Por Javier Boher
Como cada vez que termina el año llega el momento de cierres y balances, por eso repasamos el recorrido que hemos hecho desde enero hasta hoy. El año fue muy movido, pero además fue muy cambiante, lo que va a quedar en evidencia con cada entrega.
Marzo
Después de tres meses con sesiones extraordinarias llegó el discurso de apertura de sesiones ordinarias de Milei, en el que se dedicó a machacar con mensajes para los suyos y anunció que llamaría a firmar el “Pacto de Mayo”, demostrando iniciativa y tirando la pelota a los gobernadores.
Después del discurso se dio el cierre de Télam, de golpe y plumazo: se cerraron las puertas y nadie pudo entrar a trabajar. Al final los únicos perjudicados fueron los empleados, porque los pasantes mal pagos que actualizaban portales se dedicaron a escribir usando la Inteligencia Artificial, pero a los discursos sobre la falta de libertad de expresión y la pérdida de pluralidad de voces nos los tuvimos que comer igual. El organismo fue un emblema del discurso único del kirchnerismo, que lo usó en su beneficio durante años.
Lo más loco de todo es que las filas del progresismo siguieron acusando el golpe, sin entender por qué pasó lo que pasó, recurriendo a las mismas recetas y con los mismos resultados que los llevaron a perder la elección. Eso se pudo ver dos veces más, con el aniversario del decreto de la cuarentena de Alberto y con la marcha de la memoria por el 25 de marzo.
La primera fue el inicio del fin del kirchnerismo. Cuatro años después seguía estando lleno de empleados públicos diciendo que se habían hecho bien las cosas, ajenos por completo de la frustración y los problemas que vivió el grueso de la gente. La segunda mostró que hay mucha gente viviendo en el pasado, pero aún peor es que trataron de convencer a la mitad más uno de la gente, aquella que votó a Milei, de que el presidente economista es equiparable a Videla, Martínez de Hoz o la Triple A. Absurdo. En tres meses de gobierno el kirchnerismo había hecho un paro, una marcha por el día de la mujer y la marcha del 24. Empieza un nuevo episodio de la batalla cultural para ver qué nombre se le pone al Centro Cultural Kirchner.
Este mes ya había discusiones sobre la inflación. El ministro Caputo apuntó contra las promociones de los supermercados, diciendo que ponían promociones porque habían hecho stock y no se animan a bajar los precios. Desde abril los precios de los alimentos casi no se movieron en comparación con 2023.
El desafío gobierno continuó con el medio rechazo al Mega DNU, que volvió a distanciar al presidente y la vice, la que en una entrevista llamó “jamoncito” al presidente. Los roces en el Senado también tuvieron que ver con la presentación del pliego del juez Lujo para ir a la Corte.
Las provincias tienen lo suyo, como siempre. Lo de Rosario se convierte en terrorismo, con los narcos matando al voleo porque se sienten acorralados. Para evitar eso en Córdoba lanzan la Guardia Urbana, que en realidad no puede cumplir tareas de la policía ni de zorros grises, sino que parecen vigiladores privados. No portan armas, no deben entrometerse en casos de violencia y apenas si son unos buchones caros para el sector público. Dudas sobre las contrataciones directas para equiparlos. En la inviable provincia de Formosa metieron preso a un tipo por hacerle Fuck You al gobernador, el demócrata Insfrán.
Abril
El cuarto mes trajo el pico en la crisis de contagios por dengue, con un gobierno nacional desbordado y las provincias lavándose las manos.
También se dio la primera marcha universitaria por el ajuste a la educación, el cuarto intento opositor de pegarle a Mili y el único que ha conseguido apoyo transversal en toda la sociedad. Con el correr de los meses el kirchnerismo se encargaría de partidizar el reclamo, que se terminaría diluyendo. Para seguir con la batalla cultural el vocero Adorni adelantó un pedido para cambiar la ley de educación y agregar la posibilidad de penar el adoctrinamiento. El diputado oficialista Benegas Lynch le da una mano a la oposición al decir que los chicos podrían ir a la fábrica y no a la escuela si así lo necesitan los padres.
Aunque sea otra cámara los legisladores nacionales dan la nota: los senadores se subieron el sueldo en un trámite exprés. Hace unos días volvieron a ser noticia porque decidieron cobrar aguinaldo, lo que no les corresponde. No son los únicos que dan vergüenza, porque en las crónicas de aquel mes encontré una sobre lo llamativo de la existencia de un periodismo hiperoficialista. Alguna vez se lo escuché a Lanata: tal cosa no puede existir, porque no es periodismo, es propaganda.
Independientemente de esas loas periodísticas en abril el gobierno anunció la primera ola de desregulación en los registros del automotor, lo que hizo llorar a los políticos que heredaron registros que otros políticos le regalaron a sus familias. Acá en Córdoba tuvimos uno que incluso se animó a defender los registros en el Congreso. Sinvergüenza.
Otro que no tuvo vergüenza fue el presidente Milei, que tuvo su rapto standapero haciéndose el gracioso imitando a Melconian o diciendo que la economía se iba a ir para arriba como pedo de buzo. Hace unos días volvió sobre esta idea para decir que ya se estaban viendo las burbujas. Finísimo.
Hasta acá van solo dos meses de 2024 y es mucho más que lo que ocurre en cualquier país serio en todo el año. Así vivimos