1º de julio: Fallecimiento del Presidente Perón: Vacío de poder: destape de la violencia guerrillera.

(1/2- Primera Parte)

Nacional27 de junio de 2024 DAS
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Daniel Alvarez Soza. 

  La enfermera Norma Baylon escuchó una frase con toda claridad de la boca del General Perón, que perdía el conocimiento por última vez cerca de la una y cuarto de la tarde de ese 1º de julio de 1974. El enfermo ya había sufrido otro paro cardiaco a las 11.50 hs. pero los médicos pudieron controlarlo y lo superó. Ahora no, era definitivo y uno de los personajes políticos más conocidos de la historia argentina lo supo en el instante anterior al desvanecimiento del final. “Esto se acabó”, le dijo a su enfermera.

   “No era sólo su vida: muchas cosas se acababan con ella y muchas otras empezaban con su muerte”.

   “Había sido un hombre extraño para todos aquellos que lo trataron. También lo fue, quizá, para sí mismo. Tenía vínculos penumbrosos con su pasado y sus orígenes, al punto que hasta hoy se discute la fecha de su nacimiento: no se sabe si fue el 7 o el 8 de octubre de 1893 o de 1895, y ni siquiera se conoce donde nació”.

   “Fue un perfecto desconocido, un oscuro oficial de caballería ignorado por el mundo hasta después de cumplir sus 50 años, bordeando el comienzo de la década de 1940. Se sabe que procedía de una familia pobre y nadie imaginó que llegaría donde llegó ni que sería lo que fue a casi cuatro décadas de su ingreso en el Colegio Militar, lo cual hace impensable que su abuela Dominga Dutey, hubiera fraguado ex profeso sus datos de filiación”.

     “Félix Luna le preguntó alguna vez por sus orígenes, pero el general le negó cualquier información: 

    - Mire, Luna  - le dijo-  todas esas cosas yo se las dejé a Pavón Pereyra (1) para que él las maneje, y ahora no puedo inmiscuirme en lo que él está haciendo”.

      Con el transcurso del tiempo, Pavón Pereyra se autoproclamó biógrafo oficial del general y llegó a escribir un libro en primera persona: “Yo, Perón, pero varios datos incluidos allí fueron luego corregidos por el propio Perón.

     El médico Hipólito Barreiro, embajador de Isabel Perón en países africanos, investigó los orígenes de la familia del líder peronista, haciendo importantes aportes a la leyenda:

   “Perón había nacido el 7 de octubre de 1893 como Juancito Sosa, hijo natural de padres solteros, en un medio precario como lo constituía la casa rancho de las afueras de Roque Pérez, de una madre indígena ,semianalfabeta, lo cual lo constituía a él en un mestizo, luego anotado irregularmente en Lobos el 8 de octubre de 1895, es decir dos años y un día después, como Juan Domingo Perón, y finalmente bautizado el 14 de enero de 1898 como Juan Domingo Perón Sosa en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Lobos” (2).

     A las 13.15 hs, El tres veces presidente de la Nación Argentina fallecía.

  “En la mañana del final, tras el paro cardiaco de las 11.50 hs., López Rega “el brujo” quemaba incienso alrededor de los profesionales que ya hacían esfuerzos desesperados por conservar esa vida que se marchaba inexorablemente. El ministro de Bienestar Social miraba al moribundo y repetía de continuo, como poseído: Regrese mi faraón, mi faraón” (3).

     Sus restos fueron despedidos por multitudes que venían a presentar sus respetos a quien había sido el Presidente de la Nación y que fallecía, tan sólo con nueve meses de ejercicio en el cargo. Pablo Giussianiu en su obra “Montoneros. La soberbia armada” respecto de esto relata que, “no era difícil identificar a los Montoneros en las inacabables colas de la gente que esperaba su turno para desfilar junto a los restos del líder, en el edificio del Congreso. Eran colas de gente común, en su mayor parte vivos retratos de lo que Eva Perón describía como “los humildes” (…). Algunas columnas montoneras insertadas en las colas contrastaban con el comportamiento general de la multitud, saliendo marcialmente de cada pausa bajo las órdenes de un virtual sargento que les gritaba: ¡Companíaaa de frente, aaaarrrr! En medio de la doliente muchedumbre civil que avanzaba en desorden y arrastrando los pies, los jóvenes guerreros marchaban hacia el cadáver ilustre en formación de combate” (4).  

