Los setentas: llamado a elecciones, regreso de Perón, violencia política.

Nacional 25 de enero de 2024 Daniel Alvarez Soza
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Daniel Alvarez Soza 

Parte 2/4 

    De los detalles del arribo de Perón a la Argentina, Alejandro Guerrero nos dice: “Poco antes del aterrizaje, el viejo caudillo había llamado a los hombres de la comitiva que llegaban con él a una cabina reservada y, tras abrir una valija de buen tamaño, había sacado unas armas de puño que repartió “por si hiciera falta”. Con el avión en la pista, subió a bordo un comodoro e  informó a Perón que tenía dos alternativas: emprender el regreso o permanecer - en la práctica se trataba de una detención- en el Hotel Internacional del aeropuerto. La respuesta de Perón fue dada en su estilo campechano: “Comodoro, para bajar hemos venido”.

      “La noticia hormigueó entre los manifestantes desparramados por las campiñas vecinas: “Perón está preso”, “Lo tienen al Viejo en cana” (750). Que el viejo líder caminara por territorio argentino después de más de 17 años era producto de la victoria más importante del movimiento obrero en décadas y, al mismo tiempo, ponía a esa victoria un límite preciso. Dicho de otra forma, en el imaginario popular el retorno de ese hombre significaba el regreso de conquistas históricas, pero esas conquistas correspondían a una época distinta a la que en ese momento vivía la Argentina, una época que ya no podía saber en qué consistía “la otra vereda”, esto en alusión a ser opositores al régimen de facto.

   “Dos días después de su salida del hotel, Perón se reunía con casi toda la dirigencia política en la casa de Gaspar Campos en Vicente López, donde la Juventud Peronista mantuvo la guardia, declarando que este era un “Barrio ocupado o Zona liberada”. Hasta la residencia llegó Ricardo Balbín, quien junto al líder peronista, trataron un tema fundamental: la paz nacional. Pacificación que a juicio de Perón, según manifestó en ese encuentro “no se habría logrado, sino a costa del Cordobazo e, incluso, de las propias guerrillas peronistas” (751).

   A diferencia de lo que pensaban los montoneros, Perón no venía a ponerse al frente del combate, sino a evitarlo, a hacer que la lucha se diluyera y encontrara su resolución parlamentaria.

    “Esta impresión, (…) quedaría avalada con el testimonio de Duilio Brunello, último vicepresidente primero del Partido Justicialista en vida de Perón. Éste sostiene que a fines de julio de 1972, mantuvo una entrevista con el General en su residencia de Puerta de Hierro, y allí -según Brunello-, le habría dicho: “En cuanto a las formaciones,…sirven para acosar al enemigo y obligarlo a negociar. En ese momento, fines de 1972, adelantó un criterio que un año más tarde  - cuando me propuso como vicepresidente 1º del Partido Justicialista- se convirtió en directiva expresa”.

    “Cuando la lucha haya cesado -fue su anticipo en aquella charla- tendremos que lograr la disolución de esas organizaciones y el encuadramiento de todos los hombres en la estructura piramidal del movimiento. Habrá que trabajar dentro de la paz” (752). 

    Carlos Funes, refiriéndose al viaje del primer retorno de Perón, comenta que en ese vuelo entre las muchas personas que acompañaban al General, viajaba un dirigente de la Juventud Peronista y ex Diputado nacional, Rodolfo Vittar. Según el autor en el vuelo de regreso, Perón le habría formulado a su interlocutor una especial recomendación para que “comenzaran a bajar las armasy se encuadraran en el plan de pacificación”. Como se advertía dice Funes: “Esto significaba un cambio de orientación que encontraría resistencia en las filas de la JP y sobre todo en las llamadas formaciones especiales” (753).

     “Sostiene que en julio de 1971, Vittar había conversado con el General en Puerta de Hierro y de resultas de tal conversación podría decirse que se sintió estimulado por Perón para continuar las tareas de hostigamiento, incluidas las acciones armadas contra el Régimen Militar que en ese momento presidía el General Lanusse”.

   “En cumplimiento de esta misión, Vittar debía tomar contacto con Rodolfo Galimberti, secretario general de la Juventud Peronista y en su momento promotor de las milicias especiales  -quien decía tener a su mando, 20 mil muchachos armados- y también debía contactarse con la conducción de Montoneros”.

   “El objetivo que se perseguía a través de un mecanismo de presión conjunto, era obviamente viabilizar el retorno de Perón y el llamado a elecciones sin condicionamiento ni proscripciones” (754).

     “Según el propio Funes: “Un año y medio más tarde, Noviembre de 1972, la directiva entraba en aparente contradicción con la anterior. Ahora se trataba de abandonar la acción directa, contribuir a la Unidad Nacional y reafirmar a Perón como la conducción estratégica de todo movimiento, incluyendo a los jóvenes rebeldes. Como el propio Vittar lo reconoce hoy   -resalta Funes- todavía las condiciones no estaban maduras para  comprender, con la urgencia del caso, este paso histórico de la Resistencia a la Convivencia” (755). 

     Volviendo a las visitas a la residencia de Vicente López, y en directa relación con lo antes aseverado, diremos que Montoneros acudió a esa casa aunque a diferencia con Balbín, el encuentro con los jefes guerrilleros fue secreto. Es esta visita, en donde Perón explicó a los 



líderes de la “juventud maravillosa” - como el General los llamaba- que era el tiempo de aplicar la “táctica” electoral, y que sobre ellos recaería el mayor peso de la campaña para los comicios del 11 de marzo de 1973.

