El primer año del mandato de Milei fue muy intenso, con una tensión permanente que nos tuvo crispados todo el tiempo
Las advertencias del Jefe Montonero a Juan Domingo Perón. Parte II
Tercera presidencia de Perón y la ofensiva contra la guerrilla.
Nacional16 de mayo de 2024 DASDaniel Alvarez Soza
“La Argentina y Cuba rompieron relaciones diplomáticas a comienzos de la década del sesenta, tiempos de las resoluciones I y II de la VIII Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA que se realizó en Punta del Este. Allí se declaró: “la incompatibilidad del comunismo en el sistema interamericano” y se habló de “actos resultantes de la continuada intervención de los poderes chino-soviéticos” en la región.
“Desde entonces, Cuba se convirtió en la meca de las organizaciones terroristas en América Latina. Allí los cuadros se forjaron intelectualmente y recibieron instrucción militar. De Cuba partió la primera experiencia guerrillera argentina formada en la base Punto Cero, una Escuela de Preparación Especial de Tropas Irregulares, que con Ricardo Masetti y militares cubanos se instaló en Salta, siendo eliminados por la Gendarmería en pleno periodo constitucional de Arturo Illia. De allí en adelante, especialmente tras la cumbre de la OLAS en 1967, los principales cuadros del terrorismo argentino fueron educados en distintas actividades militares. Con la llegada de Héctor Cámpora al poder el 25 de mayo de 1973 se reestablecerán las relaciones con La Habana” (1).
En el último mes de 1973, la acción guerrillera se había intensificado, sin que las fuerzas de seguridad pudieran frenar la escala violentista, por otra parte, sectores provenientes de ideologías públicamente marxistas, mantenían una presión sobre el gobierno justicialista que se sospechaba intolerable. “Perón insistía en defender el Plan Social, también conocido como Acuerdo Social, para mantener una economía estable con un control administrado sobre los precios internos. A pesar de las permanentes reuniones del presidente con sectores políticos, sindicales y empresarios, las organizaciones radicalizadas de la JP se encargaban de sabotear todas y cada una de las iniciativas del primer mandatario”
“Lentamente Perón se convencía de la fortaleza y el vigor del enemigo interno. Descartaba a las Fuerzas Armadas como sostén del gobierno para limitar el accionar de la subversión, y prefería echar mano de la policía y las fuerzas de seguridad. A los empresarios extranjeros que reclamaban un mínimo de seguridad, el gobierno les respondió con la movilización de tropas de la Gendarmería Nacional. Como militar que era, Perón sabía que incorporar al Ejército -y las armas restantes- en el combate contra la subversión hubiera significado un peligro para la democracia que insistía en defender a toda costa. Mientras tanto, soportaba cada día el anuncio de un nuevo secuestro extorsivo, el asesinato de algún uniformado, el atentado contra empresas extranjeras y nacionales, bombas contra sindicatos, etc. La contraofensiva comenzaba a ser de igual signo: con violencia, la derecha replicaba sobre dirigentes políticos considerados aliados de las radicalizadas huestes juveniles” (2).
1974.
10 enero, Perón anuncia que el gobierno “impondrá el Pacto Social”.
19 de enero, un comando dirigido por Enrique Gorriarán Merlo asaltó el Regimiento de Caballería blindada de Azul, capturó una cantidad de armamento y mató al jefe de la guarnición, Coronel Camilo Gay, a su esposa y a un soldado conscripto que estaba de guardia.
Sobre el copamiento del Regimiento, Gorriarán Merlo dice: “El ataque a la Unidad militar de Azul, que está a 300 kilómetros de la Capital, lo conducimos yo y Hugo Irurzum, utilizando 5 pelotones de 25 hombres al mando de Guillermo Altera. Sabíamos que la mayoría de los soldados estaban en uso de licencia por las vacaciones de verano, pero la unidad fue defendida por el coronel Camilo Gay, el teniente coronel Norberto Ibarzábal y el soldado González” (3).
