Un grito de rebelión
En los artículos necrológicos publicados tras la muerte de la reconocida cantante española María Jiménez, se hizo hincapié en una canción de 1978 que había sido anticipatoria con respecto a una liberación femenina que en España había sido coartada por el franquismo.
J.C. Maraddón
En 1978, apenas tres años después de la muerte de Francisco Franco y con España en transición hacia una monarquía parlamentaria durante la presidencia de Adolfo Suárez, una canción titulada “Se acabó” triunfaba en las radios, montada sobre la voz de la cantante María Jiménez. Madre soltera a los 18 años y enrollada luego en una relación matrimonial tóxica con el actor Pepe Sancho, la artista llevaba ya más de un lustro de carrera profesional cuando grabó ese mensaje de denuncia contra la violencia machista, tan arraigada en la sociedad española y bendecida por una dictadura que se extendió a lo largo de casi 40 años.
Lo insólito es que el autor de esa composición era un hombre, José Ruiz Venegas, quien falleció en 2018 a los 82 años, dejando como legado cerca de un millar de canciones, la mayoría de ellas ligadas al género del flamenco y la copla. Ruiz Venegas había alcanzado un gran éxito como creador de “La minifalda”, una controvertida pieza cuya versión más famosa fue la de Manolo Escobar en 1971. Sin embargo, con “Se acabó” consiguió reivindicarse en su tarea y encontró en María Jiménez la vocalista ideal para un tópico tan fuerte.
Desde entonces, la intérprete apodada “la Pipa” se erigió en un símbolo del empoderamiento femenino en España, cuando esa categoría distaba mucho de tener el reconocimiento del que hoy goza. Desenfadada en sus maneras y en su repertorio, la audacia de María Jiménez consistía en insertar semejantes diatribas contra el machismo dentro de un repertorio en el que abundaban estilos tradicionales españoles. Posteriormente, la movida madrileña reivindicó esa personalidad suya y empezó a ser idolatrada también en la comunidad queer, otro colectivo que la había pasado muy mal durante el franquismo y que escuchaba en sus canciones versos con los cuales identificarse.
La tragedia ensombreció la vida de María Jiménez en 1985, cuando su hija adolescente falleció en un accidente. Pero su trayectoria en la música y en la actuación no iba a detenerse y, en su carácter de figura popular, tendría la valentía de encarar proyectos por demás disímiles, como el tema “La lista de compra”, en el que acompañó al grupo pop La Cabra Mecánica, y “Donde más duele”, el disco que sacó en 2002 con obras de Joaquín Sabina. También incursionó en telenovelas, fue jurado de un certamen televisivo “Se llama copla” y publicó sus memorias bajo el título “Calla canalla”.
Ante la muerte de una personalidad tan temperamental y creativa, sucedida el jueves pasado, la reacción del público en España fue inmediata y una multitud acudió a despedirla cuando un coche fúnebre tirado por caballos recorrió las calles de Triana hasta llegar al cementerio de San Fernando, en Sevilla. En los artículos necrológicos, por supuesto, se hizo hincapié en aquel suceso de 1978 que había sido anticipatorio con respecto a una liberación femenina que en otros países ya había echado a rodar hacía rato, pero que en España había sido coartada por el oscurantismo del régimen de Franco.
Pero lo más significativo fue que el hashtag #Seacabó había sido utilizado pocos días antes por mujeres que se solidarizaban con Jenni Hermoso, la jugadora de la selección española de fútbol que había recibido sin consentimiento un beso por parte del presidente de la asociación nacional de ese deporte, Luis Rubiales. Nada más contundente para comprobar la vigencia de ese grito de rebelión lanzado por María Jiménez hace 45 años, que aunque escrito por un hombre, les había dado a las españolas una herramienta para despojarse de los mandatos patriarcales que las obligaban a permanecer eternamente al lado de sus esposos.
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