      Recordada será la intervención de Ricardo Balbín que en las exequias de Perón dirá: 

     “…no sería leal, sino dijera también, que vengo en nombre de mis viejas luchas que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final. Y por haber sido leal en la causa de la vieja lucha, fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el presidente muerto…”

     “Este viejo adversario, despide a un amigo” (5).  

     Quien sucedería al General Juan Perón, sería su mujer María Estela Martínez de Perón, quien leerá un pequeño mensaje que había sido redactado por los ministros de Justicia y de Defensa, Antonio Benítez y Ángel Federico Robledo, con voz quebrada a las 14.05 hs dirá: 

    “Estamos viviendo horas aciagas, circunstancias que debe retemplar el espíritu del  pueblo argentino en un sentido de verdadera unidad nacional. Con gran dolor debo trasmitir al pueblo el fallecimiento de un verdadero apóstol de la paz  y la no violencia. Asumo constitucionalmente la primera magistratura del país, pidiendo a cada uno de los  habitantes la entereza necesaria dentro del lógico dolor patrio, para que me ayuden a conducir los destinos del país hacia la meta feliz que Perón soñó para todos los argentinos…” (6).

     Respecto de este escenario en que asumiría María Martínez como Presidente de la Nación, Antonio Cafiero relata el ambiente que en ese momento se vivía, recordando: “Estábamos todos en Olivos… Yo caminaba por la  casa y de repente se abre una puerta y veo a un grupo grande de militares uniformados que estaban como discurriendo, y uno de ellos me llama y me preguntó: “Y dígame Cafiero  -¿Cómo sigue esta historia? Y yo le contesto: “Mire, como lo manda la Constitución, va a sumir la Vicepresidenta”. Ante lo cual él me responde: “Usted no puede creer eso… “Si usted lo cree (sic), es un ingenuo” (7).

   Esta conversación comentada por Cafiero, constituía un presagio de las desconfianzas que surgían para el destino del país, en cuanto a la asunción de la Vicepresidenta debido a la situación compleja que se vivía y que por cierto se agudizaría progresivamente. 

  

 Vacío de poder: destape de la violencia guerrillera. 

   

    “Los seis meses que sacudieron a la muerte de Perón confirmaron ampliamente los malos presagios  que cundieron el mismo día de su desaparición. López Rega montó una organización parapolicial que desató un baño de sangre entre militantes de izquierda” (8).  

     Con las riendas del poder se sus manos. López Rega desplazó del gobierno a los peronistas de izquierda que sobrevivían en sus cargos desde la presidencia de Cámpora, “clausuró medios periodísticos opositores, tomó tres canales de televisión, intervino cuatro gobiernos provinciales, desató una caza de brujas en las universidades y sembró el terror en la sociedad con una matanza sistemática ejecutada por una organización que articuló con recursos del Ministerio de Bienestar Social” (9). 

    En realidad estos sangrientos hechos se habían iniciado apenas el yerno de López Rega, Raúl Lastiri, se hizo cargo interinamente del gobierno, luego de la renuncia de Cámpora. Pero se prolongó durante los nueve meses en que gobernó Perón. Ahora la violencia provenía tanto de la acción de organizaciones guerrilleras de izquierda, como de grupos provenientes de la extrema derecha.

______________________________

1.- Pavón Pereyra, compartió con Perón la primera oficina que el entonces Coronel tenía en el Ministerio de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social. Años después, en Madrid colaboró con el Gral. Perón en Puerta de Hierro.

2.- BRIZUELA, Ricardo Eulogio: “Un mito llamado Perón (www.comunidad.ciudad.com.ar. 2/ nov. /2006).

3.-DEARRIBA, Alberto: “El Golpe. 24 de marzo de 1976”. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2001. Pág. 62. 

  1. GIUSSANNI, Pablo: “Montoneros: La Soberbia Armada”. Ob.cit. Pág. 65. 

5.-DEARRIBA, Alberto: “El Golpe. 24 de marzo de 1976”. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2001. Pág. 63. 

6.-DEARRIBA, Alberto: “El Golpe. 24 de marzo de 1976”. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2001. Pág. 63. 

7.- Reportaje de History Chanel: “El Golpe”. Anima Producciones. 2006.  Colección privada. 

8.-  DEARRIBA, Alberto: “El Golpe”. Ob.cit. Pág. 70.

9.-  DEARRIBA, Alberto: “El Golpe”. Ob.cit. Pág. 70.

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