Ante el aterrador clima, el propio Perón comienza a reaccionar a raíz de este atentado: “…todo tiene un límite…se trata de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la Patria y sus instituciones…” (4).
Sobre los detalles del ataque a la guarnición de Azul Juan B. Yofre nos dice:
“El asiento de la Guarnición Ejército de Azul estaba ocupado por los cuarteles de dos unidades: el Grupo de Artillería Blindado 1 (GA BI 1) y el Regimiento de Caballería Tiradores Blindados 10 “Húsares de Pueyrredón” (RC Tir BI 10), actualmente Regimiento de Caballería de Tanques 10 “Húsares de Pueyrredón”. (RC Tan 10). La noche del sábado 19 de enero de 1974, conociendo la escasez de efectivos con que contaba la Guarnición (la mayoría de los conscriptos había sido dada de baja por razones presupuestarias y licencias de fin de semana), una versión reforzada de la compañía “Héroes de Trelew” del PRT-ERP inició el ataque a las 23: 40, y los combates se prolongaron durante toda la noche y hasta las primeras luces del día siguiente”.
“Antes del ataque, un grupo de combatientes copó la casa quinta del doctor Miguel A. Inza, a tres kilómetros del objetivo, amordazó al casero y comenzó a concentrar el grueso escalón “Asalto” amparado en el amplio jardín rodeado por un cerco de pinos que cortaba la visibilidad.
Allí instalaron una posta sanitaria y distribuyeron los uniformes y armamentos. El otro escalón “Contención”, orbitó en los alrededores en apoyo del primero, para bloquear cualquier auxilio a la Guarnición, además de apoyar el escape de los atacantes y los camiones”
“A las 23: 40 horas se escuchan los primeros disparos en el puente de guardia Nº 4, donde es degollado el soldado conscripto Daniel Osvaldo González. El oficial de servicio, teniente primero Alejandro Domingo Carullo, llega al lugar del hecho, es herido de gravedad por ráfagas de pistola ametralladora y dado por muerto. Pocos minutos después, el personal de la guardia central comienza a repeler el ataque. El ruido de los disparos y las explosiones de las granadas llaman la atención del resto de los efectivos del cuartel y del barrio militar ubicado enfrente a la Guarnición. De allí saldrán cuatro oficiales para ingresar a la unidad a toda velocidad, en dirección al casino de oficiales: el mayor Osvaldo Antonio Larocca, el capitán médico Miguel Ángel López Orts y los subtenientes Eduardo Raúl Mendizábal y Horacio Guglielmone. También ingresó un civil de 18 años, Jorge Hernández Funes, hermano de uno de los oficiales con destino en la Guarnición”.
“Mientras se libraba una fuerte lucha en el interior del cuartel, el jefe del Grupo de Artillería Blindado Nº 1, teniente coronel Jorge Roberto Ibarzabal, que se encontraba cenando en la casa de un oficial de su unidad en el barrio militar, ingresó al cuartel dirigiéndose a la casa del jefe de la Guarnición y Jefe del Regimiento “Húsares de Pueyrredón” Coronel Camilo Arturo Gay. Juntos dejan a sus familias y se dirigen a defender la unidad, sin darse cuenta de que a sus espaldas la vivienda había sido rodeada por un grupo terrorista. A cincuenta metros de allí, antes de cruzar el arroyo Azul, que separaba a la casa del cuartel, son interceptados y, escasamente armados como estaban, intentan resistirse. El coronel Gay cae herido de muerte y es tomado prisionero; Ibarzábal es introducido en un vehículo y sacado del lugar. La familia de Gay es llevada como rehén a la herrería del cuartel; allí debían ser recogidos por un vehículo, cosa que no ocurrió porque ya estaba fracasando el ataque y, además, un vehículo blindado militar bloqueó al grupo atacante”.
“Cerca de las dos de la madrugada ingresa una sección del Arsenal Naval “Azopardo” (distante 35 kilómetros) integrada por veinte hombres. A las cuatro llegan el general Albano Harguindeguy -Jefe de Logística del Ejército- y el coronel Damo, de quien dependían las unidades atacadas”.
