Los setentas: llamado a elecciones, regreso de Perón, violencia política

Nacional18 de enero de 2024 DAS
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Daniel Alvarez Soza

Parte 1/4

   

      Con el llamado a elecciones que, oficialmente el gobierno militar , había  declarado a fines de 1971 y la consiguiente vuelta a las formas democráticas, los principales grupos subversivos operativos en la Argentina asumieron una visión muy diversa: para Montoneros, se debía instalar un grado de alineación en torno a la figura de Perón, promoviendo incluso una modificación en su accionar táctico frente al nuevo escenario que se presentaba, en tanto, que para el ERP, como, ya expresáramos, esta situación les irritaba, pues les quitaba el fundamento por el cual ellos alegaban luchar y llevar adelante sus acciones. Como una forma de afianzar lo expresado, diremos que el ERP, “A poco de saber las novedades electorales, la acción armada, en lugar de atenuarse, se multiplicó”, por ejemplo en enero de 1973, ocho policías fueron asesinados. El 7 de febrero, con el objeto de incautar armas para la guerrilla que debía instalar en Tucumán, se asaltó y ocupó el Cuartel del Batallón 141 de Comunicaciones” (1). 

    “Los atentados se mantuvieron constantes durante febrero y marzo” (2).

     Ya en documentos internos anteriores al anuncio de los comicios, el ERP ponía de manifiesto que el objetivo no era en modo alguno la democracia electoral. En abril de 1971, en un documento titulado “La actitud del partido frente a las elecciones”, se planteó que “Negar las elecciones, mantener ante ellas una actitud pasiva, no significa ninguna respuesta real al problema. Sin bien es cierto que nuestra estrategia es romper las elecciones, demostrar que son sólo una farsa, denunciar su carácter de engañifa de la burguesía, cosa que lograremos desarrollando sin descanso la actividad militar y política (…) No debemos excluir la posibilidad de un intento de participación (…) si la táctica del boicot no se puede apoyar en una verdadera movilización masiva de la clase obrera y el pueblo” (3).

    En 1973 el ERP se encontró entre la espada y la pared. En pleno auge peronista y con el inminente regreso de Perón al país no había margen para boicot alguno, y tampoco estructura como para participar exitosamente en las elecciones. Incluso en la Revista “El Combatiente” expusieron como alternativa no una fórmula partidaria sino “Ofrecer con toda claridad ante la masa del pueblo la opción de la guerra revolucionaria frente a la salida electoral con que la dictadura pretende engañarnos” (4).

    Sin embargo, en el seno del ERP se sufre una escisión. Su postura contraria a las elecciones se vio fragmentada por un grupo que decidió apoyar a Cámpora: el “ERP-22 de Agosto”, dirigido, entre otros, por Víctor Fernández Palmeiro.

   El régimen militar presidido por el Gral. Lanusse, instituía como novedad la figura del ballotage (segunda vuelta) si el candidato ganador no obtenía el 50 por ciento de los votos. Como el peronismo nunca había logrado un porcentaje así, la aritmética de los militares suponía inevitable una segunda vuelta en la cual el antiperonismo  -aliado detrás de una candidatura- podría evitar la victoria justicialista. Una tontería, puesto que aun en ese extremo se habría tratado del gobierno de todo lo quieto contra todo lo que se movía; por tanto, un gobierno imposible. “No se había hecho el Cordobazo para que Balbín fuera presidente de la Argentina” (5).

    “Ahora bien: para obtener ese 50 por ciento, Perón, asegurado por peso propio el voto de la clase obrera, necesitaba el respaldo electoral “de amplios sectores de la pequeña burguesía, cosa inalcanzable con una campaña en manos de burócratas. Para eso estaba “la gloriosa Juventud Peronista” (6).

    De ahí que, en una reunión en Madrid con las organizaciones guerrilleras, Perón repitió “Que la juventud se haga cargo”. Enseguida añadió: “O la juventud toma esto en sus manos y lo arregla, aunque sea a patadas pero lo arregla, o no lo arregla nadie”. Incluso la seducción fue más allá: “Los viejos no van a solucionar esto, los viejos no están en la evolución. Este es un mundo que cambia, y los muchachos tienen razón. Y si tienen razón hay que dársela y hay que darles el gobierno. Si la juventud no salva esto, no lo salva nadie” (Entrevista al diario Mayoría, 11 de /01/ 1973) (7).

   “Perón llevó su índice a la cabeza: “Con los años, hay algo en el hombre que se marchita”. Luego se señaló el corazón: “Y algo que se intimida. Nuestro movimiento necesita cerebros frescos y corazones tranquilos”.

    Arturo Lewinger, diría en esa reunión: “Todo marcha a las mil maravillas. Fue emocionante, hasta me acarició la cabeza”.

     Para decirlo con ironía, Juan Gasparini al respecto dirá: “El viejo era bueno”. “Tanto que les había prometido un gobierno guerrillero, y Firmenich lo tomaría muy en serio. Esa tarde, seguramente, empezó a  surgir la necesidad de la masacre de Ezeiza” (8).

 

17 de noviembre de 1972. Perón vuelve a la Argentina tras años de exilio.

     “Luche y vuelve”, había sido la consigna. Por cierto se había luchado, y Perón estaba de vuelta tras 17 años de exilio.

     La noche anterior, las unidades básicas de la Juventud peronista habían sido un hervidero. Desde ellas, partieron las principales columnas, las que eludiendo el cerco militar, logran llegar a las puertas de Ezeiza mientras el avión de Alitalia tocaba tierra y José Rucci protegía a Perón de la llovizna con aquel paraguas que hizo época.

    “Es un día frío y lluvioso. El avión de Alitalia Giuseppe Verdi al tocar la pista levanta una gigantesca ola y comienza a carretear por una de las laterales del aeropuerto de Ezeiza. Grupos de policías fuertemente armados, distribuidos en varios patrulleros, se acercan a la máquina. Un helicóptero artillado sobrevuela el lugar”.

   “A ochocientos metros de allí, en la aeroestación, una trescientas personas borrachas de alegría gritan, agitan banderas y alzan carteles de bienvenida”.

     “Han pasado ya ocho minutos desde las once de la mañana cuando el avión se detiene. Desciende un pasajero que es trasladado, en uno de los cinco automóviles que lo esperan, hacia la zona de desembarco. Lo siguen diez motociclistas, que conforman una escolta de nivel presidencial. Cuando la comitiva pasa frente al público que lo aclama, el visitante hace detener la marcha de los vehículos y desciende. Es un hombre alto, vestido con un impecable traje oscuro. Sonriendo comienza a saludar” (9).

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1.- MARQUEZ, Nicolás: “El Vietnam argentino”. Ob. cit. Pág. 39.

2.- MARQUEZ, Nicolás: “El Vietnam argentino”. Ob. cit. Pág. 39.

3.- MARQUEZ, Nicolás: “El Vietnam argentino”. Ob. cit. Pág. 41.

4.- MARQUEZ, Nicolás: “El Vietnam argentino”. Ob. cit. Pág. 41.

5.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. cit. Pág. 284.

6.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. cit. Pág. 284.

7.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. cit. Pág. 284.

8.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. cit. Pág. 284.

9.- MENDEZ. Eugenio: “Confesiones de un Montonero”. Ob.cit. Pág. 13

 

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