Las relaciones de la subversión argentina y chilena (Segunda parte)

21 de marzo de 2024 Daniel Álvarez Sosa
ERP 2

Daniel Alvarez Soza



Segunda Etapa: La Unidad Popular y el proceso de integración guerrillero (1971- 1976).

    La llegada de Salvador Allende al poder significó un cambio en la vida política no sólo de Chile, sino en todo el Cono Sur, en donde como hemos señalado, la Unidad Popular a pesar de su origen democrático en ningún caso luchó por oponerse al nacimiento de grupos subversivos, sino que por el contrario los avaló. Como muestra de ello, es válido recordar el ilegal derecho de asilo que el régimen de Allende concedió a los terroristas fugados de la cárcel de Trelew y que posteriormente fueron enviados a La Habana,  hecho que se convirtió en una práctica habitual en el Chile Socialista. Sobre el caso, recordemos que Allende le  obsequió a Santucho una pistola, y que en agradecimiento el líder erpiano manifestó su “…deseo que el pueblo chileno pueda derrotar a los momios y al imperialismo. Agregando: Defenderemos a Chile donde quiera que estemos (1).

  Los autores Pedro Vuskovic y Belarmino Elguela en su obra: “Che Guevara en el presente de América Latina”, afirmaban que:

  “Cuba se proyectaba como la conciencia crítica de América Latina, tanto por la conquista del poder como la epopeya civil en la construcción del socialismo. Cuba ya no es excepción, sino que es vanguardia de la gran revolución latinoamericana” (2).

    “El espíritu sigue su conciencia como el grueso de la tropa sigue a su vanguardia, o sea, como Chile debería seguir a Cuba. Porque, como lo sostenía el propio Allende, si bien la revolución cubana es nacional, también es una revolución de toda América Latina” (3). “Tal como lo intentaron concretar los castro-comunistas chilenos, antes, durante y después del gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende” (4).

  En base a lo expuesto, el MIR planteará la idea de la vía armada, explicitando su táctica en una publicación de la Revista “Punto Final” del 3 de marzo de 1970, donde se “convocaba a la guerra revolucionaria, teorizada por Lin Piao y Vo Nguyen Giap. Aparte de la lucha armada y guerra de guerrillas, esta organización afirmaba que:

    “A través de la lucha armada se pueden crear las condiciones subjetivas de la revolución. Sólo a través de la guerrilla se pueden crear las condiciones para la construcción del Ejercito Guerrillero” (5).

   Era la reiteración exacta de la obra “Guerra de Guerrillas: un método de Ernesto Che Guevara”. De ahí que el comité universitario del MIR reclamaba “al gobierno socialista de Allende la aplicación de una línea estratégica que busque un enfrentamiento de clases en el marco de una guerra civil.

     “Proclamaba la necesidad de que el pueblo fuera armado. Que la vanguardia revolucionaria, además de combinar el trabajo legal y clandestino no descuidara el montaje de las estructuras clandestinas y los aparatos armados con el propósito de crear condiciones favorables para el desencadenamiento de la guerra civil.

      “En 1970, antes de que asumiera Allende, el MIR sostenía que su función era la de preparar a los sectores más radicalizados del pueblo para una resistencia organizada”.

  “Sólo será posible mediante la lucha armada (…). Más aún, hemos sostenido que la lucha armada adoptará la forma de una guerra revolucionaria prolongada e irregular. Nada de lo fundamental de estas condiciones ha variado por el triunfo electoral de la UP: el enfrentamiento sólo ha sido postergado (…). La lucha definitiva por el poder habrá de tomar un carácter irregular y prolongado (…) una guerra      revolucionaria” (6).

     Otro de los hechos que marcó este proceso integrativo patrocinado por Salvador Allende, consistió en que  su gobierno promovió el financiamiento de la guerrilla extranjera y particularmente latinoamericana. Por lo que el apoyo de éste a la formación de organizaciones subversivas era tan elocuente, que éste mismo “había dispuesto el suministro regular de fondos para las guerrillas argentinas y uruguayas” (7). De manera que la ayuda dispuesta por Allende al terrorismo argentino en particular se confirmó luego que éste “…había financiado al ERP y a Montoneros con recursos del Banco Central de su país” (8).

   Con esto Chile se convirtió en un centro de irradiación del extremismo en Latinoamérica  patrocinado por el gobierno de la Unidad Popular, cuestión que se confirmará con la existencia de antecedentes encontrados en oficinas del Banco Central una vez derrocado Allende:

     “a) Con la intervención del Ex Director de Investigaciones, Señor Paredes, y del ex Senador y Secretario general del Partido Socialista Carlos Altamirano, se había establecido entre Chile, Argentina y EE.UU. un activo tráfico ilícito de moneda extranjera, especialmente dólares y libras esterlinas, cuyas ganancias servían para financiar a los subversivos en Chile y a organizaciones terroristas en Argentina”.  

