre pasado. Por eso, quien reciba la tarea deberá demostrar carácter y cintura política. Desde el juecismo habrían sugerido que Austin podría calzar mejor allí. 

El interbloque en la Legislatura será un engranaje delicado porque los aliancistas cordobeses están haciendo un esfuerzo por mantener la unidad del acuerdo político que dejó a Luis Juez, en junio, al borde de la victoria provincial. 

La oposición a Martín Llaryora es una amalgama para todos ellos, y la modificación por ley de las atribuciones constitucionales del Tribunal de Cuentas ha servido para mantener la cohesión. Nadie quiere sacar los pies del plato con expectativas mirando ya hacia el 2027, aunque para entonces falta un siglo en términos políticos. 

En ese trajín, el fin de semana Gregorio Hernández Maqueda consiguió que la Coalición Cívica-ARI nacional no le niegue autonomía para el juego provincial. 

El comunicado que sacó el partido de Elisa Carrió prometió una “oposición responsable” al próximo gobierno de Javier Milei. Y en el último párrafo Hernández Maqueda se anotó la victoria que fue a buscar a Buenos Aires, cuando la CC-ARI declaró que garantizará la “pluralidad de realidades provinciales y locales” y aceptó que “los distritos podrán mantener su marco de alianzas local/provincial, en concordancia con la Mesa Ejecutiva Nacional”.