     Firmenich y Quieto le dijeron a Perón, que aceptarían “un alto el fuego” pero de ninguna manera desarmarse, ya que “sostenían el objetivo de constituir milicias populares tal como alguna vez lo había proclamado Eva Perón y como lo había impulsado John William Cooke cuando todavía era delegado de Perón” (756). Así de cierta manera, ellos serían censores armados de la política del nuevo gobierno.  Con ello, dejaron claro una vez más que Rodolfo Galimberti, miembro juvenil del Consejo Superior, estaba bajo la disciplina de las organizaciones guerrilleras.

   Si se tiene en cuenta que el mayor peso de la campaña habría de recaer sobre los guerrilleros, queda claro por qué Perón no tuvo más remedio que aceptar, entre otras cosas, que  Montoneros dejara una lista de 300 personas a las que querían ver en el gobierno peronista y otra, de aquellos que no querían ver en el gobierno. Él, el conductor, el líder, el hombre a quien jamás nadie de su propia tropa había podido imponerle nada, se veía obligado ahora a ceder a casi todo lo exigido por esos jóvenes.  

    La proscripción impuesta por Lanusse, en cuanto a la persona de Juan Perón no sólo era una medida del Gobierno Militar, sino que contaba con el apoyo de diversas colectividades políticas. De todos modos, los obstáculos legales impuestos tenían una mera fuerza dilatoria y transitoria. 

    La elección de Cámpora para encabezar la lista del Partido Justicialista fue decidida por el propio Perón y así lo recuerda Jorge Antonio: “Perón viene a mi oficina en Madrid y me dice: ¡Mire Jorge, vamos a elegir al presidente de la República. Tenemos tres candidatos. Lo quiero conversar con usted porque yo quiero un presidente que esté dos meses y después ser yo el presidente. Los candidatos son Cámpora, Benítez y Taiana. El mejor de todos es Taiana, pero el consuegro de él es un General (que era Julio Alsogaray, comandante en jefe del Ejército). Entonces Taiana va a ser dominado por su consuegro; el otro es Benítez un correntino taimado que después se va a querer quedar. Entonces, queda Cámpora” (757). 

    La postulación presidencial de Cámpora se completó con la de Vicente Solano Lima, del conservadorismo popular a la vicepresidencia.

    De inmediato, Montoneros creó lo que sería la consigna central de la campaña: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. La apertura de la  campaña fue en San Andrés de Giles  -ciudad natal del candidato- fue sin dudas un acto guerrillero, “no había allí una sola bandera que no perteneciera a las organizaciones armadas. Y ese acto anunció el tono general que tendría la campaña y la relación de fuerzas que predominaba en  ese  momento dentro del peronismo en lo que a capacidad de movimiento se refería” (758). 

   La jugada de Perón había resultado perfecta. Con el antiperonismo descompuesto en varias ramas, algunas de las cuales ahora lo seguían a él, el General había apartado de la campaña a las mafias sindicales que habrían hecho huir a los decisivos votantes de clase media. “Y en un país volcado a ojos vista hacia la izquierda, esos simpáticos muchachos de las organizaciones armadas atraían a la pequeña burguesía y terminaban de componer una suerte de frente popular extraño y peculiar”.

     “Perón había lanzado la campaña desde Madrid el 15 de enero de 1973 con un largo documento, en uno de cuyos párrafos se lee:

      “La juventud Peronista de todo el país ha dicho ya su clara palabra en un documento que es producto de la discusión y aprobación de las distintas regionales en que se articulaba la JP a lo largo y ancho de nuestro territorio. A esa juventud esclarecida está confiada la tarea de movilizar a la ciudadanía popular bajo los dictados indiscutibles de nuestras consignas, en tanto siguen su preparación orgánica funcional para una lucha que ha de asegurar muestro porvenir. A ellos también está confiada la misión de organizar una generación de emergencia que en el futuro inmediato ha de tomar a su cargo la liberación definitiva de la patria” (759).

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750.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. cit. Pág. 281.

751.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. Cit. Pág. 282.

752.- VÁZQUEZ VIERA, Emilio: “El proceso subversivo en la Argentina a través de la bibliografía nacional”. Ob. cit. Pág. 286. 

753.- FUNES, Carlos: “Perón y la guerra sucia”. Catálogos. Buenos Aires. 1996. Pág. 101. Citado por VAZQUEZ VIERA, Emilio. Ob.cit., Pág. 288.

754.- VÁZQUEZ VIERA, Emilio. Ob. cit. Pág. 289. 

755.- FUNES, Carlos: “Perón y la guerra sucia”. Catálogos. Buenos Aires. 1996. Pág. 101. Citado por VAZQUEZ VIERA, Emilio. Ob.cit., Pág. 289

756.-LANUSSE, Lucas: “Montoneros: el mito de los 12 fundadores. Ob.cit. Pág. 201.

757.- PIGNA, Felipe: “Lo pasado pensado”. Entrevista con la historia argentina (1955-1983). 2º Edición. Buenos Aires. Planeta, 2005. Pág. 215. 

758.- GUERRERO, Alejandro: “El peronismo armado”. Ob. cit. Pág. 286.

759.- TORRES MOLINA, R: “La etapa actual de las guerrillas argentinas”. Cristianismo y Revolución. Nº 29, Junio de 1971.

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