    “b) Parecidas actividades desarrollaba el ex Presidente del Banco Central, Señor Alfonso Inostroza. Su nombre y el de otros miembros del Partido Socialista, aparecen mencionados en un memorándum hallado en el Banco Central, con posterioridad al movimiento militar de 

septiembre de 1973, en el cual se confirma el financiamiento económico patrocinado por la UP: 

   “Inostroza en Curicó, tuvo reuniones con Héctor (Tito) Martínez de la Comisión Política del Partido, referente a la ayuda a  revolucionarios argentinos a través del Banco Central…” (9).

    Desde los inicios de la Unidad Popular, Allende además de convertirse en un factor de financiamiento de la guerrilla, también colocó a Chile como un refugio de elementos subversivos de distintos países de la región, como expresáramos anteriormente. 

    “Desde el comienzo la Solidaridad de Allende con los refugiados políticos latinoamericanos fue uno de los aspectos centrales de su gobierno y uno de los asuntos más acalorados de discusión pública. El gobierno dio asilo a 70 guerrilleros brasileros, 9 Tupamaros uruguayos y 12 mexicanos en las primeras semanas” (10). 

    Si bien en Chile existía una larga tradición de asilo político, “los números fueron creciendo durante el período de la Unidad Popular, ya que múltiples organizaciones de izquierda de la región vieron en el Chile socialista un refugio seguro a las situaciones de persecución que sufrían en sus países. Muchas veces el asilo no se tramitó legalmente sino que se dio de hecho,  como resultado del apoyo que los partidos de izquierda chilenos les daban a otros partidos latinoamericanos. Esto generó un problema  internacional al gobierno de Allende que debía mantener un frágil equilibrio entre los principios de la solidaridad continental de la OLAS, organización de la cual había sido presidente, y  una buena relación con los otros gobiernos de la región”.  

   Para aquellos que terminaron formando la Junta Coordinación Revolucionaria “los intercambios entre las organizaciones se comenzaron a dar de una manera más regular. Y desde el cual se planificaron acciones contra sus países de origen. Militantes del ELN Boliviano, del MLN Tupamaros y del ERP-PRT Argentino encontraron refugio en Chile y contaron con el apoyo de algunas organizaciones de izquierda chilenas, tales como el Partido Socialista, la Izquierda Cristiana y principalmente el MIR” (11). 

   Con ello la coordinación subversiva vino a reforzar la estructura revolucionaria latinoamericana, por lo que el ERP comenzó a formar parte de esta alianza internacional con otras organizaciones terroristas con el claro objetivo de efectuar tareas revolucionarias conjuntas y conseguir el intercambio y envío de tropas entre las organizaciones integrantes. De esta manera se formó la ya citada “Junta Coordinadora Revolucionaria” (JCR) integrada por el ERP (Argentina), Tupamaros (Uruguay), MIR (Chile) y el Ejército de Liberación Nacional (Bolivia). “Esta organización llegó a poseer una fábrica de armas cortas y largas de alta calidad, emplazada en la localidad de Caseros” (12). 







___________________________

1.- BRIENZA, Hernán: “Mario R. Santucho: La guerrilla de izquierda”. Ob.cit. Pág. 70.

2.- VUSKOVIC, Pedro y ELGUELA, Belarmino: “Che Guevara en el presente de América Latina” Buenos Aires. Editorial Contrapunto. 1987. Pág. 187.

3.- ALLENDE, Salvador. “Prologo”. En J. Tabarés del Real, “La revolución cubana”. La Habana, 1960. Pág. 1. Citado por VUSKOVIC, Pedro  y ELGUELA, Belarmino: “Che Guevara en el presente de América Latina”. Ob. Cit. Pág. 187.

4.- DIAZ ARAUJO. Enrique. “La Guerrilla en sus libros”. Ob. Cit. Pág. 154.

5.- FARIAS, Víctor: “La izquierda chilena (1969-1973). Documentos para el estudio de su línea estratégica” Tomo I, Berlín. Centros de Estudios Públicos, 2000 Págs. 240-241.

6.- FARIAS, Víctor: “La izquierda chilena (1969-1973). Documentos para el estudio de su línea estratégica”. Ob.cit. Págs. 240-241.

7.- ACUÑA, Carlos Manuel: “Por amor al odio. Crónicas de guerra: de Cámpora a la muerte de Perón”. Tomo II. Buenos Aires. Ediciones del Pórtico, 2003. Pág. 358.

8.- SEOANE, María. Revista Somos (Publicación de la inteligencia uruguaya. Documentación chilena). Citado por ACUÑA, Carlos Manuel: Por amor al odio. Crónicas de guerra: de Cámpora a la muerte de Perón. Tomo II.

9.- Libro Blanco. Del cambio de gobierno en Chile. Ob.cit. Pág. 75.

10.-  PEREDO, Osvaldo “Chato”: “Volvimos a las montañas”. Santa Cruz, Bolivia: Osvaldo Peredo Liegue Edición, 2003. Pág. 94.

11.- QUROGA ZAMORA, Patricio: “Compañeros: El GAP: La escolta de Allende”. Editorial Aguilar. 2001. Santiago de Chile. Pág. 180.

12.- MARQUEZ, Nicolás: “El Vietnam argentino”. Ob. cit. Págs. 65.



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