Cultura Por: J.C. Maraddón11 de abril de 2025

Contra los prejuicios de género

La presencia de Olivia Rodrigo como número central de una de las noches del reciente Lollapalooza Argentina, certifica que hay otra camada de referentes femeninas que ha tomado la posta y que está dispuesta a asumir el compromiso de ponerse a la altura de sus antecesoras.

J.C. Maraddón

Si bien la tendencia se insinuó en la primera década del presente siglo, su consolidación se produjo en el pasado decenio: el panorama del pop pasaba definitivamente a manos de las chicas, que a través de una catarata incontenible de hits copaban las listas de ventas en todo el mundo. Tras el impulso de Beyoncé, Lady gaga o Katy Perry, llegó el tiempo de Ariana Grande, Miley Cyrus, Taylor Swift, Selena Gomez, Adele y todos esos nombres que deslumbraron con su aporte y opacaron cualquier avanzada masculina, como la que en su momento podrían haber propiciado Justin Bieber, The Weeknd, Ed Sheeran y Harry Styles.

Por supuesto, el circuito del llamado r&b discurría según sus propios parámetros, pero fue indiscutible que el reinado de las divas había llegado para quedarse y que así como los cantantes habían gozado de privilegios durante un largo periodo, ahora eran ellas las que ocupaban el centro de la escena. Sólo en el ámbito de los deejays y la electrónica continuaba el predominio varonil, algo que podría sonar impensado porque se supone que en esos espacios la masculinidad no tendría por qué ser preponderante. Sin embargo, el rol de productores artísticos ha seguido siendo desempeñado en su mayor parte por hombres.

No es casual que la proliferación de féminas se haya manifestado en el contexto del girl power y en consonancia con el movimiento #metoo, cuya repercusión universal permitió avizorar un cambio de paradigma que, con avances y retrocesos, sigue vigente en la actualidad. Denuncias de abusos en la industria musical llevadas adelante por artistas mujeres sacudieron esa rama del negocio del entretenimiento en la cual se había naturalizado que aquellas aspirantes a estrellas con expectativas de gloria debían soportar cualquier cosa si querían alcanzar su objetivo, una costumbre que terminó siendo puesta al descubierto y revelada al detalle en los estrados judiciales.

Las imposiciones hegemónicas acerca del aspecto físico que debían tener estas cantantes también fueron cuestionadas en ese momento, aunque eso no evitó que algunas de ellas padecieran trastornos de alimentación severos, sólo que ahora esos avatares no fueron escondidos bajo la alfombra sino que salieron a luz. Todos esos acontecimientos que sacudieron el panorama musical fueron puestos en pausa durante la pandemia, pero ya han transcurrido cinco años desde aquello y estamos en presencia de un paisaje sonoro que ha vuelto a recuperar su energía, sin por ello hacer como si nada hubiera pasado y todo siguiese igual.

La presencia de Olivia Rodrigo como número central de una de las noches del último Lollapalooza Argentina, certifica que hay otra camada de referentes femeninas que ha tomado la posta y que está dispuesta a asumir el compromiso de ponerse a la altura de sus antecesoras. Y ahí está también Billie Eilish como una de los jóvenes vocalistas que ha desarrollado durante el presente decenio una trayectoria apabullante, en la que ha acumulado premios como pocas y, en especial, ha obtenido la aprobación de la crítica y ha reclutado fans incondicionales que reconocen en ella una personalidad con la cual identificarse.

Tampoco se puede obviar a artistas de consagración más reciente, como Sabrina Carpenter, Chappell Roan y Lola Young, quienes llegan para renovar el plantel de chicas superpoderosas, más allá de que en sus canciones no proliferan elementos novedosos, sino un reciclaje muy esmerado de cosas que en el pasado surtieron efecto. Gracias al esfuerzo de las que lo hicieron antes, las protagonistas de este recambio pueden gozar de condiciones un poco menos infames, que de ninguna manera implican prerrogativa alguna, porque se trata tan solo de respetar a todos por igual, sin que los prejuicios de género vengan a arruinarlo todo.

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