Rescate de una canción imborrable
A diez años de la muerte de la poeta María Wérnicke, su letra para el tema “La avenida de los tilos” es interpretada ahora por la cantante cordobesa Guadalupe Gómez, en una versión junto a Julio Gutiérrez que forma parte del álbum “Flor del monte”, aparecido a finales de agosto.
J.C. Maraddón
El próximo 3 de octubre, se cumplirán diez años de la muerte de la escritora argentina María Wérnicke, en un aniversario que seguramente será objeto de actos recordatorios en la ciudad de Mar del Plata, donde la poeta se radicó cuando tenía 24 años (había nacido en 1930 en Buenos Aires) y donde falleció a los 83. Su legado consiste en casi una decena de obras plasmadas en libros, que dan cuenta de su producción literaria, una vocación que también compartió con la conducción radiofónica, que en su momento fue la actividad que la hizo conocida en el ámbito marplatense.
Entre los prolíficos aportes que Wérnicke realizó en el medio cultural, debe contarse también el espectáculo “Canciones con ida y vuelta”, en el que compartió escenario con Inés Rinaldi, junto a quien se presentó en el teatro marplatense Auditorium en una temporada de 1999 que les reportó un premio Estrella de Mar. Pero mucho antes de eso, a mediados de los años setenta, un poema suyo había sido musicalizado por Carlos Eduardo Rodríguez Montoya, conocido artísticamente como Marco Montoya, cuyas composiciones han sido interpretadas por José Luis Rodríguez, Valeria Lynch y hasta el Potro Rodrigo, quien le grabó “De enero a enero” y “De profesión: tu amante”.
Entre Marquito y Wérnicke, quien aparece en los créditos como María de la A, crearon la canción “La avenida de los tilos”, con una letra que alude a la diagonal Pueyrredón de Mar del Plata y a los árboles que pueblan su cantero central. “Ayer he caminado más que sola/Ayer he caminado sin vos”, dice la primera estrofa, y aunque parezca que son versos de amor romántico, en realidad la autora se refiere a la partida de su propia hija, que en ese mismo 1976 debió exiliarse en España, lo que dejó a su madre en la más absoluta desolación.
Para esa época, la cantante mendocina Luciana (Ana Matilde Alsina) estaba por grabar su tercer disco como solista, después de haber sido vocalista del grupo Pintura Fresca, y el productor musical que le había asignado el sello EMI Odeón, Chacho Ruiz, le sugirió que interpretase “La avenida de los tilos” como parte de ese álbum. Con arreglos de Juan Carlos de Mingo, la canción alcanzó un éxito inmediato y el disco se vendió por cientos de miles… hasta que la dictadura prohibió la difusión de esa balada al año siguiente, porque suponía que hacía referencia a los desaparecidos.
El año pasado, la cantante cordobesa Guadalupe Gómez registró una conmovedora versión de “La avenida de los tilos”, que salió acompañada de un video donde se la ve caminar sola por las calles de Córdoba y pasar al lado del Archivo Provincial de la Memoria, donde funcionaba la D2. El piano de Mingui Ingaramo y los arreglos del violinista Julio Gutiérrez enmarcan este registro que atenúa el ritmo pop del original y lo transforma en un estándar, tal vez más cercano a la veta jazzera que cultivaba Luciana antes de ser una figura reconocida.
A fines de agosto, gracias a la “Beca de la Creación” del Fondo Nacional de Las Artes, Guadalupe Gómez y Julio Gutiérrez pudieron lanzar su disco “Flor del monte”, donde también incluyeron “La avenida de los tilos”. Y si bien el tema trae a colación la anécdota de haber sido censurado, hoy bien puede ser ungido como una de las piezas más logradas en esa síntesis de poesía y gancho melódico que no suele encontrarse con frecuencia, y que aquí dio lugar a un suceso comercial a partir de una voz diferente y una música que ya sacó patente de imborrable.
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