Cultura Por: J.C. Maraddón02 de noviembre de 2023

La insatisfecha búsqueda de un porqué

“Final Account”, un documental estrenado en 2020 que ahora se ha sumado a la oferta de Netflix, recopila material elaborado a lo largo de una década de trabajo, con entrevistas a hombres y mujeres que tomaron parte o fueron testigos de las atrocidades del nazismo.

J.C. Maraddón


La pregunta sobre cómo los alemanes pudieron haber sostenido con su voluntad y su voto un régimen como el de Adolf Hitler, es algo que todavía resulta difícil de responder, a pesar de los más de 78 años transcurridos desde la capitulación de Berlín. Tanto el sesgo autoritario como el antisemitismo propio del nacionalsocialismo hitleriano, pueden ser observados como un signo de aquellos tiempos no sólo en la potencia centroeuropea. Pero la voracidad por la conquista de nuevos territorios y la crueldad concentrada en el exterminio genocida, superan el marco de cualquier análisis y se encuadran dentro de un fenómeno incomprensible.

Sabido es el escarnio que padeció Alemania tras la Primera Guerra Mundial y cómo esa condición paupérrima a la que se condenó a ese país fue el caldo de cultivo que alimentó a posteriori la implantación de ideas totalitarias fundamentadas en un sentimiento patriótico que clamaba por revancha. Y también se ha repetido el argumento que señala al castigo pecuniario que sufrió la economía germana como el factor causante de una crisis terminal de la República de Weimar, que culminó con el ascenso al poder de un líder carismático cuya promesa mesiánica era recuperar la dignidad nacional que había sido perdida.

Fue esta sumatoria de razones, junto a otras que no se podrían desglosar en este breve apunte, la que elevó al Führer a un sitial de poderío absoluto y empujó a la humanidad hacia una catástrofe bélica de dimensiones desconocidas hasta ese entonces. Armamentos de destrucción masiva fueron desarrollados por los contendientes y hasta el día de hoy esa amenaza se cierne sobre la civilización, prolongada años más tarde a través de la Guerra Fría y continuada en la actualidad en enfrentamientos geopolíticos y comerciales de una fricción constante cuyas derivaciones no puede preverse hacia dónde podrían llegar a llevarnos.

Por eso, el interrogante acerca del germen que impulsó la puesta en marcha de la maquinaria nazi, es objeto de permanentes revisiones, que no van en busca de una explicación unívoca, sino que más bien intentan alertar sobre un probable retorno de las ideas que trajeron resultados terribles. Y si tenemos en cuenta que muchos de quienes fueron testigos directos de esos acontecimientos ya han fallecido, se vuelve cada vez más complicado conseguir testimonios de primera mano acerca de las motivaciones que pudieron haber llevado a un ciudadano común a enrolarse en una aventura tan delirante como  insostenible.

“Final Account”, un documental estrenado en 2020 poco antes de que falleciera su director, el inglés Luke Holland, recopila material elaborado a lo largo de una década de trabajo, con entrevistas a hombres y mujeres que tomaron parte o fueron testigos de las atrocidades del nazismo. Aunque todos ellos eran muy jóvenes al momento de los hechos, su palabra es valiosa en cuanto a revelar qué los animaba a unirse a formaciones como las Juventudes Hitlerianas o las SS, que con mayor o menor responsabilidad articularon las órdenes emanadas desde los despachos de gobierno, más allá de que fueran contrarias a toda premisa humanitaria.

Incorporada recientemente a la ofertas de Netflix, “Final Account” es otra película entre todas las que se proponen indagar en ese costado oscuro de una sociedad alemana que no ha podido aún digerir en su memoria las calamidades de ese periodo oscuro. Pero, además, escuchar a esos ancianos cuando dicen que apoyaron a Hitler bajo el impulso de su rechazo a la corrupción y a la inflación reinantes, puede producir escalofríos en un espectador que, desde Argentina, asiste a una situación electoral insólita justo en el cuadragésimo aniversario de la recuperación de las instituciones democráticas en 1983.

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