Sin anuncios electorales, Milei arengó la “Batalla Cultural” (paz con Llaryora)
El presidente volvió a pisar Córdoba. No hubo sorpresas. Sin un mensaje expreso de cara al armado de las listas, se repitió la postal Bornoroni-Karina en la primera fila. Dardos para Villarruel, elogios para Laje y el Gordo Dan, y ausencia de críticas al gobernador, que hizo “control de daños” con el protocolo.
Por Felipe Osman
Milei cerró anoche La Derecha Fest, el evento organizado por La Derecha Diario y monopolizado por ‘Las Fuerzas del Cielo’, sin dejar señales claras respecto de lo que sucederá cuando den las 12 del 17 de agosto y las listas queden consolidadas.
No hubo mención expresa a los candidatos, pero sí algunos indicios. El más importante, una reiteración que resulta aún más significativa tras el cierre de las listas en PBA: la postal Bornoroni-Karina en la primera fila. En la esquina del presidente del Partido La Libertad Avanza están entusiasmados con la lógica que orientó el cierre bonaerense, con las Fuerzas del Cielo marginadas a un papel muy secundario y la lapicera monopolizada por la secretaria general de la Presidencia.
Sin embargo, el presidente sí dio un saludo especial a Agustín Laje, cuasi anfitrión y principal orador de la previa, y al Gordo Dan, el tuitero en jefe alineado detrás de Santiago Caputo, que después de quedar afuera de las listas en Buenos Aires hizo una demostración simbólica de su lealtad: emuló un descargo con los micrófonos apagados en el streaming que lidera, “La misa del Gordo Dan”. Los cuestionamientos hacia adentro quedan adentro. Sin desplantes.
No fue, ni por asomo, lo que sucedió durante el evento con Victoria Villarruel, que a su turno fue vilipendiada por casi todos los oradores que precedieron al presidente en el uso de la palabra: Javier Negre (dueño de La Derecha Diario), Diego Recalde (cineasta libertario), el Gordo Dan, Nicolás Márquez y Agustín Laje.
Las críticas se repartieron así entre la vicepresidenta y el kircherismo. Llaryora salió indemne, a pesar de que el público le propuso en más de una oportunidad su nombre al presidente, para ver con qué se despachaba. El gobernador completó la formalidad de recibir al mandatario nacional en el aeropuerto, a apenas tres kilómetros del Hotel Quorum en que se desarrolló el evento, y esa muestra de modales le valió, quizá, la deferencia de Milei, incluso en un momento de alta tensión entre la región centro y la Casa Rosada.
Bornoroni también participó de la recepción del presidente en el aeropuerto Ambrosio Taravella.
Llaryora no fue el único nombre propuesto por los asistentes. En un momento, durante las palabras de Márquez, desde el público gritaron “Bornoroni, entregá las fichas (afiliatorias)”, y tras un pequeño silencio los adeptos del Presidente del Bloque en Diputados empezaron a corear su nombre. En respuesta, los referentes de La Libertad Primero corearon el de Sikora, y los abucheos se hicieron escuchar desde la otra tribuna. Márquez, que tardó en comprender lo que sucedía, pidió después que no lo expusieran a las internas locales.
Una digresión: el “padre” de la Batalla Cultural sólo evitó la confrontación interna. Por lo demás, invitó a “patearle la cabeza al enemigo (el peronismo), que está en el piso”. Después aclaró, para evitar la saña de los suspicaces, que se refería a “patadas electorales”.
Algunos minutos antes de que empezara aquel discurso, una escena de cierta gracia se dio en el ‘corralito’ de los VIP. Además de los oradores, Bornoroni y Karina, estuvieron ahí Lilia Lemoine y Celeste Ponce, que ayudó a Sikora a entrar, a pesar de que la logística dispuesta por Presidencia y Casa Militar no habría previsto una silla para la dirigente cordobesa.
“Hay que dar la batalla aunque parezca quijotestca. Solamente los locos pueden soñar un futuro, y son los que tiene las bolas para cambiarlo”
El discurso de Laje fue más sobrio. El libertario dio una charla al cabo de la cual dio por comprobada, en términos empíricos, que la envidia es lo que motoriza los pensamientos de izquierda, que quienes defienden esas ideas son inmorales y menos felices, y que, a diferencia de ellos, la pulsión de los liberales es la auto-superación. La cadena de silogismos con la que buscó hacerlo fue apenas un recurso retórico para ordenar su exposición. Las conclusiones ya habían sido implantadas en la premisa mayor. En cualquier caso, nada de eso desanimó a los entusiastas de una audiencia que lució maravillada por la agilidad mental del intelectual libertario.
Las palabras del presidente, para cerrar, no ofrecieron novedades. Hubo autobombo, repaso por las “reformas estructurales” ideadas por Federico Sturzenegger, y una reiteración de las ideas que Milei ya había enumerado en el recordado discurso de Davos. El último párrafo fue para los paladines de la Batalla Cultural, que fue anoche lisa y llanamente asimilada con la campaña: “Hay que dar la batalla aunque parezca quijotestca. Solamente los locos pueden soñar un futuro, y son los que tiene las bolas para cambiarlo”.
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