El bono de Quintela

En su pelea con Nación, el gobernador riojano ya está preparando todo para lanzar su propia cuasimonedas

Nacional 19 de enero de 2024 Javier Boher Javier Boher
2024-01-18-quintela

Por Javier Boher
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La primera vez que me tocó viajar solo con el club fue a Tucumán. Tenía nueve años, así que era bastante chico, pero recuerdo algunas cosas. Me acuerdo que el videojuego del momento era Mortal Kombat y que el que alojaba tenía uno de esos teclados musicales a los que se le prendían luces en las teclas, para aprender a seguir las melodías automáticas y poder tocarlas después. Pero había otra cosa que los cordobeses no conocíamos, algo extraño: los billetes eran distintos.
Ese fue mí primer encuentro con una cuasimoneda. Eran un poco una excentricidad, algo que en la inocencia de cuarto grado (que todavía no manejábamos plata más que para alguna merienda o para guardar en alcancía china de lata y candadito chiquito) parecía algo para atesorar. Por supuesto que en el colectivo del regreso a casa nos hicieron ver que cada uno de esos billetes que habíamos decidido guardar había sido un gran negocio para tucumanos ventajistas, que preferían la solidez del peso. Si, yo tuve una infancia de peso fuerte.
Al tiempo me tocó ver acá los cecor y un poco después el festival de papeles de colores que fueron los lecor, lecop, patacones y demás cuasimoneda que había en el país.
¿Bajar el gasto? A nadie se le cruzaba por la cabeza.
Pasaron casi tres décadas de aquel viaje y es como si estuviésemos en el mismo lugar. Algún gobernador malacostumbrado a los fondos nacionales no tiene plata para pagarle a sus empleados públicos y decide imprimir sus propios billetes. Reducir y hacer más eficiente no parece estar en los papeles de ninguno.
Todo indica que así está la cosa con el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, el que más se ha plantado contra Javier Milei y su modelo de país. De golpe se sentido un nuevo Facundo Quiroga, otro Chacho Peñaloza o -por qué no- un nuevo Carlos Menem. Por supuesto que le falta carisma y la llegada de todos esos caudillos, siendo apenas el resultado de pulseadas internas dentro de un partido hegemónico que no ha largado el poder en 40 años de democracia. Pese a ello, se siente un nuevo líder popular defendiendo los derechos de los habitantes de ese llano ardiente, aunque más no sea a través de entregarles papelitos de colores.
Esa parece ser su arma contra la tiranía centralista de un presidente que le dice que no hay plata y que hay que ajustar. Desde que el Estado nacional resolvió devolver a las provincias las escuelas y hospitales (decisión que personalmente no creo acertada, a pesar de ser consistente con la propia naturaleza del federalismo), los gobiernos subnacionales se han encontrado en aprietos para brindar servicios públicos de calidad, manteniendo buenos sueldos para sus empleados. Cada vez que empezaron los problemas recurrieron a parches, pero evitaron atacar la raíz de esos males.
La emisión cuasimonedas fue moneda corriente durante los '90 por la rigidez del tipo de cambio, esa especie de dolarización que supimos conseguir. Ante la imposibilidad de imprimir pesos para todos, cada uno imprimía para sí mismo. La crisis de 2001 se llevó en poco tiempo las cuasimonedas, pero trajo el aumento del gasto y la salida de la paridad peso-dólar. Esa necesidad local de imprimir para pagar fue cubierta con impresión y giros nacionales, los que generaron la inflación que vivimos hoy. Quintela, como tantos otros, eligió siempre la idea de vivir por encima de sus ingresos, que fueron pagados por los ciudadanos que le recibían los bonos o por los que ven perder capacidad de compra de sus salarios por la inflación. La mala administración no es gratis, sino todo lo contrario.
Probablemente el peor escenario de esta situación es que el gobernador riojano va a usar esta herramienta como arma política, a pesar de que en la práctica dicha arma apunta a los empleados forzados a cobrar en papeles que no sirven fuera de los límites de su provincia. Menudo problema tendrán en El Cadillo, el pueblo que se extiende sobre el punto de encuentro entre Córdoba, La Rioja y San Luis, para pagar y cobrar las cosas.
La situación tiene un ingrediente extra: el principal rival que asoma en el horizonte de Quintela es el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Martín Menem, figura joven de La Libertad Avanza y portador de un apellido que se mantiene en alta estima entre los riojanos. Así, cada cruce con el presidente Milei pretende ser un dardo para Menem, quien no estaría velando por los intereses de sus comprovincianos.
Si el gobierno nacional decide restringir al mínimo los envíos de dinero a las provincias, probablemente este escenario empiece a convertirse en una realidad concreta en aquellos lugares en los que los dirigentes suelen ser más dadivosos y menos responsables en el manejo de los fondos públicos. 
Idealmente, en el efecto esperado por los libertarios el ajuste es necesario para el desarrollo, con gobiernos provinciales gastando menos y de manera más eficiente, liberando las fuerzas reprimidas del mercado. En la práctica los gobernadores van a evitar el ajuste, porque siempre van a preferir algún equivalente al cordobés de nueve años al que los tucumanos ensartaron con billetes que no valían nada, antes que ser responsables administrando los recursos.
 

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