“El vehículo blindado, cuyas orugas crean un efecto psicológico sobre los atacantes, se dirige al fondo del cuartel y en la herrería encuentra que dos atacantes -Guillermo Pascual Altera y Santiago Luis Carrara- mantenían como rehenes a los familiares del coronel Gay, y a Enrique Alejandro Paradelo, un amigo del hijo que estaba de visita, a dos suboficiales más. Los atacantes se ven cercados y la situación queda a cargo del mayor Larocca quien oficia de interlocutor hasta el final de las acciones”.
“Los dos atacantes reclaman la presencia de diputados y senadores, periodistas y un juez federal. Recibida la orden de “accionar sobre los terroristas” del teniente general Leandro Enrique Anaya, comandante general del Ejército, Larocca reúne a los oficiales y pide dos voluntarios para concretar la acción. Se ofrecen un subteniente del Grupo de Artillería Blindado 1 y un teniente de corbeta del Arsenal Naval “Azopardo”.
“Cerca de las 7: 30 del 20 de enero todo estaba listo para cumplir la orden de Anaya. Altera miraba hacia el exterior planteando sus exigencias, y amenazando con matar a los rehenes en caso del no cumplimiento de las mismas. Carrara estaba detrás, apuntando con su FAL a los prisioneros. La esposa del coronel Gay, Ilda Irma Cazaux, se encontraba sentada en el fondo del edificio, y en su regazo descansaba la cabeza de su hija Patricia, de 14 años. Más atrás, el resto de los rehenes. A la señal esperada, los dos tiradores se incorporaron y abrieron fuego. “Altera cayó muerto instantáneamente, pero Carrara, cubierto en parte por el anterior, cae herido por dos disparos en el costado derecho, algo más arriba de la cintura, pero alcanza a girar y hace un disparo con su FAL, hiriendo de muerte a la esposa del coronel Gay, al ingresar el proyectil por la cara inferior del hombro izquierdo de ésta y salir por su espalda, por debajo y a la derecha de su omóplato derecho”. “La Señora de Gay - “Chela”- inclinó su torso hacia delante, herida de muerte, cayendo sobre el rostro de su hija Patricia a quien acariciaba para tranquilizarla. Fue traslada al Hospital Municipal de Azul pero fue imposible salvarle la vida. Tenía 42 años”.
Tras el fracaso de la operación, Gorriarán Merlo fue “despromovido” bajo el cargo de haber abandonado a su gente antes del repliegue, y se lo destinó en Córdoba. Su cargo fue ocupado por Juan Eliseo Ledesma (5).
“El domingo 20 por la noche se levantó una tarima en uno de los grandes salones de la residencia presidencial a la que se le puso una mesa de firma estilo francés con adornos de bronce dorados, más dos sillones. En uno se sentó Perón con uniforme de teniente general y en el otro, un poco más atrás, María Estela Martínez de Perón. Juan Domingo Perón habló como presidente de la Nación y comandante de las Fuerzas Armadas. Más que una simple arenga fue una fijación de órdenes, directivas y prioridades frente a la emergencia del momento. El discurso de novecientas palabras, que Perón no improvisó, comenzó a las 21: 08. Esperando con mucha expectación, el mensaje presidencial fue el siguiente:
“Me dirijo a todos los argentinos frente al bochornoso hecho que acaba de ocurrir en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Azul, donde una partida de asaltantes terroristas realizó un golpe de mano, mediante la cual asesinaron al jefe de la unidad, coronel don Camilo Gay, y a su señora esposa, y luego de matar alevosamente a soldados y herir un oficial y suboficial, huyeron llevando como rehén al teniente coronel Jorge Ibarzábal.
“Hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que vienen operando en la provincia de Buenos Aires, ante una evidente desaprensión de sus autoridades. El gobierno del pueblo, respetuoso de la Constitución y la ley, hasta hoy ha venido observando una conducta retenida frente a estos desbordes que -reitero- nada pueden justificar en la situación que vive la República.
