Cultura Por: J.C. Maraddón26 de septiembre de 2025

Aquel malentendido fundacional

A 40 años del debut de la cantante Nina Hagen en Buenos Aires, desde el Instituto Goethe se anuncia para hoy a partir de las 19 la realización del evento “Gente que no, Techno & Punk: la música alemana en las calles argentinas”, que incluirá una mesa redonda, una conferencia de Pablo Schanton y, para el final, sets de DJs y VJs.

J.C. Maraddón

No había nacido en Inglaterra sino en Berlín Oriental, ese sector de la ciudad que después de la Segunda Guerra Mundial había quedado bajo la órbita de la Unión Soviética. No había alcanzado la fama en Londres sino en Hamburgo, hacia donde se mudó su familia ni bien el gobierno de la República Democrática Alemana les concedió el permiso para salir, así no seguían con su activismo contra el régimen. A pesar de su cuna germánica, fue la cantante Nina Hagen uno de los primeros actos del punk internacional en aterrizar en la Argentina, con todo lo que eso significa.

Su debut en Buenos Aires se produjo en octubre de 1985, en el recordado festival en cancha de Vélez Sársfield con que la radio Rock And Pop celebró el comienzo de sus transmisiones en la por entonces novedosa frecuencia modulada. Y a ella le tocó actuar en la primera de las tres jornadas, la misma noche en que se presentaron Fito Páez. G.I.T., Los Abuelos de la Nada y Virus, todos ellos genuinos representantes de ese rock argentino que se había convertido en la banda sonora del regreso a la democracia y que se preparaba para transformarse en un producto de exportación.

Sin embargo, no la pasaron nada bien algunos de esos empoderados rockeros nacionales, expuestos a la impaciencia de la nutrida grey de punkies autóctonos que llevaban años esperando el desembarco de alguna figura foránea del género y que estaban predispuestos  a investir a Nina Hagen como enviada del norte para bendecirlos con una incitación al pogo. Silbidos y abucheos saludaron la interpretación que hizo Páez de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, en tanto que ha quedado para la posteridad la mejilla sangrante de Miguel Abuelo, fotografiado después de recibir un monedazo en la cara durante la actuación junto a su banda.

Ni la propia Nina Hagen se salvó de la rudeza en el trato por parte de los cultores locales de la punkitud, que la escupieron cuanto pudieron, en lo que ellos entendían era la mayor manifestación de afecto que podían ofrendarle. La intérprete alemana no valoró el gesto de ese modo y apenas pudo disimular su incomodidad: en realidad, ella ya estaba atravesando otra etapa completamente diferente de su vida, con un acercamiento al sonido disco y un interés manifiesto por las civilizaciones extraterrestres y el esoterismo.

Hasta no mucho antes de su aterrizaje entre nosotros, sus primeros álbumes habían circulado gracias a que los traían quienes viajaban a Europa, y se la conocía dentro de un gueto de melómanos interesados en la cultura alemana. Pero su hit “New York, New York” fue un éxito rotundo en Sudamérica, a tal punto que en enero de ese 1985 había sido invitada para participar de la primera edición del festival Rock In Rio en Brasil. Tras semejante repercusión, nueve meses más tarde se produjo su arribo a Buenos Aires, donde por un malentendido de las coordenadas históricas se la recibió como una referente del punk.

A 40 años de ese acontecimiento, desde el Instituto Goethe  se anuncia para hoy a partir de las 19 la realización del evento “Gente que no, Techno & Punk: la música alemana en las calles argentinas”, que incluirá una mesa redonda moderada por Rocío Rodríguez, una conferencia del crítico musical Pablo Schanton y, para el final, sets de DJs y VJs. La actividad se desarrollará en el Centro Cultural de la UNC y promete repasar cómo fue que la nueva ola y el tecno de Alemania viajaron hasta estas latitudes y de qué manera influyeron en la escena argentina de aquel tiempo.

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