Una nueva dimensión en conciertos
Un adelanto de lo que será el arribo de Taylor Swift a la Argentina, para actuar en River los días 9, 10 y 11 de noviembre, puede ser apreciado en el documental “The Eras Tour”, estrenado hace pocos días en salas cinematográficas, donde se registra una parada de esa gira en California.
J.C. Maraddón
Para evaluar la dimensión de la gira The Eras Tour que está llevando adelante Taylor Swift, quizás haya que cometer el sacrilegio de remontarse al concierto que brindaron los Beatles el 29 de agosto de 1966 en el Candlestick Park de San Francisco, California. Porque probablemente haya sido ese no sólo el último show que dieron los Fabulosos Cuatro en un estadio, sino además el punto final para una primera etapa de la historia de ese tipo de emprendimientos, que se hicieron imprescindibles cuando el rock se popularizó y sus miles de fanáticos empezaron a pugnar por ver a sus ídolos en vivo.
Los Beatles desistieron de seguir en tocando en directo porque no estaban dadas las condiciones para que una banda de tamaña magnitud pudiese reproducir ante el público lo que se escuchaba en sus grabaciones. Y porque la masividad de su fenómeno iba mucho más allá de lo que la logística de entonces estaba en condiciones de contener, sin poner en riesgo a los artistas y a sus seguidores. En los siguientes años, multitudinarios festivales desafiaron estos peligros con resultados disímiles, que en algunas ocasiones dejaron un saldo penoso de víctimas fatales y heridos, producto de la desmesura del evento.
Pero a esa altura estos conciertos ya eran un ritual incorporado a la cultura rock, que a la vez redituaba ganancias a las que la industria musical no estaba dispuesta a renunciar, por lo que a través de sucesivos ensayos y de los consecuentes errores, el asunto fue limando sus asperezas y las fechas en grandes estadios se tornaron cada vez más atractivas. Grupos como Led Zeppelin, Pink Floyd o Genesis perfeccionaron los atractivos sonoros y visuales de sus presentaciones y marcaron un camino por el que también iban a transitar luego formaciones como Queen o Kiss.
Con el transcurrir de los años, estas convocatorias empezaron a ofrecer una “experiencia” que sobrepasaba en mucho la simple necesidad de asistir a una actuación del artista favorito, para consolidarse como un espectáculo deslumbrante, en el que se lucía mucho más que la capacidad de un músico en el escenario. Visuales, vestuarios, efectos especiales, coreografías, dispositivos lumínicos y puestas en escena dignas de una comedia musical, rodearon esas propuestas y cambiaron para siempre la manera en que las estrellas de moda debían salir a tocar. Imposible comparar aquella ingenua performance beatle de hace 47 años en San Francisco con lo que son los shows en la actualidad.
Un adelanto de lo que será el arribo de Taylor Swift a la Argentina, para actuar en River los días 9, 10 y 11 de noviembre, puede ser apreciado en el filme documental “The Eras Tour” de Sam Wrench estrenado hace pocos días en salas cinematográficas, donde se registra una parada de esa gira en el SoFi Stadium de la también californiana ciudad de Inglewood. Es imposible no descubrir en esas imágenes la nueva estatura que ha alcanzado esa ceremonia de encuentro de un astro de la canción con sus seguidores, dotada ahora de un marco tan imponente que estremece.
En su repaso aleatorio por las etapas que recorrió en 17 años de carrera, Taylor Swift enhebra una lista imbatible de hits, sobre los que va protagonizando verdaderos videoclips en tiempo real a través de un despliegue de ingenio y tecnología que no se ahorra nada. La presencia de los instrumentistas en un curioso espacio fuera de foco y su acceso a los planos principales sólo para formar parte de los cuadros de baile, señala también esa tendencia que prioriza el entretenimiento por encima de la simbología rockera que reinó en el siglo veinte y que el pop aparenta haber destronado.
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