“Tampoco, desde nuestro Movimiento, hemos querido producir un enfrentamiento, desde que anhelamos la paz y propendemos a la unión y solidaridad de todos los argentinos, hoy ocupados en la reconstrucción y liberación nacional. Pero todo tiene un límite: tolerar por más tiempo hechos como el ocurrido en Azul, donde se ataca a una institución nacional con los aleves procedimientos, está demostrando palmariamente que estamos en presencia de verdaderos enemigos de la Patria, organizados para luchar contra el Estado, al que a la vez se infiltran con aviesos fines insurreccionales.
“Nuestro ejército, como el resto de nuestras Fuerzas Armadas que han demostrado su acatamiento a la Constitución y a la ley, en provecho de una constitucionalización, no merecen sino el agradecimiento del pueblo argentino, que frente a lo ocurrido debe sentirse herido en lo más profundo de su sentimiento patriótico. Ya no se trata sólo de grupos de delincuentes sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foránea, atacan al Estado y a sus instituciones,
como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en que estamos empeñados. En la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios que actúa mediante la simulación de móviles políticos tan inconfesables como inexplicables.
“En consecuencia, ni el gobierno que ha recibido un mandato popular, claro y plebiscitario, ni el pueblo argentino que ha demostrado con creces su deseo de pacificación y liberación, pueden permanecer inermes ante estos ataques, abiertos a decisión soberana, y tolerar el abierto desafío a su autoridad, que pone en peligro la seguridad de la ciudadanía, cada día expuesta a la acción criminal de estas bandas de asaltantes.
“No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones; es indudable que ello obedece a una impunidad en que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible. Por lo que sería aún peor si mediara como se sospecha una tolerancia culposa.
“En consecuencia, el gobierno nacional en cumplimiento de su deber indeclinable, tomará de hoy en más las medidas pertinentes para tacar el mal en sus raíces echando mano a todo el poder de de su autoridad y movilizando todos los medios necesarios.
“Pido asimismo a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general que tomen partida activa en la defensa de la República, que es la atacada en las actuales circunstancias.
“Ya no se trata de contiendas políticas parciales, sino de poner coto a la acción criminal que atenta contra la existencia misma de la Patria y sus instituciones y que es preciso destruir antes que nuestra debilidad produzca males que puedan llegar a ser irreparables en el futuro.
“Pido igualmente a los compañeros trabajadores una participación activa en la labor defensiva de sus organizaciones, que tanto ha costado llevarlas al momento actual de su magnífico funcionamiento. Esas organizaciones son también objeto de la mirada codiciosa de estos elementos, muchas veces disfrazados de dirigentes. Cada trabajador tiene un poco de responsabilidad de esa defensa, y espero confiado porque los conozco, que la sabrán defender como lo han hecho en todas las ocasiones.
“Aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que pretendemos una Patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles.
“Yo he aceptado el gobierno como un sacrificio patriótico y porque he pensado que podría ser útil a la República; si un día llegara a persuadirme que el pueblo argentino no me acompaña en ese sacrificio no permanecería un solo día en el gobierno. Entre las pruebas que he de imponerme al pueblo en esta lucha.
“Será después, la actitud de todos la que me impondrá mi futura conducta; ha pasado la hora de gritar “Perón”, ha llegado la hora de defenderlo” (6).
______________________
1.-YOFRE. Juan Bautista: “El Escarmiento”. Ob.cit. Pág. 167.
2.-YOFRE. Juan Bautista: “El Escarmiento”. Ob.cit. Pág. 192
3.- “Conversaciones con Gorriarán Merlo”. Citado por MENDEZ, Eugenio: “Santucho”. Ob cit. Págs. 104-105.
4.-BASCETTI, Roberto: “De Cámpora a la ruptura: Documentos 1973-1976” Pág. 363.
5.- YOFRE. Juan Bautista: “El Escarmiento”. Ob.cit. Págs. 233-234-235-236.
6.-YOFRE. Juan Bautista: “El Escarmiento”. Ob.cit. Págs. 252-253-254.
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